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España España · Madrid
Críticas de Eduargil
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Críticas 139
Críticas ordenadas por utilidad
7
25 de septiembre de 2017
139 de 183 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ninguno de los personajes de esta película tiene nombres. Javier Bardem es el poeta; Jennifer Lawrence, es la Madre, su inspiración; Kristen Wiig es su editor; Ed Harris es el invitado; Michelle Pfeiffer es la esposa del huésped; Domhnall Gleeson y Brian Gleeson son los hijos del maduro matrimonio. Sin embargo, los personajes de esta película, como veremos, más que figuras, son símbolos; más aún, representan sentimientos, emociones y sensaciones.

Los invitados encarnan las inseguridades y los temores de Madre. Se enfrentan a ella por no tener hijos, cuestionan la fuerza de su relación con su marido, y ponen a prueba sus aptitudes en todos los aspectos. Están allí para robar a su pareja y hacerla sentir incapaz e impotente. Se ofrecen como voluntarios para pintar las paredes y acabar el trabajo que ella no terminó. A medida que se presentan mas y mas visitas, Madre reexamina todo lo que sabe sobre el amor, la devoción y el sacrificio.

Al poeta, la llegada de invitados le aportan ideas y nuevas historias que le devuelven la inspiración para publicar un libro con el que volverá a tener mucho éxito. El mundo entero parece reconocerle su valía, es idolatrado y lo siguen en procesión para venerarlo hasta su casa. A partir de ahora aparece un enfoque religioso, el poeta se convierte en algo parecido a la figura de un Mesías. Sin embargo, sus seguidores son destructivos, egocéntricos e irrespetuosos, mientras que a él le encanta ser el centro de atención, pero en realidad por un motivo de auto-glorificación y de presuntuosidad, no para mejorar. Con todo esto se puede sacar la conclusión que Darren Aronofsky tiene una visión seriamente decepcionante y negativa de la raza humana.

La dirección de Darren Aronofsky nos lleva a detenernos casi por completo en la cara de Jennifer Lawrence, ya que pasa la mayor parte de la película en primer plano reflejando su angustia. Observamos cada uno de sus movimientos de cerca, seguimos siempre su punto de vista y de esta manera, nos vemos obligados a concentrarnos en sus emociones, y así, inevitablemente a empatizar con ella. Al mismo tiempo, intensifica la sensación de desorientación, ya que no siempre tenemos una visión de lo que está sucediendo alrededor de nuestra protagonista. En Madre! existe un retrato tan íntimo de su protagonista femenina como, por ejemplo, en Cisne Negro, y quizás un poco más personal. Los autoinvitados en la casa hacen su vida insoportable, realizando lo que quieren e ignorando su presencia y, como si eso no fuera suficiente, el poeta actúa de forma tan irrazonable e irritante que es casi imposible no despreciarlo.

En un principio la película se nos puede presentar como un completo jaleo. Tras llevar un buen rato de visión es fácil pensar que se trata de una paranoia o delirio de su director, sin embargo, una vez que uno acepta que todo lo que se ve en la película es simbólico puedes empezar a atar cabos y darle un sentido a las cosas. Aunque en general, Madre! es muy extraña, es una experiencia alegórica extrema con multitud de interpretaciones. La fábula retorcida de Darren Aronofsky ofrece mucho más que abstracción surrealista y para algunos puede tratarse de una parábola bíblica moderna. La perspectiva cíclica de Aronofsky de la realidad es completamente simétrica.

Madre! es el retrato más sórdido de la putrefacción del egocentrismo que consume gran parte de la humanidad. Aronofsky parece canalizar sus sentimientos y experiencias en la película, al tiempo que usa cantidad de referencias bíblicas y ofrece comentarios sobre el lado oscuro de la naturaleza humana. Asimismo, hay mucho simbolismo cristiano sobre la creación, la destrucción y el renacimiento. También hay algún sentido solapado sobre la violencia de la creación, sobre los creadores que entregan sus almas a las masas hambrientas, sólo para verlas como se destruyen y devoran.

Darren Aronofsky rellena la trama con innumerables metáforas que muestran su descontento con la actual sociedad, su pesimismo en relación a los rumbos que el mundo viene tomando abocado a un colapso social, financiero y ambiental. De esta forma, dentro de este contexto, comprenderemos más fácilmente lo que la esposa representa en la historia, y el porqué ella es quien más sufre las consecuencias de los actos del marido, ni siquiera percibidas por él. Como poeta que es, su ingenua creencia y optimismo por el ser humano le impiden ver el daño que causa a la propia mujer. Los fanatismos políticos y religiosos, la búsqueda de ídolos salvadores, el culto a las celebridades, la tiranía social, y otras muchas maldades que contribuyen a desolar y atormentar a la humanidad están, de una manera o de otra, reflejadas en Madre! de manera cautivadora y deslumbrante.

La utilización del surrealismo por parte de Aronofsky es una constante a lo largo de su carrera y muy evidente aquí. No todo lo que sucede debe ser interpretado exactamente de la forma en que se presenta, pues, de lo contrario, no encontraremos mucho sentido a lo visto. Madre! es una catarsis agonizante y un descenso inquebrantable hacia la desesperación, la locura y el terror, una experiencia tremendamente intensa desde su inicio, y sólo se vuelve más esquizofrénico, y cada vez más impredecible a medida que avanza. Para aquellos que puedan superar las escenas impactantes y disfrutar con buscar un sentido a lo absurdo y surrealista, entonces con Madre! se encontrarán ante una interesante película.

https://cinemagavia.es/pelicula-critica-madre/
Eduargil
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8
25 de junio de 2017
122 de 165 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carla Simón dirige su primer largometraje, Verano 1993, basado en su propia infancia. La conmovedora historia de una niña de seis años que acaba de perder a su madre, es por el momento la película española mas galardonada del año, con los premios de Mejor Ópera Prima y el Gran Premio del Jurado Internacional de la Sección Gen. KPlus en el pasado Festival de Cine de Berlín, además de la Biznaga de Oro y el Premio Feroz de la crítica en el Festival de Málaga 2017. Estreno 30 de junio.

A raíz de la muerte de los padres de Frida (Laia Artigas) por el Sida, es enviada a vivir a un pueblo de montaña con el hermano de su madre, su tío Esteve (David Verdaguer), su mujer Marga (Bruna Cusi) y su hija, Anna (Paula Robles). La película está basada en las propias vivencias de la directora Carla Simon cuando en el verano de 1993 perdió a su madre y tres años antes había muerto su padre también. Verano 1993 se filmó en el mismo pueblo donde Carla fue enviada cuando tenía 6 años.

Demasiados cambios y tan transcendentales, en tampoco tiempo, transcurren en la vida de una niña de 6 años para poder asimilar y comprender: el traslado de residencia a un remoto pueblo diametralmente opuesto a su antiguo hogar (una concurrida y bulliciosa Barcelona), unos nuevos progenitores bajo la figura de sus tíos que se han convertido en los recientes tutores legales y una hermana pequeña de cuatro años con la que tiene que competir por las atenciones y el amor de sus nuevos padres. Ante la falta de una explicación convincente por parte de los adultos, Frida lucha de forma desgarradora por comprender lo que ha sucedido y adaptarse al nuevo entorno, se consuela con las visitas esporádicas de sus abuelos e inocentemente, con una virgen a la que lleva objetos para tratar de recuperar a su madre.

La soledad y el desconcierto de Frida están bellamente representados en las primeras escenas de la película y deja magníficamente retratado el tema principal de Verano 1993 a través del cual girará el resto del metraje, la figura de un niño tratando de combatir con su dolor interior, incapaz de exteriorizarlo y buscando un lugar en su nueva familia. En ese marco de confusión inicial, vemos a la niña desorientada observando a muchos adultos como invaden su casa de Barcelona, empaquetando todas sus pertenencias para hacer la mudanza. Allí, aparece Frida, casi siempre sola y si hay alguien más a su lado, apenas se hace visible, porque la cámara con constantes primeros planos de ella no se despega de su figura. Carla Simón centra toda la atención en las miradas y percepciones de la niña por su entorno y el mundo que la rodea, es decir, la cámara gira en torno a ella, de tal forma que, cuando no aparece en el encuadre, es como si estuviéramos viendo a través de sus ojos.

Es un emotivo drama, en el que a pesar de la dureza del tema tratado, Carla Simón jamás cae en el sentimentalismo fácil ni tampoco trata de manipular las emociones de los espectadores. La historia nunca toma el camino del melodrama sino más bien abre una ventana a la esperanza y, refleja de forma muy realista, el mundo a través de los ojos de una niña, que tras la pérdida de su madre intenta comprender el significado de la muerte. El nombre de la enfermedad de la madre nunca se menciona, se trata de algo vergonzoso y deshonroso para la familia en una época donde la información sobre el Sida era algo confusa y estaba relacionado, de forma equivocada, a un estilo de vida oscuro.

Las actuaciones de los adultos son correctas y tanto David Verdaguer como especialmente Bruna Cusí están magníficos en sus respectivos papeles. Sin embargo, uno de los mayores atractivos de Verano 1993 reside en la excelente interaccción de las niñas, Frida y Anna, encarnadas por Laia Artigas y Paula Robles. Sus actuaciones son increíblemente naturales, no parecen interpretar a nadie y si, interactuar de verdad. Debido a la espontaneidad y frescura que irradian ambas, da la sensación de ser observadas a través de una cámara oculta sin que ellas se den cuenta, jugando y hablando entre sí. Todo el mérito es para la hábil dirección de Carla Simón que ha sabido extraer de forma magistral esa naturalidad tanto en los diálogos como en el lenguaje corporal de los jóvenes actrices.

Una de las escenas donde vemos con mayor claridad esa espontaneidad y naturalidad de las niñas, de la que he hablado antes, es en la que ambas están jugando, Frida en una tumbona de piscina haciendo el papel de mamá, con la cara pintada, botas camperas, fingiendo que fuma y hablando de la misma forma que supuestamente lo hacía su madre con ella, y por otro lado, Anna haciendo de hija servicial preparándola la comida. Se trata de una simpática escena que produce sufrimiento y horror a la vez, porque dice mucho de la relación disfuncional que tenía Frida con su madre.

Verano 1993 es una conmovedora historia magníficamente dirigida por una realizadora novel, Carla Simón, filmada con mucha sensibilidad y ternura, con unas soberbias actuaciones de las dos niñas, Laia Artigas y Paula Robles, y como broche de oro, posee una poderosa y hermosa escena final que describe de forma magistral todo el sentir de Frida. En resumen, una maravillosa película que seguramente después de los créditos finales, nos la llevaremos a casa con cariño guardada en nuestra mente.
Eduargil
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8
25 de enero de 2017
93 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pequeño Saroo (Sunny Pawar), de cinco años, pasa la mayor parte del día con su hermano mayor Guddu consiguiendo dinero extra, en acciones que chocan con la legalidad, para colaborar con su madre, y cuidar de su hermana pequeña Shekila. Un día, en una expedición nocturna en ferrocarril a otra ciudad, Saroo acompaña a su hermano, a pesar de las reticencias y protestas iniciales de éste. El pequeño está tan cansado que se duerme en un banco de la estación, mientras Guddu se va a un negocio no especificado y le pide a su hermano no moverse de allí hasta su regreso. Cuando Saroo despierta está tan colérico y asustado, que busca a su hermano, entra en un tren vacío y se queda dormido de nuevo, al día siguiente despierta en un vehículo fuera de servicio que se detiene en Calcuta, a miles de kilómetros, lejos de su casa y familia. Saroo aprende a vivir solo en una ciudad que habla bengalí y no entiende el hindi, tras una serie de peripecias entra en un orfanato más parecido a una cárcel, y será aquí, donde la buena fortuna entra en su vida a través de la adopción de una pareja australiana, Sue Brierley (Nicole Kidman) y John Brierley (David Wenham).

La segunda hora de la película, nos traslada veinticinco años después, un adulto Saroo (Dev Patel) en Australia, con sus estudios recién terminados en una Escuela de Administración Hotelera, parece llevar una vida idílica en una casa junto al mar, visitando ocasionalmente a sus padres, preocupado de su hermano adoptado Mantosh (Divin Ladwa) y con una relación estable al lado de su novia Lucy (Rooney Mara), sin embargo, cuando descubre las posibilidades de Google Earth, la obsesión por encontrar a su madre biológica y hermanos se apodera de su vida, y decide buscarlos contando tan sólo con sus recuerdos y una determinación inquebrantable.

La acción de la película se desarrolla entre la India y Australia, atraviesa los continentes, y nos permite conocer las diferentes formas de vida que hay en cada uno de ellos. Después de la aridez y el tumulto de la India pasamos a los paisajes abiertos de Australia dominados por grandes extensiones de agua. Todo es tan diferente como el televisor y el frigorífico del nuevo hogar de Saroo. La presencia natural y la extraordinaria interpretación de Sunny Pawar como el pequeño Saroo en la primera parte, es verdaderamente adorable y cautivadora, transmite una maravillosa y silenciosa mirada mientras descubre y aprende todo, y, lo más importante, consigue emocionarnos profundamente en esta increíble historia.

El guión de Lukes Davies (nominado al Oscar) proporciona una fabulosa conexión con la comida para que Saroo la asocie a sus recuerdos de infancia y orígenes. De pequeño en la India comía con los dedos, y parte de su férrea preparación formativa en Calcuta para su salida al extranjero implicaba aprender maneras en la mesa tanto de comportamiento como de aprendizaje para el buen uso de los cubiertos. En la Universidad de Melbourne donde estudia tiene algunos compañeros indios, y en una ocasión le invitan a comer. Curiosamente, ahora con sus nuevos amigos indios, una vez más es inducido a comer con los dedos. Asimismo, en una incursión a la cocina ve unos dulces indios colorados y brillantes, que activarán su memoria como un resorte con recuerdos del pasado, con imágenes de aquel exquisito y deseado manjar de niñez en compañía de su hermano.

Dev Patel logra de forma brillante y convincente transmitir con una gran sensibilidad y delicadeza, esa sensación de frustración, confusión, y dolorosa pérdida de alguien separado de su familia sin previo aviso, además, realiza una interpretación tan magnífica, intensa y emotiva que consigue introducirnos con suma facilidad en el interior de su personaje, y hacernos sentir en primera persona la angustia asfixiante y el profundo sufrimiento de Saroo por buscar y encontrar sus verdaderos orígenes e identidad, mientras que Nicole Kidman, con este papel podríamos estar ante un verdadero rejuvenecimiento profesional de la actriz, con el retrato de un personaje perfectamente matizado, de una madre cariñosa, comprensiva y con mucha paciencia. Una portentosa actuación de Kidman merecedora de algo más que una nominación al Oscar.

El director Garth Davis y su responsable de fotografía, Greig Fraser (nominado al Oscar) nos deleitan con amplios y hermosos paisajes, presentados a través de largas tomas aéreas panorámicas, sobre todo, de las impresionantes llanuras secas de la India Central. Garth Davis encuentra una fantástica solución usando el ojo del mundo que todo lo ve, de la herramienta Google Earth, como inspiración para el encuadre de Greig Fraser. De ahí vemos como las grúas y cámaras vienen a imitar la experiencia de desplazarse por Google Earth con lo que visualmente resulta bastante sorprendente. La nominación al Oscar a la Mejor Fotografía está mas que justificada.

Lion plantea diferentes cuestiones de peso a lo largo de los 120 minutos que dura la cinta como la pobreza, la adopción, la explotación y la más poderosa, la identidad. La película reúne todos los ingredientes para ser un auténtico éxito de taquilla, posee un toque edulcorado para suavizar el duro trasfondo del tema, tratada con mucha delicadeza y tacto para atraer al mayor número de espectadores posibles, y lleva el sello inconfundible que tanto gusta a las grandes producciones de Hollywood: "Basado en Hechos Reales", para dar mayor autenticidad, fuerza y emotividad a la narración. A pesar de saber todo eso, inevitablemente a la salida del cine, te dejará la sensación de haber visto una grandiosa, conmovedora y hermosa película que te llegará a lo más hondo de tú corazón. Y, por favor, no te levantes de la butaca tan rápido durante los créditos finales, porque te perderás el emocionante encuentro de los verdaderos personajes en la vida real.
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7
13 de enero de 2019
85 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntuación: 7,5

Un sabueso en la aduana

En esta singular y curiosa producción sueca, nos encontramos a la horrible y repulsiva oficial de aduanas Tina (Eva Melander). Una mujer con la nariz como la de un sabueso, que utiliza para olfatear a los viajeros por si pueden tener algo que ocultar.

Ella no solo huele contrabando tradicional (alcohol, drogas) sino que también detecta a un hombre con una tarjeta SD llena de pornografía infantil. Tina es capaz de oler sentimientos de las personas como la culpa, la vergüenza o el miedo. Una característica que la hace perfecta para ser funcionaria de aduanas.

A pesar de ser un activo importante y vital en el servicio de aduanas, es una mujer sensible que no lo tiene nada fácil en su día a día. Oler la miseria en todas partes, sacarla a la luz cuando apuntas a la gente y ser consciente todos los días de que tienes un físico completamente diferente al del habitante promedio de Estocolmo, ciertamente debe ser doloroso. Ella se ve diferente pero atribuye su apariencia a un trastorno hereditario.

Tina se verá algo más que diferente cuando un día conoce al misterioso Vore (Eero Milonoff) durante su trabajo como agente de aduanas. Ese día, toda su vida cambia, cuando ese hombre con apariencia y habilidades similares cruza la frontera. Esto lleva a una relación entre ellos que hace que Tina comience a reflexionar sobre quién es ella realmente. Este será el comienzo de un viaje aterrador y tortuoso que marcará su existencia.

Border trasciende el género

El director Ali Abbasi, nacido en Irán pero residente en Suecia, debutó en el mundo del largometraje hace apenas tres años con su película Shelley en la sección Panorama de la Berlinale y en la sección oficial del Festival de Sitges. Ahora, nos presenta su segundo proyecto, Border, basado en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist.

Recordemos que Lindqvist es el autor de la novela Dejame Entrar que se llevó al cine en 2008 por Tomas Alfredson. Una aparente película de vampiros, aunque la realidad es bien distinta, que cosechó un gran éxito de taquilla, crítica y premios. Aunque este ha sido el principal reclamo inicial para despertar el interés por Border, ambas coinciden en que trascienden el género.

Tina podría haber sido el personaje principal de un cuento de hadas, una princesa al estilo de Fiona como en la película de Shrek. En cambio, Border muestra cómo tratamos a las personas que se desvían de lo cotidiano y que son diferentes. Al mismo tiempo de como es para Tina ese proceso de aceptación, cuando conoce a alguien que se ve tan “singular y peculiar” como ella misma.

Que Border pertenece al mismo autor que Déjame Entrar se refleja en los personajes. El personaje de Tina es como Eli, enigmática y muy complejo. Su inteligencia no se manifiesta explícitamente, pero puede deducirse por el hecho de que puede funcionar perfectamente como un ser monstruoso en una sociedad humana y civilizada. Se ha adaptado bien y ya no la preocupa lo que las personas digan sobre su apariencia después de acostumbrarse a una vida llena de intimidación.

Conexión con la naturaleza

La conexión de Border con la naturaleza es una constante a lo largo del metraje. Se puede apreciar en las bellas y relajantes caminatas de Tina por el bosque. Su amor por los animales proporciona momentos sorprendentes.

Border está repleta de hermosas escenas. La de Tina haciendo una pequeña pausa en un trayecto en coche porque siente que un montón de ciervos quiere cruzar la calle. O aquella otra en la que vemos como se baña en el río.

Variedad de géneros

Ali Abbasi sabe rascar de forma muy acertada varios géneros con diferentes tonos narrativos. A veces Border resulta un cuento de hadas cómico, a veces un thriller opresivo, y otras un romance trágico.

La película es desafiante e impredecible de principio a fin. Contiene una buena mezcla de drama y fantasía. Nada resulta excesivamente exagerado y lo dramático prevalece sobre lo fantástico. La fantasía es solo una parte, pero ciertamente importante. Border es extravagante e increíblemente audaz con una dosis de emoción.

En un principio la historia resulta desconcertante, ambigua y mantiene al espectador constantemente a la expectativa, siempre a la espera de encontrar un sentido a todo lo que ve. De repente, todos esos elementos aparentemente dispares se convierten en parte de una trampa narrativa inteligente. El último acto de Border se despliega inesperadamente a un abismo, los límites de género se revientan, la película alcanza una nueva complejidad y entrega a cada espectador una dosis llena de elementos para pensar y reflexionar.

Conclusión

Border brindará al espectador una experiencia única y extraña, aunque, claro está, la historia no es impecable y podemos encontrar alguna ligera inconsistencia. Sin embargo, nos ofrece muchos giros y sorpresas, además, de atreverse a profundizar de forma existencial sobre ciertos problemas de exclusión social.

https://cinemagavia.es/border-critica-pelicula/
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8
27 de octubre de 2017
71 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Según Ziad Doueiri, la idea de realizar la película se originó “de una manera muy tonta” a través de unos hechos reales hace unos cuantos años cuando el realizador vivía en Beirut, en el lado pro-palestino. Allí, un día de repente, cayó agua encima de un trabajador en la calle y empezó a insultar, entonces Doueiri le espetó que eso no estaba bien, lo que provocó que aquel le insultara. Al darse cuenta el director, de que era palestino por su acento, “yo que tengo un talento fantástico para insultar a la gente, y se lo que decir para hacer daño”, le devolvió el insulto de forma maliciosa.

Su exesposa, Joelle Touma, con la que ha coescrito el guion de la película, acompañaba a Doueiri en esos momentos. Ella le convenció para que pidiera disculpas porque se había excedido en el insulto, pero el trabajador palestino estaba tan dolido que no las aceptó. Aunque el director puntualiza que este hecho anecdótico no es realmente lo que realmente le inspiró, “sino lo que he vivido durante estos años en el Líbano…… por lo que en realidad abrí una puerta a todo lo que viví en esos 40 años…”.

Un incidente aparentemente sin importancia que provoca un insulto es el ingenioso pretexto utilizado por Ziad Doueiri para realizar una parábola sobre la reconciliación nacional, y el conflicto entre palestinos y cristianos libaneses. El Insulto se sustenta en la tensa mezcla étnica y religiosa existente en el Líbano y por las cicatrices todavía sin cerrar de La Guerra Civil de 15 años que terminó en 1990. Este país de menos de cinco millones de habitantes de mayoría musulmana esta formado por varias facciones de cristianos que conforman el 40% de la población, a lo que hay que añadir la presencia de casi medio millón de palestinos apátridas, y además, desde hace un par de años, hasta dos millones de refugiados sirios.

Una disputa local entre dos hombres, Toni (Adel Karam) y Yasser (Kamel El Basha) se convertirá en la lucha entre los cónyugues, familias, facciones religiosas, abogados sin escrúpulos, partidos políticos y lo que es más importante en noticia de interés nacional. La metáfora de Ziad Doueiri sobre la fracturación del tejido social en el Libano queda demasiado patente en El Insulto, hasta en la disposicion de los asientos en la sala del tribunal donde vemos a dos bandos claramente divididos y enfrentados amenazándose entre ellos.

Este enfrentamiento desencadena una serie de reacciones en cadena que llevan a ambos protagonistas a ser el centro de una guerra mediática. Su propia seguridad física ahora está en peligro, ya que los extremistas de ambos lados son provocados e incitados por los acontecimientos producidos en la sala de juicio. Tal es la escala de inquietud que incluso el Presidente del Líbano busca intervenir.

El objetivo de El Insulto, según Ziad Doueiri, no es crear polémica ni promover un debate político sino simplemente “quería escribir sobre dos personas sumamente agresivas y enfrentadas entre si, que al final resulta que tienen cosas en común….”. Al final los dos hombres tienen mas cosas en común de lo que creen. Ambos son trabajadores cuya actividad es hacer o arreglar cosas y, además, se se enorgullecen de lo que hacen. Comparten una aversión por los productos importados de China.

Los títulos de crédito del inicio de El Insulto advierten al espectador de que se trata de una película de ficción fruto de la imaginación del director con el fin de no identificar ciertas opiniones que se dan a lo largo de película con el gobierno del Líbano. Ziad Doueiri admite que fue obligado por las autoridades del Líbano a realizar esto, porque sino no le hubieran dejado hacer la película ,” ..es vergonzoso para mi porque no era mi intención..”.

El Insulto también sugiere continuamente que las mujeres tienden a ser menos irracionales y más comprensibles e indulgentes que los hombres, para quienes el honor y el orgullo parecen más importantes que la estabilidad y la creación un ambiente cívico para todos. “….si las mujeres cogieran el poder en el mundo sería mucho mejor……Si en el mundo árabe la mujer llegara a la política seguro que todo seria diferente…..”, afirma Ziad Doueiri. Además, la película tiene mucho que decir sobre la obstinación masculina y la misoginia que se esconde detrás de la aparente igualdad de la sociedad libanesa.

En El Insulto se muestra la dificultad que tienen algunas personas para aceptar la reconciliación y pasar la página a la historia. Los temas tratados son realmente muchos y muy universales: el odio e intolerancia entre pueblos que comparten un mismo territorio y la inquietante relación entre política y religión.

Para seleccionar a los actores palestinos tuvo el inconveniente de la prohibición existente en Jerusalén para realizar cualquier proceso de casting. Por tal motivo, Ziad Doueiri nos cuenta como se vio obligado a utilizar el Skype para llevarlo a cabo.

El guion esta muy bien equilibrado al poner el foco sobre los prejuicios existentes en la actualidad, sustentados por un pasado histórico en el que el papel de víctima en los numerosos enfrentamientos étnicos en el Medio Oriente no siempre queda muy claro y en donde todas las partes tienen cierta carga de responsabilidad.

Desde un punto de vista visual, aunque gran parte de la película tiene lugar en los tribunales, el director adopta un estilo dinámico y visualmente muy elaborado, con un uso intensivo de steadicams. El ritmo de la narración es ágil, dinámico y constante, gracias a los numerosos giros y vueltas de guion durante el metraje que consiguen mantener vivo el interés del espectador.

https://cinemagavia.es/pelicula-critica-el-insulto-seminci/
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