Lo primero, aclarar que es el tipo de película que debe verse sí o sí en versión original.

Cuando se valora una comedia, es fácil caer en el error de despreciarla - o depreciarla, mejor dicho - por pertenecer a un género en el que el apartado técnico parece a veces quedar en un segundo plano. Son, por lo tanto, mucho menos vistosas de lo que pueda ser un drama de calidad o una de esas maravillas plagadas de efectos artificiosos que tanto les gustan a los amigos de lo anunciado en televisión.

Pero es que lo realmente importante en ellas - las comedias, digo - es el ingenio del guión, esos diálogos encadenados que no conceden momento alguno de respiro entre carcajadas, la gracia de los actores. En resumen, la capacidad de hacer reír, algo que no se enseña en ninguna parte y que implica una imaginación e inteligencia mucho mayor de lo que mucha gente piensa (y de la que mucha gente tiene...).

Midiendo con esa vara, esta película es de sobresaliente.

Seguramente a las damas que de jóvenes jugaban con “Barbies” y soñaban con conocer a su “Ken” ideal puede que toda esa estética tan elegante que rodea a la protagonista y la forma en la que despacha a notables caballeros a destro-sinistro haga que no se percaten de que la susodicha es una estúpida inmadura de dudosa estabilidad mental que se dedica a vivir a costa de dichos hombres (todo un ejemplo oiga). La "trama" (nótense las comillas) es exponencialmente mas predecible de lo que suelen ser ya de por sí las películas románticas, y sus diálogos son patéticos, totalmente vacíos (mención especial merecen las escenas que nos descubren el pasado de la “prota”). Y bueno, ejemplarmente elegante y perfectamente peinado nos encontramos a nada mas y nada menos que... (¡atención chicas!) ... al joven George Peppard (Coronel John "Aníbal" Smith para los amigos), que es el encargado de hacerse el tonto y enamorarse de la delgadísima Audrey Hepburn. Conmovedor.

Me enganchó desde el primer minuto. Sus actores, la ambientación y el vestuario son fabulosos. Todo mimado y realzado gracias a la excelente fotografía, el uso de la luz y el jugueteo constante con enfoque y zoom. Todo con la finalidad de narrar una historia real, ni nueva ni corriente, transmitiendo la misma sensación de trabajo bien hecho que se siente al subir a un Saab recién comprado.

Sobre esta película, más que hablar sobre lo interesante o no que pueda parecer su argumento, quiero comentar lo mucho que me gustó la forma en la que está rodada. Muchos planos cámara en mano en una historia estructurada por capítulos en la que un narrador hablará al final de cada uno de ellos sobre lo que ya hemos visto. Mientras eso ocurre se intercalan imágenes fijas con otras en movimiento, tirando del blanco y negro para darle a esas escenas de análisis un marcado aire a pasado.

A partir de aquí, entiendo que haya gente a la que no le interese lo más mínimo la historia de un chico travestido que mientras espera la autorización del gobierno danés para su operación de cambio de sexo se enamora de su nueva vecina.

Tan solo diré que Trainspotting es una de las mejores películas que he visto en mi vida, desde los personajes y la historia hasta la banda sonora. Podría tirarme una hora aquí escribiendo y no conseguiría que entendieseis por qué es una película tan sumamente buena, así que me ahorraré el esfuerzo. No pierdas el tiempo viendo esos programas de mierda que ponen en la tele y alquílala, cómprala, pídela prestada o róbala, pero tienes que verla.