Antes de nada, no quiero decir con el título que no me gusten el resto de películas de Quentin, al contrario. Soy un fan de su narrativa, de su acción y de su forma de crear historias. Malditos Bastardos, Django Desencadeado y Los Odiosos Ocho son grandes películas, por decir sus tres obras hasta hoy más recientes. No obstante, siempre he dicho que, dentro del estilo de Tarantino, hay varias clases, varios ritmos. Se puede ver, solo en una película, en las dos partes de Kill Bill, estando la primera enfocada a la acción, y la segunda haciendo más enfasis en diálogos largos. Pues bien, desde Pulp Fiction había echado de menos una película que rescatase esa forma de hacer cine: diferentes historias que acaban conectándose en un hilo común después de haberse macerado al detalle en una mezcla de comicidad, cultura y escenas tan largas como espectaculares en el fondo de lo que quieren llegar a transmitir. Hay tiempo para todo. Es una oda al frenesí y a los excesos, pero también al cine de Hollywood, a las pausas, y al buen gusto por tenerlo todo milimetrado a pesar del riesgo de caer en escenas quizá más lentas y largas de la cuenta. Al final, si sabes apreciarlo, lo pasas por alto.

Es una película larga, sí. Con poca acción y mucho diálogo, también. Es posible que decepcione al fan de Tarantino que realmente lo es por Kill Bill y no por Reservoir Dogs. Pero para otros, este es el Quentin que queríamos que aflorase desde hacía tiempo. Metacine pulpfictionesco en el que sabe recrearse como nadie. No es su mejor película, es posible que no tenga un ritmo perfecto ni que todo el metraje esté aprovechado como podría estarlo. Pero de nuevo vuelve a ser él, en ese estilo transgresor en el que reescribe la historia a su manera, y lo hace de forma sorprendente. Y yo lo gozo.

Daban un pase de esta película hoy en 13 TV, la vi anunciada, y decidí verla de cachondeo, por el simple hecho de que parecía una película tan cutre y de chiste fácil que se prestaba a la burla. Pero todo lo contrario. Es una cinta notable, quizás algo corta y con un guión un tanto light, pero que sabe mostrar la sinceridad, honestidad y la honradez de sus personajes hasta el punto de que llegan a emocionar en algunos momentos.

El actor principal, Valeriano León, se muestra como protagonista absoluto del film con su actuación. Se gana a los espectadores con su personalidad, y en 80 minutos uno es capaz de empatizar con él como si fuera un conocido al que se le coge cariño.

Salvando que como película española de época dictatorial que es, saca a escena todos los tópicos posibles de la España profunda (toros, flamenqueo, etc), de los que estas cintas difícilmente se escapan, es muy recomendable, y sabe llegar.

Aquí estamos, ante la enésima comercialidad veraniega de las salas de cine. Época predilecta de las productoras para sacar al mercado películas con tramas simplonas y fáciles de vender.

Pacific Rim es todo eso y algo más. Porque el cine comercial no es el mal de por sí, pero cuando renuncia a aspectos tan básicos que debería tener una buena película como un guión a la altura o una trama donde todo quede perfectamente explicado y la presencia de cada elemento esté justificada, la cosa ya no va por buen camino. Aquí nos encontramos con unos "enemigos", los Kaiju, que están ahí porque sí, y no hay en ningún momento empatía alguna con ellos. Parecen elementos inertes puestos ahí con el único objetivos de luchar desde el primer momento de la película. Apenas se profundiza en el objetivo de su existencia, salvo cuando un par de científicos (también denominados personajes planos y absurdos más que vistos en películas infantiles) deciden estudiar su cerebro, de los cuales tampoco se saca apenas nada interesante. El resto, un guión malo con conversaciones absurdas, frases típicas, e intentos de citas filosóficas tan "profundas" como "ya lo decía mi padre, si lo tienes delante dispara" o "la suerte favorece a los valientes". Y se quedan tan anchos los tíos, reflexionando tan seriamente en momentos críticos para la humanidad que parecen sacados del anime para adolescentes más burdo que te puedas echar a la cara.

Diversión pura he llegado a leer que dice la gente que es esta película. No entiendo, sinceramente, cómo gente de más de 20 años se puede divertir con semejante despropósito de clichés y frases fáciles más masticadas que un Sugus solo porque hay acción a raudales. Acción que consiste básicamente en una unión de Evangelion y Godzilla con toques de Mazinger Z y los famosos Power Rangers para deleitar al espectador con batallas mastodónticas lentas y sin apenas interés, pues son lo mismo de siempre.

Si es que tenía que haberle hecho caso a mi instinto, y cuando leí que a Hideo Kojima le encantaba esta película, pasar de ella como de la peste. Pero al menos tuve la suerte de ir con amigos y echarnos unas risas de esas que justifican el precio de la entrada.

Walt Disney una vez fue grande. Lo fue porque desarrollaba cuentos de la mejor manera posible. Lo hacía para niños y adultos, cuentos para todos los públicos en los que cualquiera podía sentirse involucrado en las distintas historias.

Hacia finales de los 90 y principios de los 2000, Disney, con su fundador ya en el otro barrio, decidió simplemente explotar todos esos cuentos que la habían hecho una de las principales productoras de cine de todos los tiempos, y empezar a sacar secuelas sin ton ni son. Segundas y terceras partes, destinadas a un público más infantil, de cosas como Aladdin, El Rey Leon, La Cenicienta, La Sirenita, La Bella y la Bestia y un largo etcétera. Pocos clásicos se libraron, y El Libro de la Selva no fue una excepción.

¿Qué nos encontramos aquí? Bueno, pues la historia es lo que cabría esperar de alguien que ha visto la original. El problema es el tratamiento. Bueno no, el principal problema es que estas historias de principio y fin no necesitan secuela, pero eso ya lo sabemos todos. Ahora bien, una vez que ante eso no se puede hacer nada y todos damos por hecho la comercialidad más absoluta como motivo de la existencia de productos como el que nos ocupa, volvamos al tratamiento. Y tenemos que a la película se le elimina la estética y el diseño original para tirar de dibujos que bien podrían pasar por los de cualquier serie mala de Aladdin que puedan poner en Disney Channel los sábados por la mañana. Eso es solo uno de los males, pues el guión y todo lo que le incumbe es nefasto. Expresiones, canciones, líneas de diálogo e incluso cualquier gesto están pensados para conseguir divertir durante un rato a niños de como mucho siete años.

Al menos tira de fan-service y consigue juntar de nuevo a todos los personajes de El Libro de la Selva, además de los nuevos, aunque no estoy seguro de que eso sea bueno o malo. Y la voz de Constantino Romero en Shere Khan en el doblaje español es un punto a su favor, le da un toque de poder al asunto. Por lo demás, siempre nos quedará recordar el tema de la huida de la selva de Mowgli como algo muy serio y a los habitantes de la aldea como a esos extraños humanos, mientras en esta secuela los pintan como si fueran una party de pueblerinos, que dependiendo de la ocasión parece que están o muy integrados en la jungla o como a 20 Km.

Vale, estamos de acuerdo en que es la menos buena de la trilogía. Es cierto, sin duda es la que menos aporta y también la menos original. Lo que no comparto es que Alien 3 esté tan mal considerada en general. Supongo —y en cierto modo entiendo entiendo—, que después de El Octavo Pasajero y Aliens, dos películas que supusieron un antes y un después en sus géneros y en la forma de hacer cine de ciencia ficción, un rebozado de la ideal de la primera con un guión más descompensado y personajes mucho menos memorables hace que cualquiera se pueda llevar las manos a la cabeza la primera vez que la ve. Y si además fue en su momento, esa mala impresión queda grabada eternamente en el recuerdo del espectador. Pero lo cierto es que yo la vi ayer por primera vez, en versión extendida de 2003, que añade media hora de metraje y cambia ciertos aspectos con respecto a la cinta de 1992, y me pareció una película más que decente. Incluso por momentos me pareció hasta notable, y cabe decir que me entretuve mucho con ella.

Alien 3 tiene un problema que eclipsa a los demás, y es que su guión no sorprende. Se fija demasiado en los métodos que tuvo Ridley Scott para hacer impresionar con El Octavo Pasajero, y eso deja cierta sensación de que ya sabes lo que va a pasar cuando la estás viendo. Cuando creas un producto de una saga que imita el estilo de una entrega anterior que rompió moldes y no llegas a ese nivel de excelencia, la crítica del grueso de espectadores es más cruel por algo tan simple como las espectativas. O más allá que eso, el baremo con el que se está dispuesto a medir lo que se hace. A eso hay que añadir la de problemas internos en la producción y dirección que tuvo la película, que no hace sino exteriorizar aún más ese reflejo que dice que Alien 3 es un producto fallido.

¿Pero sabéis qué? Coged el Blu-Ray, poned la versión extendida, olvidaos de Alien 1 y 2, y disfrutad de una de las mejores películas de terror y ciencia ficción del primer lustro de los 90. Nunca habrá otra como Alien de 1979, pero si eres capaz de no pensar en ella, hay que reconocer que en líneas generales Fincher hizo un trabajo muy competente. Por mucho que él ahora reniegue de ella debido a los problemas mencionados.