Fotografía cálida y composición atenta y sofocante como lo va resultando cada vez más la retorcida psique da la protagonista (actriz impuesta por la producción, y un poco se nota). La película de la primeriza Carreras mantiene ritmo y pulso desde el inicio hasta el final con un guión linear pero efectivo, con vueltas de tuerca no demasiado sorprendentes pero funcionales. Buena música. Unos créditos finales muy baratos en la estética. Parecen de otra película.

El humor inglés no es para todos, lo sabemos. Es ácido, irreverente y aborrece lo políticamente correcto. O sea que se parece a la España de hace 30 años más o menos, para quien lo hubiese olvidado. Si cuatro idiotas no fuesen pocos se agrega un quinto y ellos se encargan de desgranarnos sus fútiles, estúpidos, contradictorios motivos para justificar lo injustificable: un atentado terrorista. La dirección de arte sucia y la cámara inestable, amén de un trabajo de actores impecable y un guión lúcido y despiadado nos permite entrar en la mente de un jihadista y experimentar el vacío neumático por los minutos del metraje. Como el tema no es nada ligero, la comedia negra proporciona el medio apto para conservar una saludable distancia sin ponernos a dar de gritos ni partir hacia las cruzadas. ¡Ah! Y el que no entiende la ironía, pues ni se moleste en mirarla.

Más artesano que artista y sin olvidar que le debemos títulos como "amanece que no es poco", "los girasoles ciegos" e incluso "la lengua de las mariposas"... nunca le incluiría entre los grandes... ahora, de eso a que haya podido concebir un bodrio pretencioso y amorfo como este, ¡madre mía!, la distancia es mayúscula. El guión es una broma y un pésimo comienzo, el reparto parece fruto de un sorteo pero la guinda sobre la tarta ha sido mirar a Darín aparearse con Irene Jacob. Eso, Cuerda, no te lo perdonaré jamás. ¡Y con dinero público!

Como es mi costumbre la vi sin saber nada de ella. Mis asociaciones automáticas fueron: "quiero ser almodóvar pero no sé como" y "la prota está sospechosamente caracterizada como Paz Vega en Lucía y el Sexo". Pero ni una cosa ni la otra. Guión inconsistente. Actores de parroquia. La señora Suárez es guionista, co-productora y directora: muchos recursos y ningún pulso o rigor narrativo. Además clasista: la protagonista descubre cuanto está perdida cuando se despierta con un hombre del proletariado (si de verdad quería hacerlo cutre, podía haberla hecho acostar con todos, digo yo). Espero desde el fondo de mi corazón que esta mujer no vuelva a poner sus manazas en un proyecto.

En su primer largo metraje, el joven mexicano Hoffman nos cuenta una historia de extrema soledad y dolor, con una distancia casi de entomólogo (subrayada por una luz fría, planos microscópicos o muy amplios, estáticos, largos) que nos obliga a observar fascinados y asqueados de la degradación física del protagonista, un espléndido Alberto Trujillo, pero incapaces de alejar nuestra mirada.

Producción pequeña y un talento más que discreto que le ha llevado a circuitos como Rotterdam, Sundance y Sitges, donde ha sido premiado. No es para todos los gustos ni estómagos, pero a personalmente me ha dejado un buen sabor de boca y curiosidad, por lo que habrá de venir del jovencillo del país del nopal.