Luego de ver las películas anteriores de Pablo Trapero se puede decir que va disminuyedo la intensidad con la que abordaba diferentes temas sangrantes de la Argentina. Aún así, en El Clan, logra llevar al cine una novela aterradora que sucedió en la década del 80 en este país.
Lo siempre acertado por parte de Pablo Trapero es llevar en el reparto a un actor de renombre, taquillero y eficáz a la hora de conquistar espectadores. Tan cierto es esto, que logró que la llevó a ser el filme nacional con mayor cantidad de localidades vedidas en el primer día de estreno (71.000 espectadores). Dicho esto, no cabe duda que su expertis a la hora de dirigir actores hace que logró que Guillermo Fracella (humorista por excelencia) logre su mejor protagónico en un papel complicado, oscuro y mítico.
El lineamiento del argumento permite entender la historia perfectamente, pero falta algo en su desarrollo que mantenga el interés durante su metraje.
Para los que no conozcan la historia, la misma cuenta lo sucedido en la provincia de Buenos Aires, donde un hombre que pertenecía a las fuerzas militares que gobernaban en el país, encuentre en su oscuro trabajo, la manera eficiente de llevar a cabo diferentes secuestros extorsivos, práctica que se extendió en el inicio de la democracia, ayudado por su afamado hijo que se codeaba con la alta sociedad de la provincia, y apañado por toda la familia, complices convencidos que dicho fin era la manera de obtener el bien familiar.
El final logra el climax acorde para salir del cine con esa sensación de haber visto una tarea bien realizada, y en especial por la gran actuación (primera vez en cine) de Peter Lanzani.
En fin, la película no los va a decepcionar para nada. Cine argentino nuevamente para disfrutar.

Seguramente han de encontrar muchos cabos sueltos y que hacen que la película no llegue a ser del agrado de todos, pero nadie puede decir que el film no cumple con ciertos puntos que la hacen exquisita. He de enumerar:
1- La locación es magnífica, pocas veces he visto un lugar más atrayente en una película. La misma es una Catedral en ruinas, sin techo, donde se llevan a cabo una cena por noche, con una sola mesa, y nunca repiten comensales. Me hace acordar mucho a la película El cocinero, el ladrón, su mujer y el amante.
2- El tacto del director para elegir a los actores es sin duda su mayor apuesta, dado que todos son reconocidos en Argentina y quizás otros países, logrando que cada uno de ellos de lo mejor de si. Todos brillan, todos hacen su mejor esfuerzo, aunque mi debilidad es el gran Oscar Martinez que nuevamente me cautiva con su actuación.
3- La utilización de episodios le brinda variantes al film que logra rozar todos los géneros.
4 - La música es indiscutiblemente la mejor que he disfrutado en el cine este año.
5 - La dirección de Carnevale, siempre tan personal, siempre tan único.

Creo que tienen que ver esta película, sin esperar que sea la excelencia misma, pero estoy seguro que en algún punto, en algún episodio, en algún momento, han de saborearla y disfrutarla, como un menú que no van a volver a probar en sus vidas.

La película en cuestión dirigida por Kaimakamian Carrau no es más que un deseo de película que se queda a mitad de camino, y es que desde el punto de vista que se la mire, el film es carente de todo aquello que hace que uno disfrute del 7mo arte.
Solamente he podido terminar de verla para poder realizar esta crítica y disponerme a colocarle un rotundo 1 que no me genera ningún tipo de culpa.
Ahora bien, la pregunta es ¿Quién convenció a Darín de hacer esto? Y tal pregunta nace de replantear los siguientes puntos:
1- el guión tiene originalidad, pero lo original no convence si solo se queda en ello.
2 -los demás actores que acompañan a Darín son realmente malos. Su actuación opaca además el trabajo de Ricardo.
3- la fotografía es entre bizarra y oscura.
4- las locaciones son patéticas.
5 - la música es quizás su recurso mejor utilizado, pero no acompaña en ningún momento a la escena en la que se utiliza.

Quizás a Darín se le había aconcejado algún trabajo comunitario o demostrar que es un hombre más como cualquiera que se equivoca, pero llegar a participar de esta película ha sido su peor error, que por ser indiscutiblemente el mejor actor argentino, nada lo mancha, nada lo opaca.

Aconsejo a todos NO ver esta película, dado que como todo hombre, yo también suelo equivocarme, y hoy, este ha sido mi error, lo que los convierte a ustedes en ventajosos, dado que si han de caer en mi error, al menos estaban avisados.

Me habían dicho que era mala, pero quise no creerlo y me embarqué con ganas en llevarle la contra a todos aquellos que quizás no sabían apreciar el cine del genial Coppola.

Tristemente, con el pasar de los minutos buscaba algún momento que en destello de gracia, me hiciese encontrar a Coppola en esta película. Pues no, toda la película parece escrita por un adolescente titubeante entre la literatura clásica y las películas comerciales contemporaneas. Si he de resctar algo, ha de ser el juego de colores de algunas escenas que la hacían realmente exquisitas.

Quienes quieren revivir las emociones que Coppola brindaba en sus películas anteriores, y tienen al director como estandarte de la cinematografía, no vean esta película, pues se quedarán como yo, enojado con alguien que se alejó de las buenas historias, para meterse en un género que no le corresponde.

Varias veces vi esta película, incitado por estos dos grandes exponentes del cine argentino, Luis Brandoni y Alicia Bruzzo. La simplicidad de lo cotidiano, y las esperanzas que habitan en los corazones de los protagonistas hacen de esta película un golpe al corazón..
La música y la ambientación, no se quedan atrás para hacerte entrar de lleno en ese barrio con sus simples vecinos pero con sus complicadas maneras de buscar una forma de salir de esa quietud que tienen sus vidas.
Típico film argentino que busca por todos los lados, hacerte sentir una rara y amargante nostalgia.
Excelentes actuaciones que cumplen cada una, un papel fundamental dentro de la película.
Recomiendo esta película a aquellos que busquen una esperanza para vivir, un amor común pero amor al fin, a aquellos que miran a Buenos Aires con esa mirada agridulce, y a quienes quieran ver a dos actores que te hacen sentir en propia piel la tristeza de sus días.