Visualmente poderosa, moralmente ejemplar; lo primero, por esas contundentemente metafóricas imágenes del tren a toda velocidad, que grafican plenamente todo el conjunto de pasiones desenfrenadas que vivirán nuestros personajes; lo segundo, por las decisiones correctas de uno de ellos, de no sucumbir a las terribles insinuaciones que le fueron planteadas, optando por el buen camino. En sí, nos narra la historia de un crimen pasional, en la cual un energúmeno hombre, llevado por los celos, asesina al supuesto amante de su esposa en presencia de ella, para luego chantajearla para que no lo denuncie. En esto aparece un tercer hombre, que tentado por esta misma mujer parece ser su salvación. En general, una muy buena película, que en lo único que reparo, es para mí, en su injusto final, y otra, que el crimen pudo haber sido fácilmente resuelto, claro, esto lo digo, porque tengo mentalidad de Sherlock Holmes. Para no perdérsela.

Me ha sorprendido gratamente el hecho de cómo maneja con tanta crudeza y realismo un tema tan espinoso como el de la infidelidad, en una época en la que yo pensaba que temas como estos eran un tabú llevarlos a la luz pública de una forma tan frentera; si que estaba yo equivocado, por eso esta película mantiene su frescura, porque perfectamente el tema tratado se adapta a nuestra modernidad sin problema alguno. La historia como ya se ha dicho es un triángulo amoroso, donde una mujer casi menopáusica, inconforme con su vida, le monta los cuernos a su esposo, para después vivir con sentimientos de culpa que le harán arrepentirse de sus instintivas decisiones. Buena película que nos recordará lo perversos que podemos llegar a ser.

El poder del cine reside en la capacidad que tiene de transmitirnos distintos tipos de emociones y sentimientos, de transportarnos a mundos lejanos a nuestro conocimiento, y de enseñarnos experiencias ajenas a nosotros; que es precisamente esto último lo que consigue hacer esta película. Nos lleva de forma realista y casi documental los efectos, desconocidos para mi, que las plantas sagradas de diversas tribus americanas tienen en la mente, del desdoblamiento de la conciencia que son capaces de producir y la tranquilidad que dejan a quien las consume, como una forma de curación del alma. En algunos aspectos me recordó a Trainspotting. Pero además, nos regala una genial historia de vaqueros, con todos sus elementos tradicionales, que a ritmo pausado consigue su propósito. La calificación que le he dado tal vez es exagerada, pero lo hecho porque me parecen injustas la duras críticas que ha recibido. Eso es todo.

No he entendido nada de lo que ha pasado en esta película, la velocidad con la que suceden sus hechos me han dejado botado iniciando el camino, que no he podido darle alcance. Es que aquella sarta de personajes y situaciones nombradas que nunca vemos, sino sólo a través de los diálogos de sus personajes, marean y de verdad. Pese a ello, la película me atrapó desde su comienzo, y me mantuvo atento a sus imágenes hasta el final. Es que esta película tiene un no sé qué en no sé dónde, que te crea la necesidad por descubrir lo qué es, que te llega a cautivar.

Eso sí, me queda la tarea de volverla a ver, para saber qué es eso que me cautiva.

Película con mucha gracia, si tiene defectos no importan, se disimulan muy bien con su alocado ritmo, con estupendos momentos de humor, que garantizan que la diversión esté asegurada. Brillante la actuación de sus dos protagonistas; el histrionismo de Marilyn Monroe es genial, le pone el picante en todo momento, y la solvencia de su compañera, el complemento perfecto. La historia, sencilla, en su gran parte sucede durante un crucero por el atlántico, donde estas dos mujeres con toda esa belleza y glamour que poseen, harán de las suyas; dando comienzo a una serie de enredos para morirse de la risa, manipulando a cuanto hombre se les cruce por delante. Un espectáculo que no hay que perderse.