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Estados Unidos Estados Unidos · Nashville
Críticas de Erin and Anton Garcia
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
9
2 de diciembre de 2006
156 de 174 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Te doy mis ojos" muestra, una vez más, que es posible crear una magnífica obra cinematográfica sin necesidad de grandes alardes técnicos, contando una historia sencilla pero bien construida, con un desarrollo impecable y trufada de dramatismo.

Cuando, en la última escena de la película, Antonio ve a través de la ventana de su piso cómo Pilar se aleja en compañía de sus dos amigas Rosa y Lola, una parte de su vida se aleja con ella. Podemos verlo en sus ojos, que destilan una extraña mezcla de miedo, culpa y confusión. "Te doy mis ojos" explora el tema de la violencia de género, un tema polémico y controvertido que, por desgracia, es de candente actualidad en la España contemporánea. Sería fácil tratarlo de una manera puramente superficial, convirtiendo la cinta en un alegato feminista que denunciase el problema sin intentar ir más allá. Pero éste es un tema complejo, y uno de los mayores aciertos de las guionistas, Icíar Bollaín y Alicia Luna, es reconocer su complejidad y ofrecer una exploración seria y verdaderamente acertada del mismo. La película no solamente presenta los hechos, sino que trata de comprenderlos y analizarlos. No nos muestra únicamente el sufrimiento de Pilar, sino que también profundiza en la psicología de Antonio, en los mecanismos de su personalidad que lo impulsan a maltratar a su esposa.

Por supuesto, estamos ante un film en el que la violencia juega un papel fundamental, pero la violencia no es el motivo central de la cinta. Lo primordial en "Te doy mis ojos" es el efecto que dicha violencia provoca en los personajes, de qué manera influye en sus vidas cotidianas y en las decisiones que deben tomar. Por ello, el elemento violento en sí no aparece ya desde el primer instante, sino que lo primero que vemos son los signos y los efectos de una violencia que ya ha tenido lugar sin que la cámara la haya recogido de manera explícita. No quiero decir con esto que no haya violencia explícita en la cinta. La hay, y mucha. Se trata de una violencia que va creciendo hasta alcanzar el clímax en la escena en la que Pilar, ya preparada para viajar a Madrid en busca de un trabajo que dé sentido a su vida, es agredida, desvestida y humillada por un Antonio que no es capaz ni de dominar su ira ni de comprender las ansias y los sueños de su mujer.

Hacia el final del film, Pilar habla con su hermana y le confiesa: “Tengo que aprender a mirarme a mí misma. Yo no sé quién soy”. En mi opinión, ésta es una de las claves de la película. Pilar es un personaje cuyos sueños e inquietudes han sido anulados por la acción de Antonio, que ha modelado y controlado su vida y, en última instancia, la ha destruido. Así, al final la vemos convertida en una mujer que se ve en el espejo y no se reconoce. Para ella no se trata ya de reconstruir su vida lejos de Antonio, sino también de reconstruir la imagen que tiene de sí misma, una imagen que se ha ido borrando durante largos años de violencia y sufrimiento.
Erin and Anton Garcia
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8
9 de noviembre de 2006
45 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Su estatus como primera película sonora asegura a “The Jazz Singer” un lugar privilegiado en la historia del cine. Pero más allá de la anécdota, estamos ante una cinta que posee un verdadero valor artístico propio. Algunos dirían que en realidad no se trata del primer ejemplo de cine sonoro, pues en realidad es un “part-talkie”, es decir, una película muda que contiene ciertas escenas habladas y algunas canciones. Otros cuestionarían la simpleza de su trama, y en verdad no les faltaría razón: “The Jazz Singer” es la historia de Jakie Rabinowitz, hijo de un cantor judío que lo ha educado para que a su muerte ocupe su lugar en la sinagoga del gueto judío de Nueva York en el que vive la familia. El chico, en cambio, muestra poco interés por ocupar el puesto de su padre y decide convertirse en cantante de jazz, adoptando el nombre de Jack Robin, algo que su padre rechaza vehementemente. En principio, una historia simple y por momentos marcadamente sentimental, es cierto.

Pero la fantástica actuación del gran Al Jolson, así como la energía y el desenfado que destila su voz, convierten este film en una pequeña maravilla que, pese a su carácter todavía bastante rudimentario (estamos hablando de una película de 1927), merece ocupar un lugar de honor junto a otros musicales clásicos producidos en Hollywood. Eso sí, “The Jazz Singer” no es un musical al uso: de hecho, las canciones no funcionan como elementos que hacen avanzar la acción, sino que no son más que excusas para que la voz tan personal de Jolson brille en temas inolvidables como “My Mammy”, “Toot, Toot, Tootsie” o “Blue Skies”. En 1927, cuando se filmó esta película, Al Jolson llevaba ya más de quince años siendo el artista más popular y respetado en los teatros de todo el país, gracias a un estilo vocal contagioso e inimitable, pero esta película lo elevó a la categoría de leyenda.

Ver “The Jazz Singer”, pues, no supone únicamente asistir a un instante histórico y decisivo en la evolución del cine, sino que sirve también como introducción a la música y al arte de Al Jolson, hoy injustamente olvidado, pero sin duda, uno de los grandes vocalistas del siglo XX. Quienes disfruten con esta película seguramente no querrán perderse otros filmes posteriores de Jolson como “The Singing Fool”, o su “biopic”, titulado “The Jolson Story”, ambas también muy recomendables.

Antón García
Nashville, TN.
Erin and Anton Garcia
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9
24 de octubre de 2006
49 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La caza", rodada por Carlos Saura en unos momentos en que la dictadura franquista se hallaba en medio de una incipiente apertura al exterior que coincidió con la llegada de la década de los sesenta, es lo que tradicionalmente ha dado en llamar la crítica una película "de personajes", es decir, un filme que se estructura en base a la tensión dramática entre dos o más personajes y que depende básicamente del diálogo para expresar dicha tensión. Tres amigos deciden reunirse, pasados algunos años, para salir de caza como antaño solían hacer, pero no tardarán en comprender que las cosas han cambiado entre ellos de manera definitiva y que no es posible recuperar el pasado.

Bajo el abrasante sol de Toledo –elemento recurrente del film, que subraya constantemente la situación extrema en la que se están colocando los personajes–, van aflorando gradualmente los rencores, las diferencias y las envidias. Todo ello desembocará en la dantesca escena final en la que los tres protagonistas acabarán masacrados los unos por los otros en una orgía de violencia y sangre. La cacería actúa, sin duda, como una metáfora de la Guerra Civil, el principal tabú entre los tres amigos, al que aluden en más de una ocasión sin querer profundizar demasiado en él. Así, organizan la caza como si de una operación militar se tratase, con la cámara recreándose en la minuciosa preparación de las armas que llevan a cabo. A esta visión castrense de la actividad de la caza se une la matanza indiscriminada de conejos, filmada con una gran crudeza, que incide en la naturaleza violenta de los tres protagonistas y nos va preparando sutilmente para el terrible desenlace final.

La Guerra Civil es el gran silencio de la película. "La caza" es una película en la que las alusiones son fundamentales: aquello a lo que se alude pero no se dice es, a veces, mucho más importante que lo que sí articulan los personajes. Arturo es el otro gran silencio del film, la otra ausencia relevante, el personaje que debería participar en la cacería pero que no puede. De él sabemos que se suicidó a causa de cierto desfalco que cometió, pero muy pocos datos podemos recabar sobre él porque los demás personajes aluden a su caso de manera muy superficial.

En definitiva, en mi opinión, "La caza" constituye una obra maestra del cine español, una película producto de su tiempo y realizada en un período en el que era imperante que los directores fuesen cuidadosos e imaginativos para poder contar sus historias en imágenes salvando el escollo de la censura. Al igual que en "Un chien andalou" de Buñuel, en "La caza" la violencia aparece tratada de una manera metafórica, casi lírica, a menudo latente, pero sólo patente –y en toda su crudeza y esplendor– en el desenlace.
Erin and Anton Garcia
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7
4 de julio de 2009
44 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer tuvimos la oportunidad de ver “Away We Go” en Nashville pocos días después de su estreno y nos sorprendió gratamente. No se trata de que no conociésemos a su director, Sam Mendes, autor de otras buenas películas como “Road to Perdition“ o “Revolutionary Road“, pero no sabíamos qué esperar de esta comedia. Y la verdad es que es deliciosa, inteligente y por momentos verdaderamente irreverente.

“Away We Go” cuenta la historia de Burt y Verona, una pareja de treintañeros que se hallan en un momento de drásticos cambios en su vida. Verona está embarazada de seis meses y las perpectivas económicas de ambos no son muy prometedoras, por lo cual se enfrentan a una realidad acuciante: no saben verdaderamente qué dirección deben seguir sus vidas. Por tanto, se plantean la posibilidad de realizar un viaje a través de Estados Unidos y Canadá, visitar a ciertos amigos y familiares y quizá decidir dónde establecerse.

A partir de ahí, Sam Mendes nos invita a un viaje marcado por situaciones absurdas que conjuga a la perfección el humor y la ternura, pero sin caer nunca en el sentimentalismo. John Krasinski y Maya Rudolph están excelentes en los papeles de los dos protagonistas, y también nos ha gustado mucho Maggie Gyllenhaal en su papel de profesora de universidad que ha perdido el contacto con la realidad. Su personaje está un tanto estereotipado, quizá, pero por desgracia abunda en el mundo académico. “Away We Go” es una hermosa historia de amor, ornamentada con un sentido del humor vivo e inteligente, y sin duda, la recomendamos sin reservas.
Erin and Anton Garcia
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8
24 de octubre de 2006
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la llegada de las películas sonoras en 1927, con "The Jazz Singer" de Al Jolson, el cine musical experimentó un boom que continuaría hasta bien entrados los años 40. Y "Love Me Tonight" tuvo mucho que ver con este despertar del musical, por cuanto marcó la pauta que seguiría el género en los años inmediatamente posteriores. Como suele ser el caso en este tipo de películas, el argumento no es lo más importante: en cierto modo, no pasa de ser más que una adaptación del ya muy trillado tema de "La bella durmiente", pero aderezado con unos toques magistrales que solamente podían llevar la firma de un grande como Rouben Mamoulian. De hecho, el director utiliza todo tipo de trucos técnicos, llevando hasta el extremo las posibilidades de la cámara en una época tan relativamente temprana de la historia del cine. Mamoulian no sólo usa la cámara rápida, sino también la cámara lenta en algunas ocasiones, práctica verdaderamente innovadora en la época.

La música de "Love Me Tonight" corre a cargo de Richard Rodgers y Lorenz Hart, uno de los dúos de más éxito del Tin Pan Alley neoyorkino, por estos años todavía debutantes en el cine. Así, los mejores momentos del filme suelen estar salpicados de magníficas canciones como "Lover", "Mimi" o "Love Me Tonight", interpretadas por el siempre excelente Maurice Chevalier y Jeanette MacDonald, que también hizo buenos musicales junto a Nelson Eddy. El carisma de Chevalier es uno de las características sobresalientes de la película, a pesar de (o quizá más bien debido a) su marcado acento francés. Chevalier encarna a Maurice Courtelin, sastre parisino que viaja al palacio de un duque para cobrar unas deudas y acaba haciéndose pasar por barón y enamorándose de la princesa Jeanette (MacDonald). A partir de ahí se suceden los números musicales, muchos de ellos teñidos de un absurdo encantador, mientras Maurice trata de ganar el corazón de la princesa.

La música (¿cómo no?) es una parte integrante de esta película desde el propio inicio, que nos retrata un París totalmente idealizado cuyas calles y habitantes rezuman música de la mañana a la noche. No podía ser de otro modo con Rodgers y Hart enlazando canción memorable tras canción memorable y Chevalier interpretándolas con ese "joie de vivre" que lo hace uno de los actores franceses más irresistibles de los años 20 y 30.
Erin and Anton Garcia
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