Ante todo, es un soberbio espectáculo de colores. Muchos pero sin estridencias. Rio está representado con imágenes bastante fidedignas y la música es bossa pura. Metamos todo ésto en una coctelera y, en vez de hielo, echemos dos guacamayos azules. Y ya tenemos la combinación perfecta. (Un amigo mío comentaba que si Twitter no la había patrocinado por el color azul y otro que tenían que haber sido dos pajaritos rojos, uno con la tripilla amarilla y otro con la barriga amarilla y las patas moradas. Bueno, para eso se hicieron los colores...
Rio es una película que cuenta con números musicales eventuales, por lo que no es empalagosa al estilo de la Factoría Disney y cuenta con la presencia de diversos personajes cada cual más peculiar y excéntrico. Blu y Perla emprenderán juntos una maravillosa aventura en la que harán nuevos amigos, se reirán, se divertirán y hasta llegaran a conocerse el uno al otro.Rio es una comedia de los estudios Blue Sky, los de "Ice Age" y está ambientada en la ciudad brasileña de Rio de Janeiro durante su mayor y más popular fiesta: El Carnaval.
En desarrollo desde hace años, Río es considerado "el proyecto y sueño de Saldanha, (nacido en Brasil, por cierto, No solo iba a ser el apellido)". Saldanha comentó en su día que la película sería más musical que la cómica "La Edad del Hielo", pero los temas de bossa y alguno más que se escuchan no la convierte en tediosa, sino al contrario. Si no tuviese ese colorido, esa chispa de los Carnavales brasileños, esa historia (predecible) y ese "happy end" predecible por partida doble (también un poco dulzarrón como los cuentos de hadas), hubiese salido un churro.
Para completar esta película, la banda sonora es de recibo, empezando por el "Más que nada" de Sergio Mendes con la colaboración de Gracinha Leporace. Y también se puede oír a Carlinhos Brown o Bebel Gilberto, entre otros. Así hay para grandes y chicos
Tampoco nos describe nada excesivamente nuevo y los caracteres y caracterizaciones de los "pajaritos" pueden sonarnos a Disney en varios momentos, pero los pequeñajos saldrán contentos (y los mayores, ni te cuento. Hora y pico sin decir :¡NIÑO, QUE ESO NO SE TOCA, COÑO!)
Como va de eso, pues un poco de bossa nova: "Olha que coisa mais linda, Mais cheia de graça..."
A DISFRUTARLA. Yo me lo pasé mejor que un niño con zapatos nuevos. Con mente de niño (dejé en la puerta el látigo de criticón justiciero) y con penar de empezar a peinar canas. La única manera de volver a ser un canijo, es con cosillas como ésta. Tiempo tenemos de acordarnos de las muelas de los de siempre.

De entrada, no es el tipo de cine por el que yo me rompería una pierna por ir corriendo a verla, perdería el culo en una cola interminable o cascaría una lanza a su favor. Pero por aquello de olvidarse de la crisis económica personal durante hora y media para que con lo que cuesta la entrada colaborar a que los "frikis" de "Sálvame" y amiguetes allegados al señor Segura lleguen a final de mes bastante mejor que la mayoría de nosotros, que llegan de sobra, me coloqué detrás de las 3-D, que maldita la falta que hacen, y di por bien perdidos mi tiempo y mis cuartos.
Al cine de Santiago Segura y sobre todo en esta cuarta entrega no se le puede pedir trama, argumento, desarrollo y hasta el desenlace es previsible. Se ha rodeado de una buena cohorte de televisivos horteras para que nos riamos (?) con sus gracias y el resultado son chistes mal encadenados de sal gruesa y a veces, mal gusto. Aquí cada uno va a lucir palmito, a cumplir con su papel, a lucirse dentro de su escasez y muy poco más.

No le vamos a quitar mérito a las tres anteriores (¿Tenían alguno?) pero esta cuarta entrega se aleja de la segunda, a la que los sesudos críticos consideran la mejor (¡Jo...!) y, aunque reírte te ríes, no es para echar cohetes y montarle un monumento a la cinematografía a don Santiago.
Como siempre tanto Tony LeBlanc como Enrique Villén hay que dejarlos aparte, porque lo de Paqui- Rin Tin Tin es de juzgado de guardia. Se quedó en graciosillo con los de la Sexta en "Sé lo que hicisteis" y no pasará a los anales de los Goyas. Y Belén Esteban incluida pinitos aparte en Aida (Es que es muy, muy mala. Como actriz, digo).
Si este es el futuro del cine español, vamos dados. A fin de cuentas, cine palomitas, pedos, eructos, tetas y "furbol". ¿No será que tenemos lo que nos merecemos? Panem et circenses, que diría Juvenal en su sátira X, allá en su Roma. Y encima nos va la marcha. Cuanto más pedorra sea la cosa, antes llegaremos al cielo.

Está visto que a Adrien Brody se le queda cara de Buster Keaton por los restos y no se va a quitar el estigma ni el sambenito de "El Pianista", atormentado él, y atormentados los espectadores que, a la postre, somos los pobrecitos sufridores de este actorcillo cada día venido a menos.
La película es un fiasco de la que se rodó con más amabilidad en 2001 y queda demostrado que nunca segundos "remakes" fueron buenos. Tiene sus puntitos de interés pero no se llega ahondar en la profundidad ni de almas ni mentes de gente confinada con consentimiento en unos roles que parecen más un juego de niños jugando a policías y ladrones que esta semi-birria grisácea a mayor esplendor (¡ja!) del Brody y del Whitaker.

Cada vez que veo la calificación de terror en una película nueva, la verdad es que siento auténtico pánico porque sé, de entrada, que me la están metiendo doblada. Y ésto es lo que pasa con "Terror en la Antártida", traducción para Europa, España incluida, de este bodriete con aires de un crimen o varios, sin pies ni cabeza, que aburre hasta la desesperación a base de heroínas imposibles y malos de solemnidad sin conexión entre ellos mismos. No ha sido capaz el señor Dominic ni de aprovechar el desasosiego que puede ofrecer una cegadora ventisca ni los recursos que podría haber dado los 56 grados bajo cero
Para olvidar, menos las excelentes imágenes que se proyectan de esa desconocida parte del globo y a la espera de un mejor papel para Kate Beckinsale porque los demás parece que lo tienen todo hecho, de lo aburridos que actúan en sus papelines, sin ton ni son.

Por fin un producto bien elaborado y sin estridencias, de factura nacional y muy lejano a lo que es un cine de terror al uso con apariciones demoníacas, bichos retorcidos y aullidos varios.Los actores bordan sus papeles con una naturalidad pasmosa, como es el caso de Echanove, pero se hace muy complicado destacar a uno u otro. Un guión sin grandes malabarismos, efectos macabros y salsa de tomate con una vuelta de tuerca final que nos hace entender a muy pocos minutos de los títulos de crédito lo que llevamos ya visionado. Cinta para quedarse clavado en la butaca con una ambientación sencilla pero cuidada. Incluso la música no altera la acción haciéndonos prevenir lo que vendrá después. Quizás se quede coja en las reflexiones teológicas pero no creo que ese fuera el objetivo del guión. Recomendable de todas, todas. Abstenerse los que esperen encontrarse al del tridente con cuernos y rabo o los que quieran disfrutar de un ataque a la iglesia. Ésta no va de nada de eso.