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Críticas de Santiago López
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
3
24 de enero de 2015
229 de 307 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad, que iba con mucha ilusión rumbo a esta película, pues la firma y filma Paul Thomas Anderson, si los hay, uno de los directores mas importantes y rabiosos del cine norteamericano contemporáneo. Si con There Will be Blood y The Master, Anderson lograba recrear un mundo de locura, ambición, poder y desolación (tanto el de una época como el emocional de sus personajes), con Inherent Vice me esperaba una continuación, una línea que confirme la peculiar maestría del realizador en una especie de trilogía cargada de grandes favores desde el punto de vista cinematográfico. Menuda sorpresa me llevé, cuando Inherent Vice me resultó una tremenda desilusión.
Sinceramente, porque no la entendí. Si bien la trama empieza de manera simple, a medida que se va desgranando cae en el puro vicio, en la pura desigualdad, en la pura ambición de abarcar y contar tanto y todo, que se pierde en la nada. Los personajes aparecen y desaparecen a diestra y siniestra, y vuelven a aparecer para luego irse con la certeza de que vuelven con nuevos giros "inesperados", provocando un estado de confusión que realmente exaspera.
Parece todo tan desordenado que realmente la historia, en vez de aferrarse a la mesura narrativa, termina cayendo en la confusión, y al final, casi la mitad de la película no se entiende. Pero nada de nada. Que el barco, que el dentista, que la asiática, que Owen Wilson que va y viene, y va y viene otra vez, que Shasta, que los nazis, y al final, todo, todo, resulta tan provocativo inicialmente, que acaba por desilusionar al transformarse en un producto de empaque bonito pero que nunca conecta, nunca llega, nunca concreta nada de lo central que se busca en toda cinta: contar algo, y contarlo bien. Todo está conectado, es cierto, pero el problema es que no se explica nada, y todos alaban eso, tratando a la historia de juguetona y traviesa, cuando en realidad, todo es un licuado de lo que sale algo con forma de algo que quiere contar algo, que no se sabe bien hacia que rumbo va, pero que ese algo, supuestamente, significa algo.
De vez en cuando, algún monólogo histriónico de algun actor inspirado como Phoenix (que se apodera de la cinta de manera brutal), Brolin o del Toro iluminan la cinta, pero rápidamente, uno se da cuenta que está tan perdido en la historia y la misma historia es una droga de un divague tal que lo único que puede hacer es esperar a ver con que nueva excentricidad Anderson nos va a sorprender en la próxima escena.
Quedando lo bonito del empaque, a nivel técnico, y el carácter andersoniano de estar mas cerca de los excesos que de la tranquilidad, no creo que Inherent Vice represente lo mas fiel e interesante del director. Es horriblemente confusa, con una muy buena historia muy mal contada, que se la da de ejercicio cinematográfico, y ni siquiera llega a explicarse bien en todo el trayecto narrativo.
Difícil, lo acepto; complejo, dos veces aceptado; pero errante y confuso, hasta luego y a otra cosa. Irritan películas de esta clase, no porque no me guste pensar o me sienta inferior cuando la veo, sino porque me resulta incómodo tragarme dos horas y media en algo que realmente no va más allá de lo excéntrico como capa de una trama tan artificial como inherente. Inherente a la nada. Nada más.
Santiago López
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7
13 de junio de 2013
94 de 133 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos decían que no era necesaria una nueva versión. Otros, que era prácticamente imposible que Superman alcance la misma línea y perfil que alcanzó otro personaje de DC Comics: Batman y su fulminante trilogía Nolan. Hablando de Nolan, muchos también, hubieran preferido verlo dirigiendo a él y no a Zack Snyder. Aún así, más allá de estas conjeturas, decir sólo que Man of Steel resucita al héroe es quedarse corto. Realmente es quedarse corto. Tras el fiasco aburrido que resultó ser Superman Returns en 2006, hoy Superman vuelve a colocarse en la línea de primer nivel de superhéroes. Hoy, el hombre de acero vuelve a ser nuestro héroe. Volvemos a creer en él.
Si bien en sus casi dos horas y medias de duración la cinta puede encontrarse pesada, o incluso exagerada en algunos momentos debido a su grandilocuencia visual, no es estúpido decir que es éste el blockbuster por el que se estaba esperando éste año. Más allá del gran elenco secundario -una colección de nominados al Oscar-, Henry Cavill con traje y capa vuelve a hacer que el hombre de acero funcione y se vuelva creíble. Tras la mala experiencia de Brandon Routh, realmente Cavill se vuelve colosal. No ofrece una interpretación genial, pero si es impactante su transformación en lo que todos queremos ver: un héroe. El héroe que ésta franquicia de DC Comics pedía a gritos.
Una aclaración: no es la nueva Batman. Batman es Batman. Y más allá de que Christopher Nolan la haya producido y escrito la historia -no el guión, que es distinto-, no es tan oscura ni tóxica como la renovación que tuvo el hombre murciélago en estos últimos diez años. Se nota la mano de Snyder a la hora de plasmar el estilo gráfico de contar historias, no tan aplastante como en Watchmen o 300 pero si aportandole seriedad y convicción cinematográfica. Éste Superman tiene poco y nada de aniñado, y aunque se lo muestre en sus primeros años, es una visión que no deja de ser adulta.
Como dije antes, Man of Steel no será la mejor película del año seguramente. Pero si será el blockbuster de la temporada que uno estaba esperando hace tiempo -mas aún los fanáticos rabiosos del héroe- y el que mas se dejará ver, oír y apreciar con un gran sentido del entretenimiento, del espectáculo y de la emoción, sin que nada se note falso. Superman ha vuelto. Y para quedarse como se lo merecía.
Santiago López
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8
16 de noviembre de 2014
36 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Affair es una de las series revelaciones del año. No posee una fachada de exagerada grandilocuencia, pero es una serie de gran calibre. Es un producto que apunta a la madurez, a lo adulto, a lo complejo del deseo, a las mentiras de las verdades y los puntos de vista, a las verdades del amor, la traición y el dolor. The Affair abarca el placer culpable del adulterio, la desdicha de las decadencias personales y la tristeza de un par de personajes como Noah y Allison -impresionantes y contenidas interpretaciones de Dominic West y Ruth Wilson- que parecen ahogarse y deambular perdidos en un mundo demasiado apretado.
En la serie, cada detalle importa. Y no estoy hablando de los detalles de la investigación policial que gira en torno a la trama -recurso que por cierto, es sobresaliente en cuanto a la intriga y la duda que genera en el espectador-. No. Estoy hablando de que una mirada, un roce o un simple pensamiento contienen una carga emocional tan importante como los diálogos de los personajes. Los puntos de vista de Noah y Allison, a veces equidistan y a veces se contrarían, pero siempre dejan ver ese manto implacable de las relaciones humanas, que involucran frustración, deseo y esperanza.
Con The Affair, la cadena Showtime se ha jugado con una serie que apunta a lo psicológico y lo emocional, en donde a cada capítulo no solo avanza el misterio policial, sino que también crece y crece ese gran mar de mentiras y verdades, de sueños y desesperanzas, que todo ser humano alguna vez tuvo, afectado por sus ilusiones y contradicciones en medio a lo turbio del deseo y lo prohibido. Una serie notable.
Santiago López
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9
14 de diciembre de 2015
33 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
... siento necesario hacerlo en este momento. Me puedo considerar un seguidor acérrimo de cuanto producto televisivo se estrene. Temporada tras temporada, ahí estoy, tratando de no perderme las novedades que anualmente las grandes cadenas nos ofrecen.
Curiosamente, había postergado el visionado de la primera temporada de Fargo para mediados de éste año. Si, cuestión de atrasos. Una vez vista, realmente había quedado encantado con el empaque y el contenido de la serie; me enamoré de la construcción de los personajes, de las aristas de sus tramas, y más que nada, de ese cinismo y humor negro con que todo había sido planificado por su creador, Noah Hawley.
Meses después, volví a sentarme de nuevo frente a la pantalla de mi TV (PC, mejor dicho). Fargo había vuelto. La segunda temporada estaba a poco de hacer rugir sus motores. Y yo, confiado de lo visto anteriormente, volví a acercarmele, esta vez asiduo semana a semana. Y volvió a ocurrir...
Fargo lo volvió a hacer. Pero a la enésima potencia. Nunca creí que el producto original (la temporada de 2014, no la película de los Coen, que es cosa distinta) hubiera sido moldeado de forma tal que su segunda parte terminó conviritiendose en algo más ingenioso, más inteligente y más vivo. Por ende, más brutal.
Hawley volvió a construir un producto rico en todo. Los personajes de la nueva temporada se entrecruzan y viven de una forma latente (cómo espectador tuve la suerte de desesperarme por cada uno de ellos; buenos, malos y los de en medio). La recreación setentera, una vuelta de tuerca increíble: lo paisajistico es un personaje más, el mapa de ruta de las acciones que terminan condicionando todo, entre el destino, el azar y la suerte.
Y la historia... Qué decir de ella. Quirúrgica, cínica otra vez. Fría como la ciudad. Caliente como la sangre. La violencia retratada de manera bella. La tensión tratada con pulso magistral. Hay puntillazos de narración de primer nivel, que se ven a años luz de otros productos televisivos similares. Y se ocupa de todo: la encarnación pesimista del sueño americano (plasmado cruel y sarcásticamente en Peggy y Ed), la familia como lazo de vida y como ultimátum de muerte, lo nihilista del crimen (Mike Milligan con sus discursos escalofriantemente posmodernistas) y hasta se da el lujo de codearse con el más allá, con lo incognoscible -galácticamente hablando-. Realmente, es una historia casi perfecta, redonda, condensada de manera impresionante en apenas diez episodios, pero con subtramas de gran calidad narrativa, digna de enseñarse en cualquier exposición de guión.
Qué más decir, ¿no? ¡Ah, si! Qué Fargo, en su segunda temporada, me ha encantado. Ha dejado el listón altísimo, para las temporadas venideras y para cualquier otra serie que se estrene cercana a su tiempo. Como formato antológico, hizo lo que a True Detective le resultó imposible éste año y a lo que a American Horror Story le viene resultando impensado desde 2012: superarse a si misma, superar -otra vez, si hacia falta-, al resto.
Una serie impresionante, una historia para congelarla en el cerebro y una nueva lección de cómo contar y plasmar de forma brillante una (segunda) buena idea.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Santiago López
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9
22 de junio de 2015
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el ingenio y la emoción de la historia empiezan a hacer mella dentro de la mente de la pequeña Riley, Pixar provoca que inmediatamente el efecto también se provoque dentro de nuestras mentes y nuestros corazones. Inside Out es ,sin dudarlo, la película más redonda de la productora en años. Creo que desde Up (dirigida por Docter también) y Toy Story 3 no se había visto una cinta de animación que recogiera una gama de emociones tan amplia en grandes y chicos como esta. El viaje al interior de Riley constantemente está plagado de giros y sorpresas, de color y de emoción (si, de emoción, sobre todo). El guión se renueva a cada minuto con nuevas formulas, acudiendo a pesadillas, sueños, incoherencias inconscientes y miedos y secretos de la mente, con el plus de apelar a una arquitectura visual colorida y apabullante. Es interesante el camino que la película recorre en poco menos de una hora y media: de la alegría a la tristeza, o del asco al miedo. Pero también, ese complicado y duro tránsito que empieza a germinar de la niñez a la madurez, en donde el castillo de bobadas o los mundos de caramelo parecen descomponerse ante la nueva gama de responsabilidades que las emociones deben afrontar a futuro. Inside Out hace que prestemos atención a nuestro yo, y a como se preocupa por hacer que sobrevivamos un día más a lo a veces cruel del cotidiano del mundo que nos tocó vivir. La alegría a veces puede resultar optimismo; la tristeza, soledad; el miedo, la resignación ante lo que nos supera; el asco, nuestra defensa ante lo que no nos gusta y el enojo, la reacción del momento ante lo que nos obstaculiza. Cada emoción resulta compleja, y la película entiende a ellas como un sistema en donde cada pieza resulta fundamental, y en donde hasta las partes más opuestas deben hacer lo imposible por equilibrar nuestra psiquis. En definitiva creo que Pixar, tras trabajos más que discretos como Brave, Cars 2 o Monsters University ha vuelto al ruedo con una obra que hace que toca con nuestro niño interior, con nuestro espectador mas soñador y con nuestra persona mas sensata. Inside Out es un homenaje a la infancia, a sus miedos y anhelos. Y como ella, constantemente quiere jugar y conquistar todo lo que tiene a su paso, con simpatía, ingenio y corazón, mucho corazón. Y lo logra, por suerte para nosotros.
Santiago López
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