El director italiano Matteo Garrone se ha propuesto respetar linea por linea la novela original "Las aventuras de Pinocchio" (1881). Se trata de un relato trazado por una imaginación antojadiza, febril y tan anacrónica como la alquimia (en la que su autor Carlo Collodi parece haberse inspirado).
Además de un extraordinario talento para narrar, el cine de Garrone rezuma dosis de crítica social y compromiso reivindicativo. En "Gomorra" se atrevió a llevar a la pantalla la novela que a Roberto Saviano le costó la clandestinidad, en "Reality" hizo una crítica precoz a la nueva ola hedonista de telebasura, en "Dogman" radiografió el lumpenaje de la Italia meridional.
En "Pinocchio", el realizador romano ha ido mucho mas lejos, recreando una novela antigua con los medios tecnológicos actuales, y no desviándose ni una coma del espíritu de su autor. Le ha concedido a Collodi todo el crédito que su época se merece, sin arrojarse a los brazos de los requerimientos morales y estéticos actuales. Cosa que a día de hoy, cohabita con lo subversivo.

Esta magnífica miniserie checa de 8 episodios, es de las pocos hallazgos, junto con la italiana "Gomorra" y alguna joya nórdica, que se puede situar cómodamente en la cumbre de un género normalmente copado por los anglosajones. El motivo es que cumple sobradamente con las dos premisas de oro:
1. Ejecución brillante
2. Evitar el subrayado (interpretativo, musical, de guión etc.), es decir, no tratar al espectador de idiota.
No quiero aburrir al lector con digresiones, mi único propósito al escribir esta reseña es dar la voz cuando creo que algo merece ser reconocido, por lo tanto utilizaré adjetivos para intentar describir las cualidades de "Pustina" (Wasteland):
Intensa, atmosférica, absorbente, minuciosa, adictiva, redonda, gradual, ascendente, brillante.
Para mi, superior a "Forbrydelsen" (The Killing).

La primera temporada es muy buena, en todos sus aspectos, nada nuevo que añadir.
Solo quería aportar una triste observación:
Se trata de la incombustible, la omnipresente, la invisible, la pérfida censura de siempre; adecuada al imperativo actual de la corrección.
En "The Terror," la censura, se halla presente en todo su esplendor, cargándose a bocados buena parte de la verosimilitud de esta serie tan bien ambientada; mordiendo aquí, cercenando allá... Es el peaje que ha de pagarse en aras del bien común. Actúa ya no con las tijeras de la antigua Warner Bros, ahora con la lima marca de Netflix (aunque en este caso sea la AMC). Suaviza, oculta o tergiversa varios temas, los de siempre, los bien actuales, pero no es mi intención enumerarlos, solo señalar que hay una cantidad. Queda en el espectador avezado (e interesado) detectarlos.
Un ejemplo:
Se recrean las desventuras de una tripulación varada en el Artico, basada en la malograda expedición al mando de John Franklin (1845) e inspirada en las epopeyas antárticas de la Royal Navy de Scott (1910) Shackleton (1914) , en la que las tripulaciones fumaban como carreteros. Sin embargo apenas se enseña a alguna una persona dando una calada a un cigarrillo. 
Salvo al del noveno episodio y el que fuma es el canalla, por supuesto.

En estos raros tiempos en los que los músicos superan en cantidad a los melómanos y la originalidad en el arte ya no está tan en boga, algunos afirman que la idea de propiedad de la obra por parte del artista debería ser revisada. Conmigo de momento no cuentan, pero ese es otro tema.

Werner Herzog se mofa en "Encounters at the End of the World" de la carrera de los Scott, Shackleton y Amundsen por poner el primer pie en el Polo Sur. ¿Para qué? si hoy en día se puede consultar en Google maps. Así que en este contexto:

¿Qué pensar cuándo te encuentras con una réplica del intrincado guión de "Coherence", pero con sus ramificaciones podadas sin por ello perder el pulso o la coherencia?

La conclusión: en el spoiler.

Una interesante sorpresa me ha resultado Historias Extraordinarias. Mariano Llinás despliega un cine muy personal y recita esta especie de loa "arty" a la provincia de Buenos Aires.
La película irradia frescura y, si bien no logra convertirse en la obra de genio a la que apunta, revela destellos de talento, oscilando entre la fascinación y el tedio.

A destacar (la parte hipnótica): El tono literario de la voz en off así como el texto, las historias y la forma en que están hiladas, la fotografía y la puesta en escena. Todos contribuyen a crear un sello personal, algo que no es fácil de alcanzar haciendo cine.

Como contra (la parte del tedio): La desmesurada, formidable e innecesaria duración no apta para salas de cine, así como escasez de recursos que no está del todo solventada: La elección del "physique du rôle" de algunos personajes falla notablemente, y sobre todo la banda sonora que desprende un aire amateur y una chatura que llegan al punto de sacarte de la película, desmereciendo el resultado final.

De todos modos, sin ser una obra redonda, vale la pena por su originalidad. Sobre todo si se ve en video, pausas de por medio.