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España España · Madrid
Críticas de Wanchope
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Críticas 198
Críticas ordenadas por utilidad
6
19 de julio de 2023
853 de 1081 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay directores que adaptan su estilo a las películas que dirigen, y hay directores que adaptan las películas que dirigen a su estilo. Christopher Nolan es claramente de los segundos, siendo lo que se dice un director, autor y/o cineasta con personalidad de serie y mucho amor propio: Cuesta no reconocer una de sus películas en unos pocos segundos, incluso aunque puedan ser los segundos menos representativo de toda la película.

'Oppenheimer' es claramente una película de Nolan, quien emplea en ella todos los habituales recursos con los que se ha labrado un nombre para contarnos una historia que sin embargo, en esta ocasión, no encaja tan bien con su estilo. Un estilo narrativo "a la carrera" que se adapta muy bien a todo tipo de thrillers, no tanto a un drama "basado en hechos reales" con fondo, trasfondo y un fuerte componente ético y dramático.

Nolan no sale de su zona de confort, sino que mete en ella a J. Robert Oppenheimer, Leslie Groves, Lewis Strauss y a todos los demás para lo que en mi cabeza es una especie de 'Una mente maravillosa' rodada como si fuera 'El caballero oscuro'. En las distancias cortas funciona, por momentos hasta muy bien, y no es difícil sobrevivir a tres intensas y persistentes horas de metraje, largas pero no del todo pesadas.

Ahora bien, su impacto y calado emocionales son cercanos a cero, estando demasiado ahogados por el "machacón" estilo de un Nolan que no concede ni media. 'Oppenheimer' es, básicamente, un biopic oscarizable forzado a ser un thriller épico. Es... el estilo de Nolan, es lógico y esperable, pero enmarcado en una historia, para variar, con un fuerte componente dramático y mayores dobleces deviene en algo no tan efectivo... y sí más efectista.

Que es lo que en realidad es Nolan, sin por ello menospreciar su talento como cineasta. Cuando se trata de jugar con el espectador, pocos mejores que él. Y eso es lo que hace en 'Oppenheimer', convertir la vida real en una especie de juego, tal y como hizo en 'Dunkerque'; en comparación, una película más pequeña, simple, centrada y compacta. Una película más directa y que iba de frente a lo suyo sin meterse en nada más.

Sin embargo 'Oppenheimer' es más compleja y abarca bastante más, con muchas más connotaciones y personajes. Y en esta ocasión Nolan se dispersa y no aprieta, metiendo "en tan solo" tres horas demasiadas "cosas" que no desarrolla. "Cosas" que parece meter por obligación, apenas unos segundos. "Cosas" que aportan su presencia (o sus tetas), no más que su presencia como simples y funcionales recursos de guión.

Quiere ser "importante" en todo momento, pero la grandilocuencia, pirotecnia y falta de sutileza habituales de Nolan enmarañan sus buenas intenciones; empezando por el atronador y hostigador uso del sonido y la música y terminando con un montaje atropellado y frenético, incapaz de aguantar un plano más de cinco segundos y encadenando escenas y acontecimientos sin dejar que la película, los hechos y las emociones respiren.

De esta manera, 'Oppenheimer' acaba resultando una película superficial que de igual modo que la mayoría de Nolan, persiste en su obsesión por el impacto antes que por la sustancia. Una obra pomposa y de tintes efectistas que funciona e incluso intimida en las distancias cortas, pero que transmite una sensación de oportunista fuego de artificio vacío y apátrida. De marear mucho la perdiz pero en realidad tener poco que decir.

Nolan no ancla su película en un punto fijo, y esta divaga de principio a fin sin armar un auténtico discurso, ni mucho menos tan contundente como el de sus trabajos previos. Los personajes van y vienen, las cosas pasan porque así está escrito y la película está rodada en IMAX como podría estarlo en VHS, que no habría gran diferencia. Todo es muy Nolan, absolutamente todo: Tres horas incesantes y apabullantes de Nolan.

Tanto, que entre tanta épica parece no quedar demasiado espacio para conocer a J. Robert Oppenheimer, su historia y sobre todo, la de los títeres (científicos y mujeres) que le rodearon.
Wanchope
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8
5 de julio de 2023
65 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Doce episodios de 15 minutos, uno por cada mes del año. 'Poquita fe' habla de todo el ruido que les impide a los cuarentones concentrarse en lo importante a través de un año en la vida de Berta y José Ramón, dos cándidos inocentones que viven en su mundo pequeño, hecho de detalles pequeños y pequeños momentos. La rutina del mes a mes envuelta en situaciones cotidianas, cercanas y de a pie de calle, y en un humor sencillo, blanco, atemporal y universal.

Los propios Pepón Montero y Juan Maidagán lo explican a la perfección: Es una serie que surge de mirar y escuchar a tu alrededor. Historias que te pasan, historias que te cuentan, personajes que ves por el barrio... Ese tipo de historias mínimas, sin importancia pero simpáticas que cuentas en forma de chascarrillo a quienes ves semana a semana, porque de un mes a otro ya la has olvidado. O porque otras las han reemplazado en nuestra memoria cortoplacista.

Historias que lo pueden ser todo para quienes llevan una vida poco emocionante, de la que nunca harán una película o de la que nunca escribirán un libro. 'Poquita fe' se toma con picardía y humor una vida normal y corriente. Aburrida. La comedia costumbrista que hay a nuestro alrededor, de barrio de toda la vida, con aroma a un tiempo inmediatamente pasado que vale, no fue necesariamente mejor, pero que sí se siente más puro y genuino.

Que sí se siente más cándido y castizo.

'Poquita fe' son doce episodios de 15 minutos, uno por cada mes del año. A nivel argumental no cuenta nada en especial, ni va de nada en particular. Es un repaso a un año de simpáticas anécdotas de una pareja, y de todos los personajes de una forma u otra han formado parte de su existencia durante ese tiempo. Una suerte de 'Modern Family' muy compacto y condensado, de andar por casa y con un toque Berlanguiano para ver, a ratos o del tirón, de camino a cualquier parte.

Para ver una, o más veces, con la alegría de la incipiente carcajada a la vuelta de la esquina, la intensidad de no dar ni un segundo de tregua, su carácter coral, atemporal y universal o la imposibilidad de memorizar tan alto volumen de gags. Puro "humor" de la mano de los creadores de 'Justo antes de Cristo', con otra nueva comedia costumbrista desarrollada a golpe de gag, cotidianidad y las continuas, breves pero geniales aportaciones de secundarios más o menos inesperados.
Wanchope
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8
23 de septiembre de 2023
92 de 129 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ojalá hubiera visto 'Nadie te salvará' sin saber absolutamente nada de ella. Y ojalá Disney hubiera tenido la decencia de haberla estrenado en salas de cine.

Lo uno no quita lo otro, y 'Nadie te salvará' es el placer que sugiere una premisa de lo más estimulante con la que, y esto es lo más importante, su máximo responsable creativo, el guionista y director Brian Duffield, sabe qué hacer. Una premisa que va evolucionando y volviéndose cada vez más intrigante de manera muy hábil e incluso sorpresiva, y que en cierta manera reinventa las 'Señales' de M. Night Shyamalan con una sensibilidad fantástica y dramática muy próxima a la de Jordan Peele. En cierta... y atmosférica manera.

Y puede que esté ya contando demasiado pues, como insinuaba al principio, cuanto menos se sepa de 'Nadie te salvará' mejor. Ojalá una de esas proyecciones como la de 'It Follows' en el Festival de Sitges de la que no sabía nada cuando se apagaron las luces, siendo la del tal Brian Duffield una posible revelación como la de David Robert Mitchell en 2014. Un notable guión impulsado por unas intenciones muy estimulantes respaldado por una no menos notable y elegante dirección, aún con un sprint final algo trastabillado.

Por si fuera poco, además cuenta con el imponente protagonismo de Kaitlyn Dever, joven actriz que por presencia y poderío multifacético recuerda a Saoirse Ronan. Dever asume todo el protagonismo con un estoicismo y fiereza silente con marchamo a icónico clásico de culto inmediato. Lo que ya es 'Nadie te salvará', una estupenda, deliciosa e irresistible experiencia a mitad de camino entre el fantástico, el terror, la introspección juguetona y el cine de la Amblin de los 80 que se convertirá, al tiempo, en una de las grandes revelaciones de 2023.

Por derecho propio.

Pd. En cuanto termina, Disney+ te recomienda a continuación 'Barbarian'. No está para nada mal jugado.
Wanchope
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7
12 de agosto de 2010
80 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stallone ha cumplido su promesa: con estos "mercenarios" recupera fielmente el sabor, tradición y maneras del popular cine de acción que le encumbró como una estrella en los primeros años ochenta, y el cual sustentó el cine comercial hollywoodiense de la época hasta el momento en que los John McClane o Martin Riggs fueron humanizando el concepto del "héroe de acción" de la era Reagan del que tan bien se reía John McTiernan en la notable 'El último gran héroe'. Este tipo de cine violento y áspero, funcional pero dinámico, siempre práctico y amoralmente cuestionable es al que se le rinde un velado homenaje hasta sus últimas consecuencias, retomando sin prejuicio alguno tanto sus pros como sus contras para ofrecer un espectáculo mimético digno del mejor "actioner" de los ochenta... pero en pleno siglo XXI. John Rambo sigue vivo, muy vivo.

Dejando de lado los irrelevantes aunque justificables prejuicios entorno al "fondo" de un argumento por demás irrisorio que podrían enturbiar la efectividad de tan estilizado y eficiente pasatiempo, "Los mercenarios" hace las veces de un alocado e instintivo placer a disfrutar especialmente para paladares con conocimiento de causa merced a su notable carga autorreferencial, y a la que sólo hay que tomar en serio en su apuesta descarnada por satisfacer las necesidades más lúdicas de un público entregado a la acción pura y dura, tarea a la que se aplica con modélica fruición. Desconozco que efecto causará en una platea cuya educación cinematográfica no alcance a ubicar por ejemplo el nombre de Dolph Lundgren, pero la complicidad nostálgica para con el espectador se hace evidente en multitud de momentos, diálogos y fotogramas, ensalzando y dando personalidad a un film tan simple como efectivo. Los 'action man' nunca mueren... tan sólo envejecen.

No deja de resultar ciertamente curioso que lo que hubiera tenido todas las papeletas para ser vilipendiado, rechazado y menospreciado en un momento dado, cuando no obstante hubiera sido "una más", pueda ser ahora aplaudido, respetado y hasta cierto punto incluso considerado casi como un ejercicio de estilo que, apurando los términos, bordea el concepto de "obra de autor". Y es que con el paso del tiempo nos podemos permitir el lujo, el capricho o la molestia de tomar una perspectiva más amplia, abierta, o sencillamente interesada entorno a la dimensión que queramos darle a cualquier propuesta al margen de su impacto inicial. El populista género del "actioner ochentero" siempre fue eminentemente rechazado desde una perspectiva mínimamente exigente negándole la oportunidad de lucir los indudables valores que atesoraba, valores que el aparente reciclaje de ideas al que hay que exponer a cualquier mercado resaltan si bien no como un compendio de virtudes, si al menos como elementos a considerar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Wanchope
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8
1 de junio de 2023
79 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que ya lo fueron 'Spider-Man 2' y 'The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro', esta primera secuela de 'Spider-Man: Un nuevo universo' es una estupenda secuela que realza y potencia las virtudes de su antecesora. También sus vicios, siendo en la práctica una continuación que lleva uno, dos o tres pasos más allá lo visto en la primera. Tanto lo bueno como lo no tan bueno. Una auténtica secuela "más grande, más larga y con cortes" que arrolla a su paso de paso que ratifica que pueden hacer las películas que quieran de Spider-Man que, al igual que ocurre con Batman, mientras conlleven la responsabilidad con tanto honor, orgullo y entusiasmo siempre nos quedaremos con ganas de más.

'Spider-Man: Cruzando el multiverso' no sólo es mejor que la anterior, también es uno de los blockbusters más completos de los últimos años y a nivel visual, una de las producciones más fascinantes y desacomplejadas que haya respaldado nunca un gran estudio. No hay razón para pensar que no vaya a gustar a los que ya les gustó la primera, ni consuelo que alivie la desazón de tener que esperar tantos meses para ver como acaba. Al menos serán "sólo" diez meses y no tres años como con 'El imperio contraataca'. Una película que a pesar del "continuará" se siente, lo dicho, muy completa. Como cine, secuela y blockbuster; como una animación, de superhéroes o de multiversos.

Una producción altamente satisfactoria que te obliga a estar muy pendiente, dado lo imprevisible de su alocada genialidad y su abrumadora esquizofrenia visual. Además, sostenida por un armazón dramático bien armado que respalda con endiablado entusiasmo unas intenciones que por descontado, van más allá de la extensión gratuita de un éxito comercial o de rendir pleitesía a los superhéroes, a la animación o al multiverso de la (en este caso) auténtica locura. Los Daniels seguro que la disfrutan, Sam Raimi también. Y todo pagado por una Sony que igual, quien sabe, debería dejar todo su Universo Marvel en manos de su división de animación y sentarse a mirar (y a disfrutar) desde la barrera.

Porque este "Spider-Man' apesta a lo que por ahora no huelen 'Venom' y compañía: A pasión y responsabilidad. Una incontenible y desbocada pasión por lo que se está haciendo y un extremo sentido de la responsabilidad: Hacia el personaje, su historia, lo que representa, la animación, el propio cine o el espectador. A veces en dosis excesivas: Porque a veces su intermitente seriedad emocional corta un poco el rollo, su interdisciplinariedad plástica resulta demasiado caprichosa o su desenfrenado entusiasmo metatextual es un caos tan arrollador como confuso. Es lo que tiene ir a por todo con tanto ímpetu y determinación: Que arrollas todo en tu camino -interrumpido- hacia el Olimpo.
Wanchope
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