Un cuento. Colores y más colores. Música, baile, feria, globos, títeres, magia...un mundo de niños donde, en realidad, mandan los mayores y los propios niños se pierden en la ilusión, ajenos a todo aquello que les rodea.
Un historia de inocencia, de bondad, de pureza, de amor. Una historia contada mediante los sentidos. No hacen falta palabras. Tan solo un baile, un gesto, una mirada, la música...son suficientes para comprender el verdadero sentido de todo.
Leslie Caron hace un estupendo papel. Tan inocente que casi parece que va a ser aplastada por un gigantesco Mel Ferrer, al que la cámara siempre ve desde un punto de vista que lo hace parecer enorme y amenazante, como ella misma lo veía: "el hombre enfadado". Y la última escena es magnífica: "sin palabras".

Cómo convivir con un genio...dicen que los artistas están locos; que son extravagantes, bohemios, melancólicos, agresivos, raros, orgullosos y otros tantos adjetivos...y ésto no es nuevo. Ya desde la antigüedad se le ha dado esta fama a los que destacan sobremanera en algo, sobre todo a los artistas. Incluso en el renacimiento había toda una teoría sobre ello.

La idea no está mal para tratarla en una película, pero parece que le falta algo. Demasiada agresividad quizás y una locura agobiante e histérica. El argumento no termina de ser definitivo en cuanto a la idea principal.

Aun así, Sean Connery cumple con su papel, aunque algo a lo James Bond, quizás porque por aquella época no podía quitárselo de encima...y los toques de comedia no son malos del todo, algunos incluso algo surrealistas.

Gran historia la de esta mujer pero, sin duda y como casi siempre, mucho mejor el libro. La actriz consigue transmitir la idea principal con gran talento, pero la excesiva dramatización de la historia real y algún detalle introducido para mayor espectáculo, otorgan al personaje una agresividad y un egoismo que no se merece. Además, se echan en falta más escenas con los gorilas que, en realidad, son el verdadero centro de la vida de la protagonista.
La idea de ecologismo y repeto a la naturaleza, a pesar de tratarse de un tema moral bastante positivo, se presenta de una forma bastante brusca, que llega a rozar lo exagerado, incluso lo negativo, ya que no se puede anteponer la vida animal a la humana tan crudamente, ni creo que Diane Fosey lo pensara de esa forma.
Por lo demás, las imágenes tipo documental están muy bien conseguidas, siendo algunas de ellas bastante impresionantes; así como algunas escenas y planos. Y la película, en general, es bastante entretenida, llegando a emocionar en algunos instantes. Tal es la magia de la naturaleza, y del cine.

Tres bonitas historias de amor y tres cantos al arte: el baile, la poesía y el trapecio (el arte circense). Las tres presentan una atmósfera de cuento, sobretodo la segunda "Mademoiselle", lo que les confiere un encanto especial.
Yo, en mi caso, me quedo con la segunda historia, "Mademoiselle". Por la atmósfera de cuento de hadas ya comentada: todo ocurre en un lugar idílico y de una forma soñada. Por el color, suave, casi pastel; que nos trasporta enseguida a un mundo fantástico donde nada malo puede suceder y los deseos se cumplen. Por la inocencia de los personajes, por la ternura...Minelli, un amante del cine en color, demuestra con creces su aptitudes, no solo en este aspecto, sino en la polivalencia de su cine, el cual no se queda solo en el musical.
Las otras dos son algo más tristes, aunque nunca dejan de hacernos soñar. La belleza del baile y el vuelo de los trapecistas se convierten en un medio ideal para hacer llegar el amor a los corazones de aquellos que parecían cerrados.

De nuevo otra obra maestra. Una historia con gancho en la que Hitchcock vuelve a demostrar su habilidad como director. Muchas cosas están pasando, todas al mismo tiempo y, aun así, nos parece estar viéndolas todas. No nos perdemos un solo detalle: el caché, la profundidad de campo, el sonido, los movimientos de cámara...todo ello nos permite estar asistiendo a varias situaciones simultáneamente sin necesidad de contemplarlas de forma explícita una por una. Sin darnos cuenta nos convertimos en James Steward, el cual, al igual que al resto de los personajes, nos contagia de su obsesión observadora.

Es, además, una película en la que podemos rastrear detalles de toda la filmografía anterior y posterior de Hitchcock: La soga y Naúfragos (un único espacio, aunque no de forma tan tajante como en las otras dos), Encadenados (el beso de Grace Kelly a James steward), Vértigo (la caída de James Steward), Los pájaros (la palomas sobre los tejados), Psicosis (el viajante limpiando el cuarto de baño)...