Volví a ver esta película por segunda vez en mi vida hace unos días, lo cual no es nada raro si no digo que la anterior vez que la vi tendría unos 6 o 7 años y que no me había vuelto a atrever a visionarla porque el recuerdo que me dejó fue absolutamente aterrador. Pasé varias noches sin dormir, angustiado por la historia de este hombre adulto que se enamora perdidamente de la televisión hasta que lo vuelve loco, de un don Quijote del siglo XXI interpretado con increíble realismo por Narciso Ibáñez Menta.

Este segundo enfrentamiento debo decir que me ha decepcionado, no porque baje ni un solo ápice la calidad de la película sino porque, acostumbrados como estamos hoy en día a contemplar todo tipo de bestialidades en el cine, no me ha dejado aquel efecto que sin duda me
quedó marcado en mi niñez.

Pero este film no es tan solo una historia de terror bien planteada, sino que supone también una crítica atroz a la televisión como único modo de entretenimiento, a la sustitución de la imaginación por la imagen, a la facilidad de consumir historias en lugar de protagonizarlas. Si a todo esto se añade un asombroso final, fuera de todo planteamiento lógico, puedo resumir en que se trata de una auténtica obra maestra desconocida por el gran público y de la que sin embargo llevo acordándome todos estos años hasta que me he vuelto a atrever a someterme a ella.

Cuando veo obras tan sublimes tan mal puntuadas en esta página me duele en el alma; sin duda, me digo, es otro resultado de la LOGSE, la LOCE, la LOMCE y todas las leyes de educación que han acabado por dejarnos un país lleno de mediocridad, pero plagado al mismo tiempo de bonitos acrónimos.

Fíjense si no es lo delicado de las actuaciones. Al fino movimiento de Bonga al inicio del filme le sigue una irreverente actuación de Arnorld que, con sus movimientos acompasados, recuerda al mejor Jim Carrey. Y qué decir de la fenomenal performance grupal encabezada por Takemitsu, que finaliza con un heroico grito brazos en alto, en clara referencia a obras cumbre como '300' o 'El rey León'.

Tan sólo Berardo rompe la magia de esta pequeña joya del séptimo arte; se le ve tenso, fuera de sitio. Para salvar esta mancha en su carrera, Miguel Gomes, el afamado director, emplea la simplona pero efectiva técnica de la aparición de una superestrella inesperada al final del metraje, que se especifica en el spoiler para no molestar a aquellos que quieran dejarse sorprender. Decir que además, todo ello está rodado en un atrevido plano secuencia, muy similar al de la primera temporada de 'True Detective'. En definitiva, disfruten y no prejuzguen, puesto que es una obra para revisitar todas las veces que sea posible.

No tenía pensado hacer una crítica de esta película, y es que sólo acostumbro a escribir en esta página cuando he visto algo que me ha llamado mucho la atención, tanto para bien como para mal. Sin embargo, y tras haber leído las críticas anteriores a la mía me he visto obligado a exponer mi opinión, ya que es muy diferente a la de la gran mayoría de los cinéfilos.

'Rey Gitano' no es una buena película, ni siquiera lo pretende. Desde el primer segundo de metraje se mueve claramente en las cloacas del cine (incluso del español). Pero no por ello deja de cumplir de sobra con su cometido, que no es otro que el de darnos casi dos horas de humor política y moralmente sumamente incorrecto. Y es que a Ulloa le da tiempo para meterse con el patriotismo español, los nacionalismos, la monarquía, la Iglesia, el FMI...

Cabe destacar por encima de todo a la pareja que forman Manuel Manquiña y Karra Elejalde. Su química como pareja patética de espías es uno de los platos fuertes de una película que, en ocasiones, resulta excesivamente monótona. Aún con todo, 'Rey Gitano' es, en mi opinión, una comedia gamberra y desenfadada más que recomendable para uno de esos ratos en los que apetece de todo menos pensar. Que no sólo de Woody Allen se puede alimentar uno.

Tras la maravillosa 'Bambi Meets Godzilla' (1969), en la que el derroche de guión y efectos especiales maravilló hasta al mismísimo Spielberg, treinta años después, con una notable pérdida de calidad visual y sonora (era difícil alcanzar el nivel de la original), Eric Fernandes nos trae la segunda parte de esta maravilla del séptimo arte. (Cuidado con el SPOILER de la primera parte).

Tras el cruel asesinato de su padre a manos (mejor dicho, a pie) de Godzilla, el inocente hijo de Bambi es el próximo objetivo de la ira del monstruo nipón. Estén muy atentos, porque el giro argumental que da en esta segunda parte la trama es prodigioso y difícilmente esperable. Gracias, señor Fernandes, por hacer del cine un lugar mejor.

P.D.: Pido no tener que esperar otros treinta años para saber si Godzilla también tiene un hijo con instintos asesinos. Ánimo Fernandes, confiamos en tu talento.

Estoy harto de películas con títulos atrayentes que, tras verlas, te dejan hundido por tus expectativas previas previas. 'Un día sin fin', por ejemplo, sólo dura hora y media. 'La historia interminable', cuatro minutos más. Por eso, cuando te encuentras, gracias a la lista de 'Las películas peor votadas de Filmaffinity', una obra como 'The Vampire Attack', este sentimiento de promesa no cumplida (también conocido como 'Efecto Rajoy') no se produce, y eso es algo a valorar positivamente.

Es decir, 'The Vampire Attack' muestra el ataque de un vampiro. Bien es cierto, y por eso sólo le he puesto un 6, que podría haber empleado un título aún más aclaratorio, ya que éste no hace referencia al niño que es atacado. Para mí, y con esto cierro esta crítica, habría merecido el reconocimiento de obra maestra si hubiese sido titulada 'El ataque vampiro a un niño pequeño en mitad de un bosque'.