No es bonita. No es alegre. No es romántica ni melancólica. No tiene personajes con los que te irías de cañas y no le hace falta. Porque esto es otra cosa.
Tampoco voy a compararla con la película. Esto es otra cosa.

Grande éxito entre la crítica y el público. Tanto que en Italia muchos ya la dan como la mejor serie nacional de la historia Opinión que no comparten ni las instituciones italianas, que se empeñan en dar la imagen de que la mafia es algo del pasado (cuando la camorra factura 30.000 millones de € al año), ni Maradona, que ya salió criticándola también.

Son 45 minutos de capítulos llenos de tensión, ambiente oscuro, tiros, traiciones, miedo. 45 minutos de ambiente camorrista que te llevarán a una Scampia de la que no hay escapatoria, ni para los personajes, ni para ti en tu sofá. Engancha.

Engancha y desde el primer capítulo además. Ayuda también la aparición progresiva de personajes, no presenta muchos a la vez, lo que facilita el seguimiento de la historia. Cosa que puede resultar más difícil en series tipo Los Soprano o Juego de Tronos, donde los primeros capítulos puedes estar algo perdido ante tanta información y al cabo de unos capítulos tienes que echar para atrás para entender bien.

Está maravillosamente escrita. Desde la progresión de los personajes hasta los giros argumentales

Escenas llenas de acción propias de superproducciones americanas. Una dirección y unas actuaciones más que notables.
No falta la crítica social. Crítica a la indiferencia de la sociedad que no se enfrenta por miedo y porque no tienen otra salida para vivir, a los políticos que dejan a la mafia entrar en instituciones e incluso a España. A la cual dibuja como un paraíso de corrupción inmobiliaria para la mafia de todo el mundo.

La primera temporada es una obra de arte. Aunque la música no me termine de convencer.

Por último decir que no ha salido aun doblada, así que no sé como será en castellano, pero es indispensable la versión original. Principalmente porque no se entiende lo que dicen, el dialecto napolitano es casi ininteligible incluso para los italianos. Y aun y todo, digo que es de ver en original por la dureza que desprende este dialecto. Además, que un "hai capito" no acojona igual que un "has entendido".

P.D. La última escena del primer episodio es brutal. Brutal.

Ivan Locke (Tom Hardy) es un jefe de obra apunto de hacer el trabajo de su vida cuando recibe una llamada que lo condiciona y le obliga a marcharse dejando todo atrás.

El tono melancólico y de misterio que tiene al principio la película va derivando en tensión y suspense. Cuando una sola pieza falla en los cimientos, todo lo que ellos contienen puede venirse abajo en un momento, y así sucede paradójicamente en la vida de este brillante jefe de obra. En su niñez, en sus cimientos, hay un vacío, un error, que aunque hayan edificado un valioso ingeniero, cuando le tocan la fibra sensible puede caer. Y a Ivan Locke de repente le caen por todas partes.

Acompañamos a Locke en todo momento, sufrimos su angustia y su impotencia. Desde su posición poco más puede hacer, eso lo capta a la perfección la película. Nos pone en su piel, y el ojo de la cámara incluso nos agobia acercándono más a su rostro cuanto mayor es su presión.

Una película que el guionista la escribe pensando en dirigir, y se nota. Una película simple: con una idea simple y con una realización simple.

Su mejor mérito es que con unos cimientos que normalmente deberían fallar, la película no se cae.

De esto va la película, de bolos. Se presentan a tres amigos que son metaforas del juego de bolos.

- Tenemos al lanzador: a Walter (John Goodman), un inestable personaje atrapado por su pasado.
- Una bola, Jeff "The Dude" Lebowski (Jeff Bridges), un vago total fácilmente influenciable empujado a hacer cosas que
cree que tiene que hacer.
- Y por último tenemos a un bolo, a Donny (Steve Buscemi), alguien sin carisma que es una y otra vez golpeado.


Así pues, el film narra las vivencias de The Dude mientras su amigo Walter lo lanza por primera vez contra un rival que realmente no tiene ninguna culpa: el rico Lebowski. Éste recoge la bola y la vuelve a lanzar. Y así sucede una y otra vez a lo largo de la historia, una partida en la que la misma bola es lanzada por diferentes lanzadores. Ocurre que un personaje tan especial como The Dude deja siempre tonos cómicos, escenas verdaderamente graciosas.

Al final, como en toda partida, hay bolos a los que ni se inmutan, los hay también que se tambalean y evidentemente los que caen.

Y es que así es la vida: unos mandan, otros se dejan llevar y a otros se les golpea.