Sí, es horrible con furia. De verdad. Conforme los primeros minutos corrían, creía yo que ese aire colgado, aletargado, medio fumón, le venía de querer contar una de esas historias espaciales con la típica dinámica lentona, como moviéndose aparatosamente por el vacío universal, donde todo transcrurre a velocidades primitivas a la que uno, como espectador, necesita aclimatarse de a poco, como con 2001, A Space Oddysey, you know...
No pasa gran cosa, vemos que Brad Pitt es un astronauta militar al que nada parece conmoverlo ni ponerlo nervioso. Es hijo de otro astronauta, (Jones), que formó parte de una vieja misión a la órbita de Neptuno a... buscar vida inteligente, pero que desde hace mucho tiempo no se sabe nada. Tampoco se sabe por qué (porque no lo explican), que a cada tanto, a la Tierra llegan aparatosos estallidos en forma de ondas de choque que rompen todo y la sospecha de los militares en Tierra es que provienen de aquella misión neptuniana y necesitan llegar hasta allí para averiguar qué diantres está pasando. Se les ocurre encomendar dicha misión a Brad Pitt, con el sólido argumento de que como es hijo del comandante de aquella misión, pues no hay nadie mejor para ello. El primer paso de la misión consta de llegar a la Luna. Acompaña inútilmente en todo momento Donald Shuterland, con el sólido argumento de que fue un antiguo compañero de papá Jones.
Si ven esta película y cada tanto perciben que aparece Liv Tyler en forma de recuerdos, tipo flashbacks o algo así, no se asusten y tampoco esperen nada revelador jamás. Ok, sigo.
De la Luna, van a Marte, porque lo que no se puede hacer desde Tierra y tampoco desde su Luna, se puede desde Marte y además porque mola. En Marte, hay establecida una base de operaciones desde donde tratan de hacer contacto con el comandante Jones. Después de un par de intentos, Pitt logra hacer un contacto mínimo por radio con su papá y entonces los responsables de este asunto (misión, tarea, encargo, trabajo, qué se yo) al comprender que Jones sigue vivo allí en Neptuno, deciden poner fin a la participación de Pitt, ordenándole que vuelva a la Tierra. Pero Pitt es el protagonista, así que los genios que hicieron este guión deciden que le aparezca en cuestión de segundos y porque sí, una mujer (toda un alma gemela) que le facilita el modo de colarse de forma tonta en un cohete que partirá en misión "Matar a Jones". Una vez allí, Pitt se las emprende a piñas con los tipulantes, algunos mueren por idiotas y, sublevadísimo a los mandos superiores, se hace del control del cohete y continúa viaje a Neptuno.
Al llegar, descubre que todo está roto, lleno de muertos por todas partes, pero se encuentra con Jones, que está perdidamente colifa. Pitt intenta salvar a su padre y llevarlo de regreso a la Tierra, pero obviamente Jones no quiere saber nada, le dice que su deber es encontrar seres inteligentes (como espectador de esta película ese es el momento en que empatizas con Jones como nunca), Pitt le dice que no va a encontrar nada, se lo quiere llevar a la fuerza, pero Jones se zafa y comete suicidio. O sea, lo que pudo haber hecho todo el tiempo que vivió allí, sólo como loco malo y no hizo, lo hace ahora frente a nosotros y para nuestro deleite. Gracias, Jones.
Pitt pone una bomba nuclear en la estación para destruírla y con el sólido argumento de aprovechar el terrible impulso de la explosión resultante, su nave agarra una velocidad de la gran flauta y en qué se yo cuánto tiempo de viaje, llega al planeta Tierra donde no lo están esperando para meterlo preso por haberse sublevado, ni por haberse robado una nave, ni robado una carga nuclear, ni matado gente, ni nada. Vuelve a aparecer Liv Tyler, pantalla en negro, dirigida por James Gray y chau. Eso es todo, en serio. No busquen nada porque no hay nada más que eso. Saludos.