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España España · Vigo
Críticas de Albos
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
7
21 de abril de 2011
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mad Men empieza fuerte. Muy fuerte. La primera temporada es, a su modo tranquilo y sumergido en humo de tabaco y efluvios de whiskey, épico. Draper es cautivación pura, su forma de ver las cosas, de ganarse a la gente, su machismo y suciedad, su pose de hombre duro y respetable, su forma de sentarse, su forma de fumar. Sterling, Peggy, Cooper y hasta el imbécil de Campbell. Sterling-Cooper mola, nos arrastra a una espiral de carisma en la que los ardides publicitarios nos guían a través de una trama costumbrista, sólida y bien contada.

La primera temporada es una delicia de narración, de escenarios, de enfoque y humo. De ardides publicitarios y ruindad y miseria humana. Una explicación razonable y concisa de la fama y premios de esta serie. Sin ninguna duda. Pero la serie no evoluciona bien. A partir de la segunda temporada, el paso de los capítulos la van haciendo una más. Una fulana en el país de fulanas que es la televisión. Atrás quedan las campañas, la psicología... sólo quedan culos y líos. Mujeres y mujeres desfilando como en una galería y de vez en cuando algún hombre. ¿Qué tiene de malo? Hay muchas series que triunfan con esta fórmula. Sencillamente, lo malo es que Mad Men no era una más, no era un árbol en el bosque, era un estanque. Era un riachuelo de aguas deliciosas y ahora parece querer renunciar a ello en favor de la normalidad. ¿Acaso se metieron con Mad Men en el cole de las series?

El paso de las temporadas se salva, únicamente, aparte de la por fantástica factura técnica, por unas tramas subyacentes impecables que superan lo mostrado por la primera temporada muy ampliamente. Pero el modo se cae: tropieza, se cae y muere. Cada campaña publicitaria de la que ahora hablan parecen lluvias de mayo, inesperadas, frescas y deliciosas; ¿dónde están mis campañas? ¿Dónde está lo que hacía que Mad Men fuera Mad Men? ¿Acaso la serie fue, desde un principio, Draper mojando bragas por la calle? Tal vez vi lo que quise ver y vi los ardides, los engaños y la psicología de la publicidad cuando en realidad nunca pretendieron nada de ello.

No os quiero llamar a engaño, me parece una buena serie, pero creo que nunca deberían haber reducido tanto el ratio de mundo publicitario/ mundo real; porque empezó siendo una serie de publicitas con una vida normal fuera de la oficina, a ser una serie de líos normales en la que, muy de vez en cuando, se pasan por la oficina.
Albos
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3
15 de febrero de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película en sí no es más que otra visita al castillo de Drácula. El barón un tipo extraño que vive solo —excepto por el mayordomo—, un castillo tétrico y oscuro, un poco de magia, el juego del desconocimiento y de la oscuridad... la soledad del protagonista, etc. Eso sí, desde el mismo momento en el que aparece el título en pantalla: «The terror», con el pájaro pintado cutremente en pantalla hasta el final de la película, habrá dos constantes: Stefan mola, y el pájaro es su profeta. De hecho, el pájaro (una maqueta adorable, y a veces una mera pintura), aparece varias veces durante la grabación. Normal que incluso forme parte de los créditos, apareciendo junto al título, nada más y nada menos. Los dos puntos salvables de la película son: ese y el toque gracioso que le da el cuidado 0. El Terror es serie B pura. De la de peor calaña.

Los actores hacen un trabajo más bien malo, poco cuidado. Jack Nicholson, en concreto, es absolutamente plano. Sin emoción en la voz. Nada. Karloff se salva de la quema, Dick Miller (Stefan) consigue que le cojas aprecio a su personaje, quizá por ser el único cuerdo de entre el resto de locos, Sandra Knight cumple y Dorothy Neumann, aunque aparece muy poco, sobreactúa; avivando, si cabe, el pestilente aire a serie B.

La música cumple. Es interesante, sobrecargada y ominosa. Lo que más le pega a la película. Ninguna queja por esa parte. Es su tercer punto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Albos
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9
1 de octubre de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parade's End es un culebrón. Nada más. Solo un culebrón. Pero qué culebrón.

Parade's End es solo un culebrón. Como Cumbres borrascosas. Es pasión sin límite, es pura declamación. En Parade's End todo es algo neutro y exagerado a la vez, costumbrista y desacostumbrado. La serie nos planta ante un triángulo amoroso entre Christopher Tietjens (Benedict Cumberbatch), su casquivana y arrebatadoramente sexy esposa Sylvia (Rebecca Hall, que no puede evitar ser una Mujer con mayúscula) y la señorita Wannop (el ángel australiano que es Adelaide Clemens). Parte de la magia, ya de entrada, lo da la perfecta adecuación del reparto. Cumberbatch, uno de esos actores de manual, un británico que es capaz de mostrarse relativamente contenido incluso cuando está gritando presa de la furia. Un trabajo realmente impresionante. Se necesitaba, pues, a unos compañeros de reparto especialmente cumplidores, unas Rebecca Hall y Adelaide Clemens que se convirtiesen realmente en sus personajes; y esto llega a un punto de exquisitez... de cine. De buen cine. Pero en televisión.

Escenas llenas de luz y con colores tremendamente expuestos se alternan con otras entre el humo de las bombas o entre la niebla británica. Idílicos momentos en las señoriales casas ingleses se alternan con sucias trincheras llenas de sangre, lágrimas y quién sabe qué más. Pero de fondo siempre el triángulo y la tortura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Albos
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Matador (Serie de TV)
Serie
Estados Unidos2014
4,4
53
Jay Beattie (Creador), Dan Dworkin (Creador) ...
5
26 de octubre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La serie se estrenó ya renovada por una segunda temporada y, con todo, algo en su premisa parecía indicar que era evidente carne de cancelación. ¿Había realmente algo aprovechable tras la piel de ese agente de la DEA pasado a la CIA que se infiltraba en un equipo de fútbol de Los Ángeles?

Que Matador no es una buena serie, en el sentido más básico del término, salta a la vista desde sus primeros minutos, con esa forzada mezcla y tono pulp pobre de novela de mercadillo. Pero algo en su fórmula exagerada y completamente inverosímil resulta aprovechable, y es que Matador es de esos productos que, aunque no queda muy claro hasta qué punto es consciente de ello, es una comedia pasable.

Todo ese in crescendo absurdo parece tocar techo cada minuto y se convierte casi en su propio gag. No importa adónde está intentando llevarnos Matador, porque el producto no puede ser tomado en serio; pero si aceptamos su frivolidad, su violencia y su ingenuidad, descubrimos que la serie es relativamente disfrutable. Sobre todo si la disfrutamos con amigos… y unos chupitos de tequila.

Desde mi punto de vista, una comedia involuntaria bastante disfrutable a pesar de su escasa (justita, en el mejor de los casos) calidad.
Albos
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3
17 de febrero de 2011
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El experimento parte del famoso experimento de la cárcel de Stanford, uno de esos estudios pseudocientíficos de psicología en el que se separaba a la gente en dos roles extremos, que fueron carcelero y prisionero; y se analizaron los resultados.

La película parte de aquí, de donde creo que es moderadamente fácil construir una historia interesante, y luego lo revienta. ¿Cómo?

Para empezar, hablaré de Hirschbiegel, que se ganó mi cariño y mi respeto con la primera peli que vi suya: El hundimiento. El experimento (Das Experiment) es una película con altibajos narrativos serios y que exhibe una dirección joven, torpe e inexperta, con unos cambios de plano forzados y poco atractivos.

El guión, si bien parte de una buena premisa, no es capaz de aprovecharla. Altibajos de ritmo asfixiantes, pérdida de emotividad de algunas de las escenas más inquietantes y opresivas, una tendencia a la exageración que hacen perder la fuerza inherente al horror de esta historia. Unos personajes absurdamente tópicos y planos.

El reparto es malo. El protagonista no convence, no tiene carisma. El único que se salva ligeramente es el prisionero 38, interpretado por Christian Berkel; aunque puede deberse a la sencillez y planicie del personaje.

La música es horrenda. Sencillamente. El horror. El mal. Un acompañamiento infame, machacón y aburrido.

Las escenas grabadas a través de las gafas (que hasta tienen visión nocturna, para poder grabarlo todo) son de lo más llamativo a nivel visual de la película y tienen algunas de las secuencias más elegantes; por extraño que pueda parecer.


En resumen: una buena premisa perdida por un mal trabajo.
Albos
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