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España España · Barcelona
Críticas de eldarto
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
4
22 de noviembre de 2017
50 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ir de resaca un domingo a las once de la noche al cine puede ser una idea genial o el mayor de los desastres. Imagino que, en las épocas en que el cine, igual que la vida, era interesante y se podían ver buenas películas, la mayor parte de las veces el plan acabaría constituyendo una idea genial.
Hoy día, época en la que un incansable batallón de modernos se frotan las manos antes de que cada horterada que rezume mínima señal de trascendencia sea estrenada, para después calificarla de "kafkiana", "minimalista", "necesaria" y otros adjetivos que yo dedicaría a mis testículos, ir al cine en estas condiciones es un ejercicio de supervivencia frente al tedio, que ya está instalado de por sí en nuestras cabezas llenas de vidrio y alfileres desde el primer despertar.
Zama presenta una bonita fotografía, un banda sonora más que aceptable, ciertas escenas de notable sensibilidad y un protagonista que por momentos logra ser carismático, por más que el personaje sea un intendente pajillero de fingido estoicismo. El resto son fuegos artificiales, una pesadilla que intenta emular a Konrad, pero sin producir la más mínima emoción, dificultando enormemente seguir la película y rellena de personajes que no aportan nada significativo a la trama (¿el personaje de Lola Dueñas para qué vale? ya sabíamos que Zama es esclavo de la carne, primero por que todos lo somos y segundo por que ya se ve en la primera escena), que por otra parte, dudo exista, más bien es una sucesión de situaciones, algunas interesantes y bien planteadas, pero que en conjunto son un peñazo. Estoy de acuerdo en que una narración no tenga una trama o argumento definido, que no cuente una historia- o no de la manera lineal que acostumbran a ensayar los narradores-, siempre y cuando se proponga indagar sobre la problemática inherente al ser humano, y demostrarnos que lo que creemos son nuestros más oscuros demonios, son extrapolables a todo quisqui. Se me ocurren Leólo, Dostoyevski, Lynch, Marías...incluso el Gran Lebowski, como humilde sucesión de situaciones que no acaban de conformar una trama coherente, sin ningún tipo de ínfulas de grandeza.
Así las cosas, tenemos narradores lúdicos y problemáticas, y narraciones que responden a estas categorías. Esta no es lúdica, por que no cuenta ninguna historia; pero tampoco es problemática desde mi punto de vista, solo un bodrio grandilocuente, ya que no plantea cuestiones esenciales de la existencia, aunque sí parece en condiciones o con intenciones de hacerlo.
Quizá sea una mala adaptación de un libro que no he leído, ya digo que veo una buena premisa, una buena idea detrás del filme, a la hora de retratar ese paisaje tropical teñido de magia oscura, pero para mí se queda en agua de borrajas. Si algún día en los próximos años estoy sobrio o sin resaca, prometo intentar darle un segundo visionado, no vaya a ser que haya vuelto a mear por fuera. Por otro lado, quizá si eso pasa me mata el síndrome de abstinencia.
eldarto
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3
3 de mayo de 2018
21 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se suele acusar a los perros, animalillos, del deleite que les produce olisquear el fruto de sus propias y pútridas entrañas, placer que se supone asociado a ansias de dominación territorial a través del olor que produce el metano expulsado tras copiosas comilonas de pienso.
Se ve que al sr Anderson le sucede lo mismo: necesita imprimirle a sus obras tanta dosis de olor propio- no vaya a ser que lo confundan con cualquier pordiosero desarraigado de esos que vagan por el cine actual- que acaban pareciendo más excrementos que eso, cine: una historia para niños, niños tontos adictos a los teletabis y adultos adictos a Cárdenas, disfrazada de un cartón piedra luminoso y bien construido. Puro artificio, el golpe de mano de un jugador tramposo. Un trilero que nos ha regalado, por otro lado, películas memorables.
Blablabla stop moción blabla juego de luces blablablablablabalabalabalblala monigotes. Monigotes japonesidos a los que viene una chica afroyanki a explicarles que lo hacen mal con los pobres perritos, por que los no yankeed no saben lo que está bien y mal, por que no inventaron la democracia. Entonces, hay que explicarles como la basura residual de la orbe (en la isla basura no picotea restos el aguila calva) ensucia sus conductas, sobre todo cuando estas conductas van dirigidas a los perritos negros que son blancos en realidad...Triste parodia de un James Dean perruno: ese perro rebelde sin causa, callejero y buscavidas que halla la redención en su ascenso social de matao a mascota, de negro a blanco (¡lástima de hocico!). Ojalá la niña esa de intercambio que vino a traerles un poco de orden y democracia a esos japos gatofilicos le hubiera dicho a W.S que dejara de olerse la mierda con tanto disfrute, que dejara de llecarse los dedos a la napia con cada secuencia, y nos ofreciera una película: una historia, una reflexión, lo que el quisiera. No hacía falta que fuera reconocible, para eso sale su nombre en los créditos, y aunque hoy en día todo el mundo se marcha cagando leches del cine no les vaya a pillar el atasco, los créditos también salen antes de la película.
Ah, y porfavor que alguien me explique el final porque estaba soñando con meterle mano a la chica de al lado. Obviamente no se dejó, a ella si le gustaron los putos perritos.

Bah, mejor que no me lo expliquen, prefiero seguir pensando en la chavala, que por cierto es mi novia, para los que ya estaban poniendo el grito en el cielo. O peor, en el 111.
eldarto
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