Este corto, versionando el magnífico Psiconautas, es una obra oscura, cruda, cargada de sentimientos, frustraciones y dolor, con una justa dosis de romanticismo y esperanza.

El uso del color y el sonido nos llevan a disfrutar de un poema audiovisual, pero claro, eso es sólo mi humilde opinión.

Desconocida película dirigida en exclusiva para público adulto (a ver si de una vez por todas a la gente se le mete en la cabeza que la animación no sólo se realiza para público infantil).

Interesantísimo uso de la animación para mostrar imágenes durísimas y crueles.

Artísticamente muy innovadora y dura en la temática, cosa que me sorprendió ya que esperaba una historia agridulce de superación y olvido y no una de venganza y ajuste de cuentas.

Hay que verla.

¿Previsible? ¿Simplona? ¿Estereotipada? ¿Avergonzante por momentos? Culpable de todos los cargos. Sin embargo, tiene ese halo de "y comerán perdices" que tanto nos gusta, esa transformación de patito a cisne que a algunos les encanta y ese mensaje tan bueno de "querer es poder".

No todo en esta vida van a ser platos de Gourmets consagrados como el maravilloso Wilder, a veces también podemos disfrutar de una hamburguesa grasienta.

Que esta película sea mala con ganas no implica que no se pueda pasar un buen rato, desconectarte de todo y disfrutar de la decadencia, la estupidez y la horterada. No nos volvamos tan exquisitos, el cine es producto y es arte. Sin ver películas intrascendentales, no lograríamos apreciar del mismo modo grandiosas obras de arte que a veces tenemos el honor de disfrutar.

Inocencia, bondad, simpatía, carisma, talento, gracia, sinceridad... ¿Quién no se enamoraría de Sam? ¿Quién no querría que un chico se columpiara a varios metros sobre el suelo para arrancarnos una sonrisa? Soy romántica, amo este arte llamado cine y me he rendido a los pies de esta deliciosa criatura encarnada por Johnny Depp.

La película es plenamente la historia entre Joon y Sam, sintiéndolo mucho por el pobre Benny (que en ocasiones estorba y más hubiera valido que tomara el ejemplo de Sam y se tirara a arrancarle sonrisas a Ruthie).

No hay edad para el amor, ni color, ni sexo, ni credo, ni psicopatías... porque así es el amor: la fuerza más poderosa que hay en el mundo. Y no me tachen tan rápido de ñoña, pues todo está cargado de amor, el arte en sí es una concepción de amor, nada existiría sin él.

Yo amo el amor, yo amo el cine... yo te quiero Sam.

Partimos de la base de que la sociedad americana tiene una extraña obsesión por ensalzar las uniones matrimoniales como la culminación de un gran amor, de una entrega absoluta a la otra persona y demás tópicos, que no son más que un pseudo-romanticismo de pacotilla.

Un gran amor contado desde esta visión tan fría, carente de pasión, sin sufrimiento, sin ese ahogarse porque te falta el aire que respira la otra persona, aquí no se encuentra. Felicity es absolutamente maravillosa, las miradas que comparte con Anton son deliciosas, y ese verano en la cama es la escena más preciosa de toda la película, pero ahí queda todo, en un abrir el apetito y quedarse con hambre.

Nos hablan de un amor pueril, que hace que te olvides de todo, hasta de las consecuencias de tus actos, pero luego se olvidan de enseñarnos esa complicidad, no se ven diálogos fluídos entre dos personas que comparten y se adoran tanto, nos perdemos esa pasión que sienten y es que por muy independiente que sea la cinta, no arriesga, se queda en pretensiones, en un uso inadecuado de los ritmos, exacerbando la lentitud innecesariamente. En cuanto a la trama, y como romántica confesa, veo absurdo ese ensalzamiento del matrimonio, una actitud bastante incongruente teniendo en cuenta las dificultades por las que pasan para poder estar juntos. Y se quieren pese a la distancia, se quieren pese a conocer a más gente, pero ¿y dónde está el sufrimiento? ¿dónde está la añoranza? ¿dónde esta ese corazón encogido dentro del pecho?

Pero sobretodo y ante todo, ¿dónde están esos besos de reencuentro llenos de pasión acumulada? ¿Dónde está esa búsqueda desesperada de reencontrar piel con piel? ¿Dónde está esa complicidad en una cama llena de sábanas arrugadas? Y no hablo de escenas de sexo, hablo de escenas de absoluta intimidad y amor, de cariño, caricias y de credibilidad, porque los amantes son los habitantes del país más pequeño del mundo: su propia cama.