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-Ey tio, tengo cristal.
-¿Si? Yo tengo un poco de plasti.
-¿Plastilina o plástico? ¡Qué más da! ¡Ambas dan subidón!
(...)
-¿Nos fumamos un porro?
-Espera que me acabo la raya.
-¿Cuándo crees que será el momento para meternos caballo?
-Eso está pasado de moda... ahora se lleva H&M...
-¿H&M? Pensé que era una tienda de ropa...
-¿Nunca oiste hablar de las drogas personalizadas?
(...)
-Me apetece comerte el pezón...
-¿Te puedo trabajar la bolsa escrotal luego?
-Espera, me estaba metiendo una raya, no te escuche...
-Que si te puedo trabajar la bolsa escrotal luego.
-Sí, a cambio de que me des mda...
-¿Mda o ma? También tengo fieltro, lana y macrame.
(...)
-Ohhhh... Ihhhhh... Uhhhhh... uy...
-Mmmmmummm.
-OOOOOHHHHHHHHHH... the big oooooooooooooooo...
(...)
-Estoy gorda. Tengo pechos de gorda. Muslos de gorda. Soy una cerda.
-De la cerda se aprovecha todo... ¿tienes coca?
-La he dejado, engorda. Ahora tomo las naranjitas... son como la píldora pero te hablan las luces.
-Yo creo que no estás gorda.
-Gracias. ¿Estamos colocados?
-Creo que todavía no.
-Pues no sé que hacemos en esta película.
(...)
-Rugfjhdjhjfdifaneqpammapdked... me muero... oh... me muero... ser o no ser ese es el dilema... pasti, pasti, que me aclara, dame una pasti... dadme un hombre que no sea esclavo de sus pasiones y yo le colocaré el centro de mi corazón... coño que pedo llevo... me muero... veo a hamlet... quiero mi cristalito mágico...

Tras una primera temporada de diez estrellas (y esa era mi antigua calificación para esta serie), con altas dosis de acción, imaginación constante, personajes carismáticos y poca previsibilidad... "Prison Break" se estropea en su continuación.
Su segunda temporada es un completo y descarado relleno monetario. Sus productores deben estar frotándose las manos; en cambio los espectadores nos quedamos con cara de tontos.
La adrenalítica intriga de la que podía presumir la primera parte se convierte radicalmente, en la segunda temporada, en absoluta basura enlatada, previsible a cada capítulo y en un aburrimiento constante. Los personajes se ven envueltos en situaciones absurdas que los guionistas van creando sobre la marcha sin hacer ningún esfuerzo por crear tensión o un mínimo agitamiento interior; nada.
Por lo tanto aquí nos encontramos con otro ejemplo de cómo una serie podría haberse convertido en toda una obra de culto, pero que al final ha sucumbido al poder del dinero. Una pena.

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Lo anterior era mi antigua crítica antes de comenzar a ver la tercera temporada. Ahora, con renovados datos, diré simplemente que he dejado de ver "Prison Break". Sin más ni menos. Quizás sea la serie peor llevada de la televisión. Una verdadera lástima.
Conservo sus más que suficientes seis estrellas para rememorar una primera temporada antológica.

Chica quema la casa de chica, porque la primera chica está enamorada de la segunda chica. La segunda chica y la primera chica se hacen íntimas amigas al mes. La primera chica cambia de sexualidad. A la primera chica le gusta un chico que pertenece a una secta.
Chica está obsesionada de chico, a la chica la violan (unas dos o tres veces), acusa al chico, lo secuestra, tiene un cuchillo, se vuelve loca. Al mes es íntima amiga del chico. Todo el grupo de chicos y chicas odian a esta chica. En la siguiente escena son íntimos amigos. La misma chica tiene 18 años, va en traje al instituto, es manager de un grupo de música, es adoptada, tiene un primo enamorada de ella, cambia unas tres o cuatro veces de casa en dos meses, es atropellada y muere en el Hospital Central.
Chica estudia mucho, chica aprueba todo en junio, chica no saca suficiente nota para entrar en no sé que mierda de carrera, chica se desespera, chica decide repetir todo el año y probar suerte en la siguiente convocatoria. Mismo sistema durante tres años. Chica tiene 46 años, chica sigue en el instituto.
Profesor está enamorado de profesora, profesora es violada (como no) por el psicólogo del instituto, la profe lo pasa mal, el profe sigue enamorado, se repiten escenas del tipo: "-Este fin de semana voy a Burgos, ¿vienes conmigo? -He quedado, voy a Palencia." Profe se enamora de chica de instituto que repitió tres veces que es la camarera de la cafetería del instituto a la vez que es modelo y tiene un amigo que trata de sacar de las drogas a la vez que confiesa a chica manager de grupo de música (texto II) que ha estado enrollada con el chico del cual la chica está enamorada.

Todo esto bien podía ser el argumento de un sólo capítulo de la serie.

A. O. Scott, de "The New York Times", dice: "(...) casi vertiginoso sentido de posibilidad (...)".

De esa gran frase yo le quito el "casi".

Si en algo ha acertado Sean Penn con su "Into the wild" ha sido en otorgarle a su película un aura de grandiosidad que nadie podrá negarle. La majestuosidad con la que graba la naturaleza, o mejor aun, con la que graba a Alexander Supertramp dentro de la naturaleza, quita el hipo. Huelga decir que no puedes más que rendirte ante su poderío visual. No hay tregua, y sabes desde el principio que si quieres batirle batalla llevas las de perder. Penn se sabe los trucos y te desarma desde los primeros fotogramas.

Y Penn no sólo quiere que nos creamos la historia de este "cuero", sino que quiere que nos creamos que él se lo cree... y yo me lo creo (sin rintintín).
Da a entender que ha nacido porque quería contar esta historia, como si todo su empeño lo hubiese depositado en Alaska, como si los kilos que pierde el personaje también los perdió él en la elaboración de esta película. Sean Penn quiso que entraramos en la naturaleza con él. Y a mí se me mojó el culo en el río Colorado.

Lo mejor: que la poca credibilidad que me inspiraban los Oscar se ha esfumado en el momento en el que la Academia vapuleó a "Into the Wild" son sus dos míseras nominaciones (actor secundario y montaje).
Lo peor: que todavía no se haya hecho un busto de Emile Hirsch en Alaska. (Si esta no es la interpretación del año, ¿cuál coño será?)