Me gustaría que alguien resolviera esta duda, ya que un miserable y vergonzoso 5,0, puntuación que podría obtener cualquier telefilme de segunda, no le hace ni una pizca de justicia a la que podría ser la adaptación más personal, original y valiente de un cómic de todos los tiempos. La dirección de Ang Lee es perfecta, sabe reciclarse y aportar su firma a un producto de encargo. Además, el reparto es de LUJAZO, con unos actores que se salen (Eric Bana es un Bruce Banner que merece ser destacado); los efectos visuales, increíbles (aparte de King Kong, Hulk es la única criatura animada con CGI que transmite sentimientos); la banda sonora de Danny Elfman, sobresaliente (mucho mejor que la de "Spider-man"); algunas escenas de acción son magníficas... ¿Qué más quería la gente? Digo más: ¿qué esperaba, ver a Hulk destrozando cosas durante dos horas? Entonces sí que se hubiera merecido un 5,0. En este caso, rotundamente NO.

Después de dos excelentes filmes bélicos (la inconmesurable "Gladiator" y la muy entretenida y lograda "Black Hawk Derribado"), Ridley Scott volvió a su estilo anterior, más contenido y humano, digno de "Thelma y Louise" o "La sombra del testigo". El resultado es "Los impostores", la obra que le da a Scott la oportunidad de cambiar de género, a Nicholas Cage de ofrecernos una de sus mejores interpretaciones, y nos descubre el talento de Alison Lohman (que fue capaz de interpretar a una chica de 14 años con 26). El argumento está muy trabajado, con unos personajes humanos y bien desarrollados (pese a que los secundarios no parecen especialmente definidos, si no que están un poco descuidados en su dibujo, pues la trama se centra principalmente en Roy y su hija), y el guión combina muy bien escenas de personajes y una trama de timos muy lograda, con un final muy, muy inesperado. Además, es muy entretenida (si te gusta el género), y sus dos horas pasan volando. Merece la pena, sin lugar a dudas.

No sé por qué la critican tanto, la verdad. Para mí, esta peli es una auténtica gozada, una genial recuperación de la esencia de los filmes macarras de los 70, con un encanto especial que la distingue de tanto producto prefabricado de acción. Sólo por ver a John Shaft (el sobrino del original, que por cierto, también hace un cameo) matando malos a ritmo de la mítica sintonía de Isaac Hayes, merece la pena verla. Pero aún hay más: un ritmo narrativo trepidante, un argumento interesante con pequeña sorpresa final incluida, magníficas escenas de acción dirigidas de forma muy digna por ese gran artesano de la acción que es Singleton, y un reparto de altura: Sam Jackson está muy creible y expresivo en su papel; Christian Bale demuestra que es un actorazo, comiéndose la pantalla cada vez que aparece en ella; Jeffrey Wright, perfecto como criminal latinoamericano; y, finalmente, Toni Collette levantando con soltura un papel demasiado pequeño para ella. Por tanto, es una buena opción, siempre que os guste este tipo de películas. Otra buena revisitación de los filmes de negros estilo 70 es "Jackie Brown", pero esa es totalmente distinta. La que nos ocupa es perfectamente recomendable para los amantes de la buena acción.

Me encanta esta peli. Lo reconozco. Quizás peque de absurda, surrealista y fantasma en bastantes tramos, pero ¿no lo hizo en su momento "Jungla de Cristal", y ahora es considerada (con mucha razón) un clásico a recuperar? En una época en que todos los filmes de acción seguían el esquema de aquél que protagonizara Bruce Willis, Jan de Bont (habitual director de fotografía del irreverente Paul Verhoeven) decidió dar un salto hacia delante, y puso toda la carne en el asador. La idea era original, sin duda: en lugar de ser un edificio el lugar amenazado por terroristas, es un autobús donde hay una bomba que se activará si pasa de 50 km/h, y posteriormente estallará si va a menos de esa velocidad. La acción está servida. "Speed" se ha convertido por derecho propio en un clásico moderno del cine de acción por sus inolvidables situaciones; por las interpretaciones de sus protagonistas (excepto la de Jeff Daniels, que no sé qué pinta aquí, aparte de protagonizar una de las muchas escenas espectaculares del filme), ya que Sandra Bullock lo hace bastante bien, y Keanu Reeves hizo su única buena actuación dejando a un lado "Matrix" (la primera, en las otras pone siempre cara de palo), sin contar a un genial Dennis Hopper, resucitado artísticamente para hacer de terrorista. Además, la fotografía es estupenda, la narración increíblemente tensa, tiene escenas absolutamente memorables, y Jan de Bont dirige el cotarro con mano maestra y pulso firme, sin abusar del ordenador como hacen los Michael Bay y compañía, aquí los destrozos son reales. En fín, que un 5,8 de nota media no le hace justicia a esta gran peli de acción. Lo que no me puedo creer es que Jan de Bont intentara destrozar su propia obra con la infame secuela que perpetró, "Speed 2", en la Sandra Bullock repitió papel demostrando la decadencia artística que padecía en aquel momento, y en la que Willem Dafoe realizó su peor actuación jamás hecha. En fin, siempre que nos quedará la primera, la original. A verla en DVD, con sonido 5.1. y palomitas, que así gana mucho.

No sé qué tiene la gente en contra de esta película. No es ninguna maravilla, eso está claro, pero si en España hiciéramos más películas de este tipo, seguro que no nos podríamos quejar de la taquilla. En fin, el último trabajo de Turteltaub es una vuelta de tuerca a Indiana Jones, ya que Ben Gates (un Nicolas Cage que no convence en su papel) no es precisamente un tipo atlético y cachas, si no más bien un cerebrito inseguro que necesita su prodigiosa mente para resolver los complicados acertijos y retos que se le ponen por delante. Su rival, Ian Howe (magistralmente interpretado por el gran Sean Bean) es un tipo listo, frío, multimillonario, y con un escuadrón militar a sus espaldas que intentará robar la Declaración de Independencia.
Ya desde el principio se notan muy buenas vibraciones, con un magnífico prólogo, y luego la espectacular escena del barco. Y a partir de ahí, entretenimiento vibrante sin descanso, hasta llegar a un final sorpresa muy bien pensado. Todo ello, aderezado con un repartazo de primer orden, la fotografía de Caleb Deschanel, la música de Trevor Rabin, y un pulso muy firme de la mano de Jon Turteltaub. Merece la pena.