La dirección de Tomas Alfredson y, el hecho de que el guión esté basado en uno de los libros de un Jo Nesbo, prometía una experiencia cuanto menos interesante. Sin embargo, la ejecución del mismo es pobre, tanto en la trama como en los personajes.

Un buen elenco de actores principales hacen que mantengas mínimamente la atención cuando, después de la primera media hora, se es capaz de adivinar quién está detrás de toda la trama criminal que se desarrolla en el metraje.

Personajes planos, un guión lleno de inconsistencias y de cabos sueltos que no se satisfacen en ningún momento y una historia que da mucho más de sí con un mejor manejo de los tiempos y los personajes, deja al espectador una única baza disfrutable: una fotografía estupenda de Oslo, Bergen y algunos otros rincones salvajes noruegos.

Película desconcertante. Lo es por la historia que narra y por la forma de narrarla. El director opta por un punto de vista que se aleja del cine de asesinatos/asesinos en serie convencional. Se trata de un juicio a un acusado de realizar videos snuff sobre el que solo hay sospechas. Los indicios están pero no son concluyentes.

A través del personaje de Juliette Gariépy, cuyo personaje lleva el peso de la película y que resuelve de manera notable, observamos cómo, lo que parece una obsesión hacia el asesino o los asesinatos, tiene otros propósitos que se desvelan hacia el final del film.

Acertada, asimismo, la decisión del director de enfrentar a dos personajes que parecen movidos por la hibristofilia - o, al menos, por la creencia de su inocencia - y que resultan diametralmente opuestos.

Arriesgada pero interesante película.