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Colombia Colombia · Bucaramanga
Críticas de Andres Botero
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Críticas 321
Críticas ordenadas por utilidad
7
14 de noviembre de 2014
31 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “God’s Pocket” (USA, 2014) dirigida por John Slattery (actor reconocido y quien empieza una carrera como director de cine), con un guion del mismo director y Alex Metcalf (basado a su vez en una novela homónima de Peter Dexter). Cuenta con la actuación póstuma de Philip Seymour Hoffman, además de Richard Jenkins, John Turturro, Christina Hendricks, entre otros. La película se desarrolla en un ficticio barrio popular de Filadelfia, donde la muerte de un alocado joven desencadena una serie de eventos inesperados que involucran a la mafia y a un periodista alcohólico. El guion nos prepara, en cada momento, para un resultado que termina por no darse. Es por ello que muchos la han clasificado, con cierta razón, como una cinta de humor negro, pero si el espectador se acerca a ella con la intención de ver comedia saldrá insatisfecho. Tampoco es un drama. Se trata, simplemente, de un ingenioso aunque ligero relato que evita que el espectador pueda sentirse cómodo anticipando los hechos narrados. Ahora bien, la crítica ha sido terrible y despiadada con el filme, especialmente por la poca capacidad de la trama de ubicarse en algún género. En este sentido es un filme sin identidad. No obstante, a mí me gustó y no sólo lo digo porque me encantan los actores de la película (especialmente Philip Seymour y Jenkins) sino incluso por su gran defecto: la superficialidad del relato. Las actuaciones me parecieron poco creíbles, pero adecuadas para el gris que se buscaba o que yo quise ver. La fotografía y las escenas son correctas, sin sobresaltos a favor o en contra. Así las cosas, yo la recomiendo (y que se venga encima la crítica) pero que el espectador no vaya con muchas expectativas salvo las de una narración fresca y algo divertida, sin llegar a la profundidad de la comedia satírica. Véanla sin prejuicios, y me comentan. 14-11-2014.
Andres Botero
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7
12 de julio de 2018
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi Journey's End (RU, 2017), dirigida por Saul Dibb [1968- ], hijo del documentalista Mike Dibb, y a quien ya le reseñé una de sus cintas previas: “Suite française”, 2014. Esta película en concreto es la cuarta que dirige y la segunda con una trama bélica. El guion es mérito de Simon Reade y R.C. Sherriff y el reparto está conformado por Sam Claflin (aplausos), Asa Butterfield, Paul Bettany (meritorio) y Toby Jones, entre otros. La obra se centra en un grupo de oficiales de una compañía de infantería británica, quienes esperan en las trincheras la muy temida ofensiva de primavera alemana, en 1918, durante la Gran Guerra (como fue conocida la Primera Guerra Mundial hasta 1939). La película, desde lo estético, es correcta. Las interpretaciones son buenas, sobresaliendo la adecuada caracterización de cada uno de los personajes. Al finalizar, todos logran ser apreciados, a pesar de sus diferencias, por el espectador. Hay que agregar que la puesta en escena es pertinente, lo cual es meritorio cuando estamos ante el género bélico, donde la recreación de los escenarios de guerra siempre es tarea más que compleja. Todo lo anterior permite un producto final entretenido; una cinta “que se deja ver” sin problemas, por decirlo de alguna manera. No obstante, para los fanáticos del género bélico, la obra no logra encontrarse con su destino o, mejor dicho, se queda a medias entre sus posibilidades. Resulta que las cintas bélicas tienen tres opciones básicas: las sencillas, (lo que no significa que sean malas) que son las que se quedan en la acción y la adrenalina de la batalla; las complejas, que son las que buscan movilizar las emociones del espectador para que logre percibir la angustia, el dolor y el miedo que están más allá de la adrenalina de los soldados (por demás, varias de estas cintas suelen ser antibélicas); y, por último, las legendarias, que son las que logran armonizar en un buen producto final, ambas cosas ya descritas. En este caso, la película de Dibb no logra ubicarse en ninguna de estas opciones, aunque estaba haciendo méritos para la segunda. Esto es, que –a pesar de ciertos diálogos profundos entre los oficiales– no me transmitió los sentimientos de claustrofobia, angustia, miedo y decepción que los personajes debieron haber sentido en ese momento. Aclaro, eso sí, que “sentir” no es lo mismo que “escuchar”, dado que es continúo en los diálogos que se aluda a dichos sentimientos, pero no hay un intimismo en la narración que lo vehiculice visualmente, que los vuelva reales. Ahora, pasando a otro asunto, invito al espectador a llenar esa falencia sentimental y se ponga en los zapatos (empatía) de un grupo de hombres, hundidos en trincheras fétidas, esperando una ofensiva que ellos mismos saben les costará su vida, en un tipo de batalla donde la mayoría morirá antes de ver siquiera al enemigo, ante unos mandos indolentes, etc. Recordemos que la Primera Guerra Mundial rompió las formas tradicionales de hacer la guerra, sino también la época. Para poner un caso, la visión nacionalista y patriótica que tanto se exaltó del soldado del siglo XIX se quebró en la mentalidad del soldado de trinchera quien empezó a cuestionarse sobre la utilidad de su sacrificio. Otro ejemplo sería el fin de la forma de concebirse las diferencias sociales que se reflejan a la larga en el campo de batalla. Por todo lo anterior, es que los historiadores le suelen dar un mayor puesto, en una “historia de largo aliento”, a la Primera Guerra Mundial que a la Segunda. La Primera Guerra marcó el fin del “largo siglo XIX” y dio inicio a la era contemporánea. Entonces, si bien la película no transmite que las trincheras que atravesaron Europa marcaron un cambio radical de épocas, le corresponde al espectador no dejar pasar de alto este aspecto y así darle mayor contenido dramático a la cinta. Y todo lo anterior cobra mayor importancia justo ahora que estamos cerca de conmemorar un centenario del fin de dicho conflicto. La recomiendo como entretenimiento. En este sentido no se pierde nada con verla. 2018-07-12.
Andres Botero
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6
18 de junio de 2017
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Kongens Nei” (“The King's Choice”, la “Decisión del rey”, Noruega, 2016) dirigida por Erik Poppe (esta es la primera película que le veo) y con guion de Harald Rosenløw-Eeg y Jan Trygve Røyneland. Basada en hechos reales, expone la invasión nazi a Noruega en 1940 y la forma en la que el rey y su gobierno asumieron con estoicismo las presiones de Hitler para volver Noruega un estado títere. Obviamente, las pocas noticias existentes de esta cinta aluden a la buena aceptación que ha tenido en Noruega, incluso de su casa real, pues obviamente deja bien parada a la monarquía. Sin embargo, llama la atención el silencio de la crítica ante la obra que ahora comento. ¿Por qué? Seguramente porque no ha tenido una amplia difusión, pero también porque la película, si bien está muy bien hecha en cuanto la producción (la escena del hundimiento del barco alemán, de un lado, y el combate entre los soldados noruegos que quisieron frenar el avance de los paracaidistas nazis, son meritorias), sigue siendo una película de lo “políticamente correcto” vuelto historia y cine. Está llena de clichés, pero también hay que decirlo, no son de aquellos que vuelven empalagoso el filme; son llevaderos y no obstaculizan el entretenimiento del espectador. Eso sí, muy importante el énfasis que se hace en la importancia de la monarquía constitucional europea, aquella donde el rey poco o nada interviene en el gobierno, salvo momentos radicales y demasiado críticos que se vuelven leyendas, algunas exageradas, otras acertadas. En este caso, si le creemos a la cinta, la dignidad de Noruega se mantuvo gracias a la decisión del rey de no doblegarse ante las exigencias de Hitler, a pesar de la intermediación del bienintencionado embajador alemán. Incluso, en la historia, este embajador logró poner una fuerza dramática muy interesante entre un coronel del ejército alemán, representante de la fuerza bruta, y un embajador, representante de la moderación y la diplomacia. Se pueden dar clases de teoría política con esta obra. Finalizando, no es nada del otro mundo, aunque no es mala tampoco (la calidad de muchas de sus escenas lo demuestra). Para quien esté interesado en la historia de Noruega puede serle más interesante; sin embargo, quien la vea, no pierda la oportunidad de reflexionar sobre los temas políticos de trasfondo. 2017-06-17.
Andres Botero
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6
24 de enero de 2018
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Alone in Berlin” (RU, 2016), dirigida por Vincent Perez [1964- ], con una amplia trayectoria como actor, siendo este su tercer largometraje. El guion fue hecho por el director, junto con Achim y Bettine von Borries, basándose en una novela de Hans Fallada. El reparto es de lujo: Daniel Brühl, Emma Thompson y Brendan Gleeson, entre los más importantes. Esta cinta, basada en hechos reales, narra el dolor de una pareja alemana de esposos, Otto y Anna Quangel, por la muerte de su hijo, soldado de la Wehrmacht, en la Campaña de Francia. Este dolor, sumado a su ideología política, los lleva a una campaña de mensajes que dejan en lujares públicos, en contra del nazismo, por lo cual pasan a ser perseguidos por la Gestapo. Ahora bien, ¿qué decir de la película? Antes que nada, y para evitar malentendidos, la obra es muy correcta. Es entretenida a la vez que está bien hecha. Pero lo que le sobra de corrección le falta de innovación. Me explico: la narración es clara y digerible, pero le faltó comprometer al espectador en lo que concierne al drama psicológico, no solo de los esposos, sino especialmente del inspector de policía (interpretado por Brühl). El trágico desenlace es visto como algo externo, como si un testigo nos narrase los hechos que vio, pero el drama psicológico quedó por explorar. Además, me quedó la duda sobre la atención que despliega inicialmente el filme en varios personajes, los cuales fueron desapareciendo con el desarrollo del mismo; terminaron siendo intrascendentes para el hilo dramático. ¿Por qué entonces tanta atención inicial en ellos? Tal vez fue que ellos iban a tener un papel más protagónico para el desenlace dramático, pero por problemas posteriores fue necesario suprimir esas escenas. Pero esto es una hipótesis que no pude corroborar. Justo todos estos detalles han dado pie a que la crítica especializada haya sido especialmente dura con la película. Pero a pesar de lo anterior esta cinta sigue teniendo valores importantes que resaltar: i) está bien hecha en lo que atañe a la calidad fílmica; ii) los actores conocen su trabajo (aunque por la rigidez del guion no pudieron dar más de sí); iii) está basada en hechos reales, tan dramáticos en sí mismos, que logran salvar la película; iv) nos invita a reflexionar sobre la valentía de esta pareja de esposos, al enfrentar el régimen con lo que tenían a mano: papel y lápiz; v) si bien no lo desarrolla adecuadamente, le permite al espectador imaginarse la transformación del detective que investiga los mensajes subversivos. En cierto sentido, estas películas sobre cómo los civiles han asumido la guerra, de un lado, y los regímenes totalitarios, del otro, tiene un gran valor político si se les sabe ver bien. Por eso mis aplausos a la obra, que reivindica la valentía de quienes decidieron no ser cómplices de la barbarie. Ahora cabe preguntar, hoy día, quiénes son aquellos que hacen resistencia civil a los totalitarismos políticos contemporáneos. 2018-01-24.
Andres Botero
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9
27 de junio de 2015
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “La dictadura perfecta” (México, 2014) dirigida y coescrita por Luis Estrada con un elenco que ya ha participado en la mayoría de los filmes de este polémico director en torno a cómo funciona el sistema político mexicano (que bien puede extenderse a América Latina). Este filme en concreto refleja como los medios de comunicación y el gobierno mantienen una estrecha relación para manipular a la opinión pública y, de esta manera, garantizar que la corrupción siga haciendo de las suyas. Ahora bien, esta película es la cuarta de una serie de cintas de Estrada sobre la corrupción política, que empezó con “La ley de Herodes” (1999, sobre la corrupción del PRI a mediados del siglo XX), “Un mundo maravilloso” (2006, sobre la manipulación del gobierno en torno a la grave situación del país), “El infierno” (2010, sobre el narcotráfico y cómo atrapó las estructuras de poder) y, finalmente, este filme que ahora comento. Hay que ver todas estas películas para entender el funcionamiento perverso de los sistemas políticos latinoamericanos. El filme, estéticamente, está muy bien logrado. Se nota la madurez del director especialmente en cuanto la fotografía, si se compara con “La ley de Herodes”, sin decir que ésta haya sido mala. El sonido está muy bien y las actuaciones son imponentes. Ahora, antes de pasar a reflexiones políticas en torno al filme, habrá que decir tres cosas sobre esta cinta, desde adentro: a) como bien dice el director al inicio de la cinta, cualquier parecido con la realidad NO es coincidencia. Efectivamente, los aspectos más centrales de la narración están tomados de escándalos reales en la política mexicana. Son decenas los puntos en que la película se conecta con hechos reales del país, lo que tal vez sólo pueda apreciar adecuadamente un mexicano. b) El gobernador ultracorrupto que, gracias a los medios de comunicación (en clara alusión a Televisa), logra el mayor éxito político, es Carmelo Vargas, mientras que el político ultracorrupto de “La ley de Herodes” es Juan Vargas. Ambos roles interpretados por el mismo actor (Damián Alcázar). Creo que el público se imaginó (y es algo que no choca con la trama) que hay un parentesco entre ambos personajes. c) El filme ha sido denostado por la clase política y los medios de comunicación mexicanos, no obstante, quedó como documento fílmico de gran éxito comercial que no deja de cosechar triunfos. Lo que sí me deja inquieto es cómo estas películas que denuncian el quehacer cotidiano son masivamente consumidas pero no provocan, como se esperaría, transformaciones sociales a corto plazo. Parecería que estas películas están en la lógica del consumo: se ve, se dice que reflejan la realidad del país, se continúa todo tal cual. Pasando ya a las temáticas que esta cinta permite para un ciclo de cine foro, debo señalar que son tantas que me limitaré a dos, pero obviamente el espectador sabrá que hay más temas por explotar. El primero tiene que ver con la corrupción y la forma como ésta se ha perfeccionado incluso a costa de la opinión pública que se queja de ella. Es decir, la corrupción logra tales niveles de perfeccionamiento que mucho de lo que creemos la ataca, la termina fortaleciendo, aspecto que analiza Foucault en torno al perfeccionamiento de la perversidad del poder mediante el perfeccionamiento de los dispositivos de control, así como otros trabajos que ya analizaron esta misma situación en torno al derecho anticorrupción. En este sentido encontré una fuerte relación de la película brasilera “Tropa de Élite 2” con este filme que ahora comento. El segundo es que refleja, de una manera contundente, los problemas más serios de nuestra “democracia”, en especial cómo los medios de comunicación terminan por ser más que cómplices en los ejercicios despóticos (y de allí el nombre de la película) del poder político. El cine, hay que decirlo, ha estado muy activo mostrando cómo las democracias están lejos de ser perfectas. Sin embargo, opino yo, aun es una idea que sigue valiendo la pena. Así las cosas, recomiendo ampliamente este filme en especial por sus lecciones políticas que no pueden dejarse pasar por alto. Excelente película. 26-06-2015.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Andres Botero
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