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España España · Sevilla
Críticas de Pednarcob
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
5
12 de octubre de 2015
120 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejando a un lado las evidentes similitudes con "La última llamada" de Schumacher, perfectamente atribuibles a la casualidad o a la simple coincidencia del marco narrativo, puede decirse que el comienzo de "El desconocido" es bastante bueno, incluso notable. Luis Tosar, se pone en la piel de un director de banco que sube a su coche con sus hijos, imbécil histérica e impulsiva e infantiloide estereotipo de crío respectivamente, cuyas interacciones rayan desde el primer minuto la inverosimilitud, para encontrarse con que "están sentados sobre una bomba".
Partiendo desde aquí, Daniel de la Torre maneja bien la tensión sin caer en los tópicos y recurriendo a esas conversaciones en las que cuatro o cinco personas gritan a la vez y que nos transmiten casi la misma ansiedad que al protagonista; por otro lado, recurre a una estructura clásica de "demostración de intenciones" con personajes completamente accesorios para meternos en la trama mucho más forzadamente de lo que debería, pero lo dejamos pasar, porque de momento no nos toma por tontos.
La segunda mitad del segundo acto está cargada de un profundo dramatismo que los actores transmiten bien, pero una parte de ti ya empieza a notar que se repiten los mismo recursos, e incluso diálogos (sobre todo por parte del desconocido), por parte de los personajes, y las mismas situaciones que antes te mantenían mordiéndote las uñas, ahora te parece que se han desinflado. Pero aun así, la peli aguanta.
Y entonces entramos en la segunda mitad de la cinta.
Te preguntas cómo diablos va a continuar la trama durante mucho más tiempo, y si has visto más películas de este tipo con las que has tenido esta misma sensación, empezarás a temerte que sí: también a "El desconocido" van a sobrarle veinte minutos de metraje. Y efectivamente. No es que el segundo acto empiece mal, porque como mínimo tienes curiosidad, pero ya empieza a meter trucos de manual, como escenas pseudo-catárticas del protagonista ante un simple dato que, llamadme frío, no debe parecer tan relevante si estás sentado sobre una bomba con tus críos (a los que por cierto, a partir de los veinte minutos, empezarás a querer que los vuelen por los aires).
Aún así, sigues. Pero la cosa ya sólo va cuesta abajo.
De menos a más, empiezan a sucederse giros de guión absurdos, sin ninguna base real, y una película que había procurado no caer en el efectismo desde que empezó, se antoja ahora plagada de clichés inverosímiles que te hacen perder interés, por la sencilla razón de que cuando aparece el heroico "todo vale", sabes que la cosa no saldrá como deba en concordancia al desarrollo de la historia, sino como el director o guionista quiera. Ante esto, sólo te queda relajarte e intentar pasártelo bien, porque pese a este intenso aunque olvidable descarrilamiento, "El desconocido" da para pasar un buen rato.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pednarcob
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5
8 de noviembre de 2015
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es que sea mala, sino que es inferior a lo dado; no es que aburra, sino que cansa; no es que la historia no sea buena, sino que está desaprovechada.
Coincido con varias críticas que ya he leído en que Sam Mendes parece querer apartarse de la complejidad narrativa y multidimensional de sus personajes para darnos una entretenida pero olvidable película de Bond llena de clichés al estilo de Pierce Brosnan; esto no es necesariamente negativo, sino sólo decepcionante a la luz de cómo empezó la saga (con el Bond renacido, vulnerable, y humano de "Casino Royale") y de cómo iba (con la implicación personal de 007 en la trama que lo metía de nuevo en el juego, cuyos ecos ni se huelen en esta película, donde la continuación con "Skyfall" resulta forzada, y lo peor, artificial).
Así, donde una campaña publicitaria muy engañosa nos daba a conocer un argumento en el que había multitud de posibilidades, acabamos encontrando cientos de recursos desaprovechados, a saber:
-La relación "personal" de Bond con un desaprovechado Christoph Waltz, cuyo villano raya lo cómico al parecerse tanto a un antagonista de una serie de dibujos animados.
-El personaje de Franz Obenhauser en sí, que aparte de contar con no más de cuarenta escasos minutos de metraje, es plano, vacuo y plagado de tópicos propios de esta clase de pelis, cosa que parecíamos estar dejando atrás con las tres entregas anteriores de Craig.
-Monica Bellucci: me enerva que haya carteles promocionales de "Spectre" con esta actriz, que os juro que no sale más de diez minutos en pantalla.
-La trama: repleta de trepidantes escenas de acción, cierto, pero innecesarias, triviales, inverosímiles y con un desenlace que ya conocemos; Sam Mendes habría de recordar que si quiero ver explosiones y hostias como panes, puedo ver "Los Mercenarios"; si recurro a James Bond, aspiro a otra clase de elegancia y agudeza en el desarrollo, algo con lo que las películas de Connery comulgaban, y que luego fue desapareciendo, hasta caer en el paroxismo propio de "El mundo nunca es suficiente".
-Los giros: todos ellos se desinflan nada más empezar, desde la aparición del señor White hasta la naturaleza de los objetivos del antagonista; por supuesto, no olvidemos la trama paralela en Londres, con Ralph Fiennes haciendo un correcto papel de M, que recuerda irritantemente a "Mision: Imposible V". Pero lo que peor llevo es cómo todos tienen esa pretenciosidad confundida con estilo, esa pedantería confundida con sarcasmo, y esa violencia confundida con dinamismo.
-Las señas de identidad: donde podían haber unido las cuatro películas en una progresión causal, se quedan en una vaga insinuación, que además se sostiene sobre pilares que, cuando les das un par de vueltas, se vienen abajo.
-La chica: en todas las pelis de Bond desde los sesenta aparece una despampanante mujer sin ningún rol dramático más que ser secuestrada y sin ninguna personalidad fuera de parecer "una chica dura"; esto cambió radicalmente con la maravillosa Vesper Lynd de "Casino Royale", un personaje bien interpretado, con matices, y capaz de desafiar a James; en "Spectre", la gran Lea Seydoux se desaprovecha en un papel que le viene corto, que no se desarrolla, que cae en el tópico, y cuya relación con Bond no llegas a creerte en ningún momento; todo esto dejando a un lado la inexistente química entre los dos.
-Varias escenas de acción: ¿por qué la pelea del tren recuerda a taaaantas y tantas películas de acción, y en pleno siglo XXI resulta inferior en tensión, dinamismo y estética a la de Sean Connery con Robert Shaw en "Desde Rusia con amor" (1963)?

En resumen: "Spectre" se deja ver si esperas una peli sobre un Action-Man vacío en el que no queda ni rastro del James Bond que vimos en "Casino Royale", que nos permitía creer que bajo el esmoquin hay un corazón roto; también podrán disfrutarla los que no juzguen en ningún momento la verosimilitud de las acciones de los personajes, o lo más importante, de sus relaciones.
Lo mejor: los créditos iniciales y los primeros treinta minutos.
Lo peor: que hemos retrocedido quince años en la saga de James Bond.
P,D: las pequeñas dosis de humor se empeñan en ser tan acaparadoras que pierden el sentido de la oportunidad, y lo que es peor, de la credibilidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pednarcob
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7
21 de enero de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que hemos de establecer sobre La Novia es que no es una película para todo el mundo. Su complejidad radica en el empeño de la directora por ceñirse al material original de Federico García Lorca, y esto es apto para aquellos que disfruten de él, pero aburrirá a quien esperen más impacto dramático de una historia sobre un triángulo amoroso.
Dicho esto, hay varios aspectos reseñables en este film, tan eventual como arriesgado.
En lo referente al elenco, nos topamos con la primera cuestión difusa. Es evidente que los actores comprenden el drama de sus personajes, pero el empeño por transmitirlo raya a veces la sobreactuación. Es el caso de Inma Cuesta, quien llora muy bien pero ríe muy mal. Su ansiedad se expresa a través de frases susurradas y expresiones descompuestas, siendo todas estas casi indistinguibles. Aún así, la mayoría de sus escenas se presta a esta tristeza contenida, con lo cual no molesta, y uno puede concluir que merece su nominación al Goya. En cuanto a Asier Etxeandia, es indiscutible su empeño en aportar matices. Tal vez el problema no es su potencial interpretativo, que no queda claro hasta el final del segundo acto y el principio del tercero, donde vemos auténtico dolor y rabia en contraposición a la ignorancia pasiva que muestra durante el resto de la película, sino que su personaje tiene menos peso que en la obra de Lorca. Alex García es harina de otro costal. Nominado a mejor actor revelación, le ocurre lo contrario que a Asier Etxeandia: su personaje tiene más peso que el que su capacidad actoral puede soportar. De este modo, no distinguiremos entre su enfado, su tristeza, su miedo, o su pasión. Pero será así desde el principio del film, de modo que podemos pasar eso por enigmático, y aceptar que después de todo, no lo hace lo suficientemente mal como para sacarnos de la película.
Mención aparte merece Luisa Gavasa. Ella sí que merece el Goya a la mejor actriz de reparto. Su personaje es, de lejos, el más interesante de la película, el más coherente, y el mejor transmitido. Asimismo, sabe imprimir a su texto la fuerza que tiene, y es tan dolorosamente sincera que nunca llegará a inspirarnos más que empatía por su posición.
Cuando se trata de la dirección y de la fotografía, existen menos pegas. Paula Ortiz realiza un trabajo magnífico en lo referente a encuadres, escenas de cámara lenta, muestra de escenarios, y extrayendo de cada expresión e interacción de los actores todo lo posible. Especialmente digno de mención el paseo final que pone el cierre a esta gran labor de la directora.
Por último, hemos de mencionar que el guión está a ratos sacado textualmente de la obra original y a ratos emulado con gran precisión, hasta el punto de que cuesta discernirlos. Aun así, cabe resaltar la dicotomía entre el valor para llevar a la gran pantalla un guión de tanta densidad y la falta de riesgo para ensanchar un poco más los límites. Con todo, es probablemente lo mejor de la película.
En definitiva, La Novia gustará si se sabe lo que se va a ver y se aprecia la faceta artística de la historia que pretende contar esta cinta; de lo contrario, puede resultar tediosa y lenta, aunque es poco probable que alguien escape de la arrasadora belleza visual y auditiva que emana de la pantalla casi en cada plano. Con sus desperfectos, vale la pena, aunque sólo sea como hito innovador, y con seguridad triunfará en los premios.
Lorca estaría satisfecho.
Pednarcob
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7
8 de junio de 2015
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
RAZONES PARA VER "SONS OF ANARCHY":

1- SUS PERSONAJES. Si bien durante los primeros cuatro capítulos pueden parecer planos y estereotípicos, esta serie cuenta con algunos de los personajes más memorables de los últimos años: Jax Teller, el heredero, intentando ir por el buen camino y a menudo desviándose, como un Michael Corleone en moto; Clay Morrow, el jefe, el presidente, violento y opresor, con más corazón del que quiere; Wayne Unser, el poli comprado, la corrupción más pura del Cuerpo; y por supuesto, Gemma Teller, la matriarca; nunca quisimos tanto a un personaje tan mentiroso y manipulador, para el que el fin siempre justifica los medios; probablemente, porque el fin es "su familia".
2- SUS RECURSOS NARRATIVOS: Puede parecer muy trillado este rollo pseudo-shakespeariano de padrastro mentiroso, madre con secretos, e hijo ignorante destinado a heredar el trono, pero se le da un enfoque muy extremo; tanto, que resulta creíble, dentro de lo increíble. Más interesante la dicotomía Clay-Jax que la de Jax y Gemma, sin desmerecer a esta. Asimismo, le da otro giro de tuerca y aprieta los clásicos recursos del sacrificio, el asesinato de compañeros (o relativos a compañeros) por "el bien común" y los dilemas familiares, entre otras cosas. Por último, tampoco hemos de olvidar que un par de mafiosos que no cambian la cara, algunos "tiburones" de los negocios sanguinarios y tiroteos en los que sólo mueren secundarios (de otras bandas, por supuesto) no aburren si se hacen bien, y Kurt Sutter y compañía saben llevarlo.
3- DESARROLLOS: "Sons Of Anarchy" sabe sorprender; no siempre, desde luego, pero incluso cuando ves venir de lejos lo que va a pasar, no te levantas del sofá hasta que pasa... y tampoco después. Con todo, hay momentos que verdaderamente dejan con la boca abierta (muertes en su mayoría), o giros de tramas finales que, habiéndolos más o menos rocambolescos, aportan al "in crescendo" en el que van las temporadas un colofón final que las hace memorables.

RAZONES PARA NO VER "SONS OF ANARCHY":

1- SUS PERSONAJES ESTIRADOS: He visto pocas series que alarguen TANTO y tan INÚTILMENTE a algunos de sus personajes (me meto con esto en el Spoiler); llegan ciertos momentos en los que uno se aburre de ver a un personaje del que se sabe que va a morir tirarse una o dos temporadas remoloneando y dando vueltas en el camino para al final, llegar a un sitio que habría tenido mucho más impacto dramático y narrativo si hubiese ocurrido veinticinco episodios antes. Con todo, hay que conceder que la mayoría de estas muertes son tratadas en su momento con el carisma y la emoción que merecen.
2- SUS POLARIZADOS RECURSOS NARRATIVOS: Hay momentos, principalmente a partir del último capítulo de la cuarta temporada, en los que a Kurt Sutter y a su equipo se les van de las manos ciertos dilemas que, o bien se aceptan como si el personaje en cuestión estuviese acostumbrado de todos los días, o bien se solucionan con una última triquiñuela más simple que un botijo. Asimismo, parece que los guionistas fueron leyendo críticas en las que se les reprochaba la vacuidad de algunos capítulos de la sexta y séptima temporada, y en cierto momento de ambas, deciden subir el tono diez o doce mil decibelios por encima de lo que se les pedía, y de lo que era verosímil; no, señores: ni tan peludo ni tan calvo.
3- SUS DESARROLLOS EXTREMOS: de nuevo, es el final de la cuarta temporada el que sirve de detonante para que nos olamos que hay ciertas cosas que no funcionan como deberían. De nuevo, esto intenta solucionarse con toneladas indiscriminadas de sangre sin apenas consecuencias, o sin consecuencias en absoluto, y con gente que se cambia de bando como de calzoncillos, o con gente que Kurt sabrá por qué decide que para salir del agujero, lo más conveniente es traicionar a todos los que tiene detrás, que también reaccionan a veces en exceso, y si puede ser, tanto unos como otros, matando; de esto último tampoco es que me queje, porque como le dije a un amigo, en las dos últimas temporadas SOBRA-GENTE.
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Pednarcob
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9
18 de octubre de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es, en mi opinión, la mejor serie de la historia de la televisión. ¿De qué trata?: Matthew Weiner (cuyo trabajo fue visto anteriormente en "Los Soprano"), nos lleva a los años sesenta, a las agencias de publicidad de Madison Avenue, y nos introduce en un ambiente que atrapa desde el primer momento, un ambiente cargado de erotismo, ambición, perdición, e incluso algo de redención, en el que se respiran los olores del alcohol y los cigarrillos.
Nos encontramos con uno de los mejores personajes que ha dado la televisión en años, Don Draper, brillantemente interpretado por Jon Hamm, que ya desde el primer capítulo de la serie nos indica la temática de sus andanzas: tanto él como sus compañeros son expertos vendedores de "felicidad" en una sociedad cegada por el consumo que busca en la adquisición de bienes aquello que le falta; pero son precisamente Don Draper y compañía los que no logran encontrar la felicidad, por mucho que la busquen.
A lo largo de siete brillantes temporadas de guión inteligente y sucinto, veremos cómo este atajo de perdedores triunfadores construye castillos de naipes mediante relaciones, fugas, u oportunidades laborales, que acaban irremediablemente viniéndoseles abajo, porque el auténtico problema que tienen, como muy duramente acabarán descubriendo, es que no saben qué es lo que quieren, o mejor dicho: qué es lo que les falta.
El magnífico guión de Weiner nos conducirá por conversaciones que parecen versar sobre banalidades cuando en realidad esconden la fragmentación de la identidad de quienes las sostienen; tal vez por esto muchos lleguen a pensar que en esta serie "no pasa nada", y es que es un error fácil de cometer para el espectador despistado o superficial, que no vea en la sucesión de acontecimientos un retrato atemporal del ser humano perdido en una existencia que no comprende, que le ha venido dada, y por la que, al igual que en la secuencia de los créditos iniciales, cae sin ver un final. Por esto, es necesario prestar atención a lo que hay bajo el agua, y no sólo a la parte del iceberg que vemos en la superficie.
En cuanto a las interpretaciones, poco que decir aparte de resaltar lo injustos que han sido los premios con ellas, pues si bien Jon Hamm ha logrado el Emmy y el Globo de Oro al mejor actor en drama, han pasado sin el debido reconocimiento las interpretaciones de Elisabeth Moss, Christina Hendricks, John Slattery, e incluso el pequeño vejete de Robert Morse; por fortuna, esto "se compensa", con múltiples nominaciones y victorias en otras categorías, entre las que se encuentran cuatro premios Emmy a la mejor serie dramática.
La dirección, aunque de esta área tengo bastante menos idea, resulta inteligente, dinámica y profunda a la hora de plasmar momentos, expresiones, miradas, y decisiones sin que tenga que pronunciarse una palabra; de nuevo, mis congratulaciones a Weiner.
Dicho esto, recomendar encarecidamente el visionado de esta maravilla, e instar a hacerlo con la cabeza despejada, o nos perderemos detalles; yo he de volver a verla, porque estoy seguro de haberme perdido mucho.
P.D: en el capítulo uno de la sexta temporada ya queda de manifiesto el objetivo de la serie mediante una cita del "Infierno" de Dante: "a mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba, porque mi ruta había extraviado".
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Pednarcob
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