Haz click aquí para copiar la URL
Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de nicobicho
1 2 3 4 5 6 >>
Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
4
18 de enero de 2013
56 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
No está mal que una película intente ser original, profunda, compleja, "intelectual".
No está mal que una película sea comercial, promocionada hasta en las sopas de letras, "popuplar".
Y decididamente no está nada mal cuando ambos factores se combinan, creando obras maestras para todos, como Nueve Reinas, por ejemplo.

Pero sí molesta que un film del que se espera una buena historia y pasar un buen rato, y no mucho más, pretenda exhibir supuestos diálogos inteligentes, secuencias complejas (pero sin sentido, excepto el impacto constante) y personajes aparentemente rebuscados (pero vacíos).

Así, Darín compone a un hombre solitario y ermitaño, aún romántico creyente de la justicia (¿no lo habíamos visto ya esto?), que consume whisky y hace girar monedas como pobres marcas de un personaje que no es más que el actor desnudo frente a la cámara. Ni siquiera las constantes ingestas de alcohol lo modifican.

Ammann interpreta a un demonio molesto, psicópata sacado de cualquier película de terror barata. Y, por último, y para decepción de muchos, Arturo Puig, Calu Rivero y Mara Bestelli son apenas personajes secundarios, con una injerencia mínima en la película: no hacen mucho más que ser funcionales a la trama, sin demasiadas justificaciones de sus motivaciones (el trío entre el protagonista, su ex esposa y el juez nunca termina de explicarse ni de convencer).

Que en una película que presenta un crimen a resolver trabaje con un solo sospechoso (o, si se quiere, dos: antagonista y protagonista) habla de una confianza absoluta en la robustez de los protagonistas. Ésta es inexistente, pues se trata de personajes planos, que actúan siempre igual, y que sostienen entre sí diálogos inverosímiles e inconsistentes en torno al más elemental planteo de la filosofía del derecho.

Sólo queda entonces por rescatar algunas buenas intenciones en la dirección (en especial, de la fotografía) y cierto clima de tensión, que es mayormente generado por los planos elegidos y por una música que a veces puede resultar excesiva en sus resaltados.

En fin, un producto comercial, que pretende salir del circuito, pero con argumentos muy pobres, lo que sin dudas lo condenará a un rápido olvido (y, me arriesgo a decir, también a un fracaso comercial en relación a las expectativas; el boca en boca es más fuerte que cualquier publicidad).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
nicobicho
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3
15 de mayo de 2011
34 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy linda la creación del mundo psicodélico, muy lindo el protagonista snob y bizarro, muy lindas las modelos haciéndolo todo por conseguir sus fotos, muy lindos los mimos, y genial la idea del cuento de Cortázar.

Ahora, la película no la entendí nada. Yo me quiero amigar con este clásico cine-arte de los 60, pero ellos no me lo permiten. Los silencios eternos tendrían que venir con subtítulos para entender por qué es que deciden no hablar por tanto tiempo en épocas de cine sonoro. La trama genial, si no hubiese leído "Las babas del diablo" momentos antes de ver el film, no sé ni siquiera si la hubiese entendido. Ni que hablar que la vi en 3 días separados, porque la peli me generó un sopor similar a 8 y 1/2 o Satyricon, ambas "obras maestras" de Fellini, que sigo sin entender.

Acepto mis limitaciones en la materia, pero yo le pongo toda la voluntad para entenderlas, para que me gusten, para captar la época, pero no hay caso...quizás tengo demasiado Hollywood post-90 en mi cabeza; quizás las debería ver en el cine, a las 14, depsués de haber dormido 12 horas; quizás estas películas sean simplemente demasiado pretenciosas para mí.
nicobicho
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
20 de agosto de 2012
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Dos más dos" es sencilla y honesta, no defrauda a nadie: los amantes del cine arte y detractores de la veta más comercial del cine argentino tienen más de un motivo para detestarla, los que van al cine a disfrutar un rato se van a poder reír más veces de las esperadas y aquellos (¿la mayoría?) que la ven para ver cómo estas 4 figuras (y en especial a Suar) de la TV argentina hablan de sexo y de intercambio de parejas tampoco se verán decepcionados, ya que la película nunca esquiva el tema, y lo aborda con la máxima profundidad que le permite dentro del cine comercial: para hablar en criollo: hay sexo grupal, mucha lengua y muchos desnudos, pero no se ve ni el perfil de un pezón.

El guión podría haberse constituido como un in crescendo hacia el inevitable intercambio de parejas que se adivina desde el poster. Por suerte, es mucho más audaz, y escapa al simplismo de lo políticamente correcto de 2012, es decir: "viva la liberación sexual, seamos modernos, la monogamia ya fue". No cae tampoco en el puritanismo, y, por ejemplo, de la hermosísima boca de Julieta Díaz se oyen expresiones como "¡que te quiero meter un dedo en el culo!" que permite la risa, el morbo, el erotismo y la liberación de ciertas tensiones que la película constantemente intenta alejar.

Las actuaciones son simples, frescas y auténticas (ahora, si uno odiaba a Suar o a Casero de antemano, no esperen encontrar nada nuevo en ellos). La película es redonda, graciosa, amena, y lo suficientemente profunda en torno al tema planteado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
nicobicho
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
26 de febrero de 2016
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy difícil hablar del Once a alguien que no lo conoce. Es un puñado de cuadras separadas principalmente por rubros (telas, disfraces, vestidos de fiesta, ropa de trabajo, juguetes, maniquíes, películas, bazar, y un bizarro etcétera) y por etnias (sobre todo reconocido por los judíos, pero también chinos, peruanos, paraguayos, coreanos, africanos e incluso distintas etnias entre los judíos: "turcos", "rusos", ortodoxos). Es un lugar de ventas mayoristas y al menudeo, de compras en locales chorizo que pueden medir 2 metros de frente y 80 de fondo, o de venta en la calle. Es un lugar que un viernes a las 16 rebalsa de gente, y que a las 18:30 parece tierra de nadie. Un lugar en el que todo el mundo camina apurado, todos se chocan sin pedir permiso ni disculpas, todos parecen moverse como peces en el agua, excepto uno, el que lo está observando y no entiende qué es lo que pasa allí, qué hace toda esa gente, cómo es posible que negocios tan espantosos puedan ser minas de oro con esos precios tan bajos, dónde está "el curro", cuál es la trampa.

Es justamente en esa mirada en la que se ubica Ariel (Alan Sabbagh), el protagonista de "El rey del Once", justo delante de una cámara que retrata todo en movimiento, incapaz de focalizar ante tanta acumulación de cosas y de gente, ante tal proliferación de elementos que impiden el retrato, que obligan al descontrol de la imagen. Seguramente este sea el mayor acierto de Daniel Burman: logra interpretar el caos, lo exhibe tal como cualquiera que visita 'desde afuera' el Once lo puede ver: inexplicable.

Durante la película, breve, la trama se centra en el personaje que no está: Usher, el padre ausente de Ariel, que mueve una fundación también inexplicable (¿cómo es posible que esto funcione?, se pregunta alguien durante la película) de asistencia comunitaria. La subtrama es una relación extraña entre el carnicero kosher que se niega a darle la carne para preparar las viandas de los visitantes y una asistente religiosa y silenciosa, que guía a Ariel durante su visita a la fundación, en su regreso al Once luego de una suficiente cantidad de años.

El film está dividido en días que completan una semana, y a medida que Ariel va comprendiendo cómo es que Usher maneja todo a través de llamados y celulares viejos con poco crédito, el espectador también comienza a acomodarse en ese mundo, a entender un poco mejor el caos (no a ordenarlo, claro). Es una lástima que hasta ahí nomás llega "El rey del Once": apenas uno se acomoda y comienza a comprender lo que está pasando, los 80 minutos se terminan, con más de una duda en torno a las relaciones que se tejieron en ese tiempo, pero con una sola certeza: nadie -ni siquiera el propio Burman en sus intentos anteriores- había retratado hasta aquí en forma tan acertada y precisa ese submundo de 10 manzanas en el centro porteño que los mapas llaman Balvanera, pero que todos conocemos como "el Once".
nicobicho
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3
15 de agosto de 2017
21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fui a ver porque soy hincha de Argentinos Jrs., y en la película, Suar es hincha de Argentinos. Me pareció motivo suficiente para ver algunas escenas de mi estadio en la pantalla grande y reírme un poco, pero casi que ni para eso sirvió "El fútbol o yo"...

La película es básica desde el minuto 0. Y tiene algunos errores conceptuales también desde ese momento, porque el protagonista, Pedro (Adrián Suar), aparece en escena mirando un partido de Boca, de ahí se va para la cancha de Argentinos, y llega con el partido empezado. Esto da la pauta de que quienes hicieron la película conocen poco y nada de la "cultura del aguante" de los hinchas argentinos: nadie llegaría tarde a ver a su equipo por ver un partido de otro. Es más: es raro que un hincha fanático de uno vaya a la cancha de otro así como así, y más el día que ya tiene un partido, así como nunca usaría la camiseta de otro club (en un pasaje extenso de la película Suar luce una camiseta de Ferro).

En un burdo paralelo, mientras Pedro está en la cancha, el personaje de Julieta Díaz (ya olvidé su nombre de tan insulso que es) va al cine con su abuela, que cae fulminada en la sala. Lo llama entonces a su marido y éste no atiende, porque está en la cancha. Y así con todo: en el velorio él intenta ver San Lorenzo-Huracán; en la casa (un departamento lujoso que no se condice con el tipo de personalidad que muestra este tal Pedro) se quedan sin luz y se cuelga de un balcón para ver el partido con el vecino, lo echan del trabajo por ver fútbol ahí también... En fin, una serie de pretendidos gags humorísticos que pueden largar alguna mínima sonrisa lleva a la pareja a esa charla fundamental, que Julieta Díaz remata sin ninguna gracia: "Pedro, decidite: es el fútbol o yo".

Nada sorprende en este film, excepto los errores, como que un fanático de Argentinos le haga rezar a su familia un salmo en honor al equipo antes de comer, y que éste diga "gracias por los 3 campeonatos" cuando cualquiera puede ver que la camiseta del equipo tiene 5 estrellas en el escudo o que se inventen todo el tiempo "finales", "semifinales" y otras instancias de campeonato, cuando cualquier futbolero sabe que se juegan campeonatos largos en Argentina, y que sólo hay eliminación en copas internacionales o en la poco relevante Copa Argentina.

La otra gran decepción es el desaprovechamiento de los personajes secundarios: Spregelburd no está mal, pero D'Elía y Menahem -dos grandes actores- no aportan absolutamente nada, con personajes que no son ni interesantes ni cómicos ni nada. Casero actúa una vez más de él mismo, y sólo hay lugar para una graciosa imitación de una mujer correntina hecha por una actriz que yo no conocía.

La película se puede ver como entretenimiento pasajero, pero es lamentable que haciendo un producto tan popular sobre una temática tan popular se pueda mear tanto fuera del tarro... Se nota que el guión no está hecho por futboleros que podrían describir mejor la pasión y la "adicción" que puede generar este deporte, como podrían ser Fontarrosa (el mejor), Saccheri o tantos otros.
nicobicho
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 5 6 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow