01. Por los tres personajes principales, todos femeninos, que llevan la historia como uno solo, en perfecto equilibrio, hasta el final de esta obra triangular del barroco tardío.

02. Primer vértice del triángulo, la Reina Anne (Olivia Colman) debilitada por la enfermedad y la tragedia, incapaz de apartar de sí un nuevo pedazo de pastel. El mismo pedazo que acabará, a medio digerir, en el fondo de la palangana real, como bien sabe ella.

03. Segundo vértice, Lady Sarah (Rachel Weisz), el pulso necesario para acompañar el giro del arma y dar justo en el corazón. Cota de malla para sostener el cuerpo y la mente de Anne.

04. Cierra el triangulo, Abigail (Emma Stone), abierta a la ambición, aquella que la mezquindad eleva a grado de supervivencia. Lobo en piel lechosa y mirada inocente de cordero.

05. Olivia Colman, Rachel Weisz y Emma Stone, una sinergia donde la pasión se desborda. Tres actrices sin corsé al que sujetar todo lo que encierran sus personajes. Y el director Yorgos Lanthimos que mima a esos tres personajes y los destroza y los recompone entre mimos y… Sí, los vuelve a destrozar. Con la falta de cariño que adolecen Anne, Sarah y Abigail.

06. Voluntad de poder desmedida. Lucha política, lucha de amor. Lucha. Todo es lucha.

07. Animales: conejos, palomas, pavos, caballos, langostas, tejones, marmotas… y, por supuesto, los seres humanos. Tal vez, el más animal de todos. Lección para esos días de lluvia, cuando lo antropológico se inmiscuye sin reservas dentro del campo de la zoología. Aquí, Lanthimos inserta su sello personal.

08. Drama histórico, conspiraciones palaciegas donde los hilos de la manipulación recorren pasillos secretos y conectan salas, bibliotecas y alcobas.

09. Oscuridad nocturna que rodea el exiguo globo de luz ambarina procedente de la llama de una vela. Iluminación sin artificios, es la apuesta del director de fotografía, Robbie Ryan.

10. La vanidad de una corte, la inglesa de comienzos del siglo XVIII, que pronto se avendría a escuchar, más allá del Canal de la Mancha, el agudo deslizar de la hoja por los rieles de la guillotina.

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01. Por una intriga política que escarba en la basura, un thriller donde la suciedad debería habernos llevado, hace tiempo, a hacernos una pregunta, la pregunta: ¿Qué anda podrido aquí?

02. Son como una mafia. Tienen un código. No hay bueno ni malo. Tan solo la aceptación de unas reglas que, cuando vienen mal dadas, se revelan igual de generosas. Manuel López-Vidal (Antonio de la Torre) no entiende que su honor, aquello por lo que lucha, hace tiempo que fue arrojado a la cuneta del camino del héroe.

03. Desafío emocional de Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña a la hora de recorrer el camino de, en realidad, nuestro anti-héroe. Un guion que reserva su carga de verdadera profundidad ética justo para el minuto final, donde nos devuelve la mirada y, con ella, la miseria de Manuel López-Vidal.

04. Un protagonista encarnado por Antonio de la Torre desde la debilidad mostrada en la intimidad al espectador y, también, desde un último signo de fortaleza arrojado a sus enemigos.

05. La sombra del poder (pulida la fotografía de Álex de Pablo), una anotación más en la libreta, en la agenda, los hechos que se irán cumpliendo uno a uno. ¡Es la economía, estúpido!, que diría Frías (Josep María Pou) citando a los asesores de la campaña de Bill Clinton a comienzos de los noventa.

06. Y mientras, los otros, los desheredados de la tierra, los que limpian por la noche los despachos de madera noble, las enormes cristaleras y las moquetas beige de las sedes de los partidos políticos y las grandes corporaciones. Es el fondo.

07. Forma y fondo. Forma, la del director Rodrigo Sorogoyen agitada pero no revuelta, en el grado justo de empatía con el pulso de sus personajes. Desbordante, la escena donde el actor Luis Zahera revienta la pantalla.

08. Forma, ritmo medido en montaje (Alberto del Campo) al compás de las texturas electrónicas de su banda sonora (Olivier Arson).

09. Y una reflexión final. ¿Es nuestra conciencia, la que guía nuestras acciones, reflejo de la agenda del poder?

10. Como diría el pueblo de Chiapas al poco de llegar Bill Clinton a la presidencia de Estados Unidos: la revolución no será televisada.

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01. Por su sencillez tan abigarrada de matices, por su profundidad cargada de silencios, por su levedad a 50 mm de una vida enmarcada en 1.66:1

02. Ella, Manuela, con quince años, globo aerostático de color rojo, montaña rusa de aventuras entrevistas a lo lejos, más allá del bosque.

03. Él, Olmo, con quince años, letra redondeada, carta escrita en boli azul, túnel del terror anclado a tierra, donde la oscuridad es el único refugio de la realidad exterior.

04. Madrid, cartografía de luz: las escaleras de la Cuesta de los Ciegos, los jardines de Las Vistillas, el viaducto de Segovia, calle de Postas, Lavapiés, Taveling Bar, los alrededores del Palacio Real con la Torre Madrid al fondo, la plaza de Las Comendadoras, La Casa de Campo y, de nuevo, la Cuesta de los Ciegos.

05. Sobre el tiempo perdido y cómo aceptarlo. Tan solo eso, cómo aceptarlo.

06. Una historia condenada a repetirse mientras un latido de romanticismo nos devuelva nuestra humanidad.

07. ¿Cómo romper el círculo de tiempo que el amor ha forjado? Un flashback que es un sueño, un pasado onírico al que regresar, una arcadia en flor.

08. Él, Olmo, con treinta años, bailando swing de madrugada, bailando por primera vez. Siempre somos principiantes.

09. Ella, Manuela, con treinta años, bailando justo en la cima de un globo aerostático, un globo de color rojo que se adentra en la tormenta, ella, bailando con la pasión de aquella quinceañera que vivirá siempre aventuras en los sueños de él.

10. Vivaldi, andante, concierto para dos mandolinas en sol mayor.

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01. Por el misterio de una propuesta a varios niveles, donde lo visual se materializa en un constante enigma hacia lo desconocido.

02. Ectoplasma narrativo, sutil fluidez a la hora de encadenar secuencias, en transiciones bien musculadas, donde la protagonista viaja a lo largo de espacios urbanos e interurbanos.

03. La identidad o la falta de una, la frustración de ser alguien que no refleja tu verdadera inquietud en una sociedad formal y práctica.

04. Economía de subsistencia al servicio de otros. Somos médiums entre la realidad neoliberal y nuestros más ocultos sentimientos.

05. El miedo a lo prohibido, a desobedecer, como un vestido que se ajusta y se convierte en una delicada piel de tela por la que apenas podemos traspirar.

06. El miedo a lo prohibido, a ser otra persona, esa persona: fantasmas de nosotros mismos.

07. Fantasmas, espíritus donde el tiempo se desdibuja, donde pasado y futuro son una abstracción expresada en un cuadro de Hilma af Klint. Un viaje en motocicleta por las concurridas avenidas del centro de París mientras escuchamos una pieza musical compuesta por Hildegard von Bingen en 1151.

08. La luz espectral de los dispositivos móviles alumbrando nuestro rostro, acariciando las retinas, reflejos superpuestos. La tecnología puede llegar a ser algo tan terrorífico como eso.

09. El terror, en la oscuridad de una casona, en mitad del bosque, sin cobertura, de madrugada, el sonido roto procedente del corazón de las entrañas de madera. En soledad. La hora de hablar de tú a tú con nosotros mismos; con nuestros fantasmas.

10. Kristen Stewart, la infinita tristeza que albergas cuando descubres que estás perdido para siempre, perdido.

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01. Por ser un cuento alegre, una comedia vital, una sonrisa en imágenes.

02. Vestigios de un lenguaje corporal llamado ya, en la década de los treinta, a desaparecer; mímica de un cine, el mudo, que va abandonando la escena en silencio, un elegante mutis por el foro.

03. Y delicado mecanismo, el de René Clair, naif en su manera de derribar los muros capitalistas levantados alrededor de nuestro corazón.

04. Además si, como se canta en la película, la vida es una melodía entonces bien merece deleitarse con este canto a la amistad de apenas ochenta minutos.

05. Porque la amistad no se puede fabricar. Tal solo surge, se asienta y crece como una flor en un prado.

06. Un prisionero en la cárcel sueña con la libertad que le espera fuera.

07. Un trabajador en una cadena de montaje sueña con la libertad que le espera fuera.

08. Cuando la libertad no está fuera. Cuando la libertad es lo inmediato, una melodía de vida que nos hace romper las cadenas y desoír el silbato de la fábrica.

09. Llegamos al final y acompañamos a los protagonistas por el sendero, los campos en flor. Tal vez nos quede mucho por recorrer, kilómetros y kilómetros hasta llegar a ese mundo mejor, a ese lugar sin cadenas ni explotación del hombre por el hombre. Pero juntos llegaremos, impulsados en cantos de amistad como éste, el que nos dejo René Clair al inicio de una década, la de los treinta, repleta de furia y ruido.

10. O porque como dijo otro gran pensador francés, el hombre está condenado a ser libre.

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