Una exraordinaria película, injustamente olvidada, debido quizás a no estar dirigida por un director famoso y a contar con un reparto masculino prácticamente desconocido. Lo más notable es que la película destaca en todas las facetas que toca.

Hay dos escenas de acción absolutamente increíbles por su belleza visual y que cuesta creer que pudieran filmarse en 1930. Una de ellas es la del zeppelín que ataca Londres, entre fantasmagóricas nubes nocturnas y un silencio sobrecogedor durante la mayor parte de la secuencia. ¡Que diferencia con el cine actual, que lo hubiera rodado con estridentes efectos especiales y música de clímax orquestal para guiar nuestras emociones!
La otra es la del bombardeo y su posterior batalla aérea, impactante por su realismo.

Dignas de destacar también las palabras antibelicistas de Monte, el hermano pequeño, breves pero brillantes y que, sin necesidad de articularse en un gran discurso, exponen con contundencia la sinrazón de las guerras, de una forma mucho más efectiva que, por ejemplo, la aburrida y sobrevalorada "Sin novedad en el frente", rodada ese mismo año.

Además, el atormentado personaje de Monte, de una modernidad sorprendente, es de lo más interesante de la película: sus ganas de disfrutar de la vida en un mundo que se autodestruye, sus comprensibles miedos, su resistencia a aceptar el sacrificio y el lenguaje heroico...

Por otra parte, el carácter de Roy, el otro hermano, está má sujeto a lo previsible y convencional. Lo más interesante del personaje es la relación de amor y desengaño que siente por Helen, otro personaje también dispuesto a disfrutar sin trabas de la vida mientras dure. La situación del hombre idealista y romántico que ama a una mujer que resulta ser un tanto casquivana, ha llegado a convertirse posteriormente en un tópico, pero sería injusto criticar por ello a una película de 1930.

(spoiler)

Todo esto, aderezado con alguna que otra frase brillante, constituye una de las mejores películas de los años 30.

Una película aburrida, con pésimos actores, y muy poco interés visual, me imagino que debido a la falta de medios.
Pero lo peor es el inverosímil y ridículo argumento. Veamos.

Tenemos a un joven llamado Laatif, pendenciero con sus compañeros y al que le importan muy poco las duras condiciones de los refugiados afganos, hasta el punto de que se permite hacer chistes de pésimo gusto cuando uno de ellos sufre un grave accidente. Tampoco tiene reparos en vengarse de quien le ha quitado (con toda justicia) su empleo. Pero he aquí que un día descubre que el joven afgano al que odia por ello es en realidad una chica. Y entonces se enamora perdidamente. No sabemos muy bien cómo puede ocurrir tal cosa, dado que sólo la ha visto cuando creía que era un hombre y una vez de forma fugaz reflejada en un espejo. Además nunca ha hablado con ella, entre otras cosas porque ella no parece saber hablar persa. Pero da igual. Se enamora. Y a partir de entonces, y sólo entonces, se desvive por darle a la familia afgana de la chica todo lo que tiene, llegando incluso a robar, por amor, claro...

En fin, algo a medio camino entre lo cursi y lo pueril. Lo que ya intuíamos en la primera escena, cuando ante un ñoño jueguito de una pareja de enamorados Laatif sonríe complacido.

Lo mejor de la película, aparte de su corta duración, es poder contemplar en alguna escena los bellos paisajes que rodean Teherán (lástima de fotografía cutre) y mostrarnos el tema de los refugiados y su explotación laboral, aunque esto tampoco se desarrolla demasiado. Y la escena final.