No sé por que me he decidido a escribir una crítica de esta película. Bueno, sí lo sé. Amo a Chiquito sobre todas las cosas, me parece el fistro pecador más gracioso y honesto que ha parido madre. He coincidido un par de veces con él y aseguro que es igual en la vida real que en el escenario. Un monstruo.
La voto con un 4 por él, de hecho es esta una peli con la misma intención que con las que le hacían a Elvis, salvando las distancias, claro está. Y en las distancias está el problema. Cinematográficamente no hay por dónde cogerla, es mala por donde la mires, pero como uno es bastante freak hay que reconocer la presencia del protagonista y de Bigote Arrocet, y si te apetece te ríes, que es a lo que vas, y si no te gusta ni Chiquito ni Arrocet, ¿qué haces viéndola?.
Recuerdo que fuimos ocho colegas al cine, comimos y bebimos bien, ocupamos media fila, sala casi vacía, y la montamos, ja ja ja ja jo jo ja ja, sin parar. Todos fans.
No puedo continuar sin rememorar la escena de los bisontes, toda una alegoría a la desvergüenza. Como si Spielberg hubiera hecho "Tiburón" a base de imágenes de la National Geographic y sacando una cabeza de atún pinchada en un palo de escoba. ¿Hay quién dé más?.
No pasa nada por coger la pandereta de vez en cuando en este país de tanto ilustrado. Para muestra, en su momento fue muy taquillera. Va a ser que nos mola la basurilla.
Por cierto, lo intenté también con la segunda, "Brácula" y ya no pude, mucho más infumable que esta. Ni la terminé.
Hay un par de números musicales sin desperdicio, creo que De La Iglesia se inspiró en ellos para sus "800 balas", y Chiquito rondando a la Jolly (que está bien rica) es impagable. Pura química.
Pues eso.

La jodida corrección política impide que hoy en día se rueden películas con este grado de libertad. Ver un establo lleno de jóvenes chicas desnudas entre la paja, mientras se subasta su carne a precio un poco por encima de la de ternera no es algo que cualquiera encajaría en este hipócrita siglo XXI. Y hay que encajarlo, eso y todo.
"Prime Cut" es de esas rudas historias ambientadas en la América profunda, pero esta es de las buenas. No por nada especial, aunque hay que reconocer que enviar a tu matón de vuelta hecho salchichas para empezar no esta mal, sino principalmente por sus protagonistas. San Lee Marvin por un lado y Gene Hackman por otro, los dos en buen momento. Impagables los primeros planos de Lee. La acción es lo de menos.
Su ambientación, su absoluta inmoralidad. La normalidad en todo ello. Cine cabrón de los 70. Irrepetible. Tenla en tu colección.

Nada sabía yo de este Danny Greene, irlandés abstemio. Todo un ejemplo de cómo mantener la calma.
La película cuenta con los ingredientes necesarios para que te guste. Lo mejor, la ambientación, puros setenta, los coches, los peinados y el estilo de los atentados. El elenco de actores cumple con creces. Cierto es que a Val Kilmer ya hay que barnizarlo antes de cada toma, está al límite el pobrecillo.
Realizada con eficacia y con respeto. Se destila, y crea un aura agradable alrededor del personaje. Como en todas las películas de mafia que se precien, empezando por "El Padrino", todos son malos pero se les coge cariño, ¿será posible?.
Relato donde se combinan de forma acertada, la parte humana con la trepidación de cuanto acontece, no se dejan demasiados respiros. La acción fluye.
De las que hay que ver.

Hasta el pánfilo de Eric Roberts, único defecto de la película, está justificado en el casting, porque hace de pánfilo, luego bien elegido.
Es esta una cinta indispensable, sus dos grandes valores, aparte del consabido guión de Kurosawa, son la manufactura y Jon Voight, quizás su mejor actuación, y ya es decir en un peso pesado como él.
Sólo dos imágenes, esa máquina desbocada de aspecto terrorífico con tantos hierros retorcidos, avanzando sin piedad, y las caras de Voight, repito, inconmensurable en este papel.
A destacar, por no ser el grueso de la historia, el principio en la cárcel, un accesorio muy bien hecho, insisto en la excelente manufactura del film.
De obligado lugar en tu colección. De esas buenas buenas que te llevan al límite. Bienvenido a este trepidante y desquiciado viaje sin retorno.

Atendiendo al libro, las analogías con "Gomorra" de Roberto Saviano, son inevitables. Los orígenes de ambas novelas son similares, es más, ambos autores pertenecen a la misma generación, apenas se llevan un año, y las dos películas se han realizado en Italia. Historias autobiográficas que tratan sobre el particular infierno donde cada uno de ellos ha crecido, repletas de interés por el tabú que contienen y, no nos engañemos, por su carga de violencia, real y extrema. Historias de morbo elevado.
Al igual que le ocurre a la adaptación cinematográfica de "Gomorra", esta "Educación siberiana" intenta crear un producto entendible y digerible en menos de dos horas, se agradece, pero claro, se deja en el tintero mucho, muchísimo.
Para que el gran público permanezca en sus asientos, la película se recrea en aspectos más joviales dejando la brutalidad oculta en las páginas de la novela, para quien le apetezca. De este modo se queda corta en lo que a la verdadera intención del autor se refiere. Así y todo estamos ante un buen film, respetuoso con el lento tempo de la educación que quiere transmitir, sin gratuítas truculencias y otorgando la suficiente seriedad al tema. John Malkovich, como siempre, aporta un extra de calidad con su magistral interpretación. El resto del elenco está a la altura.
Película recomendable que, si despierta tu interés, te llevará a la novela.