Esta película es una cascada de sutilezas. La primera escena del tren es soberbia. A mi parecer, es una metáfora de la esquizofrenia. Todo el mundo sale del convoy aprisa y ajenos a todo y en ultima instancia aparece el personaje interpretado por Ralph Fiennes, apesadumbrado, cabizbajo, con andares enfermos en el que casi puedes oler su enfermedad. En definitiva, solo en su universo. Inteligentísimo empiece. El personaje vive constantemente bajo la espada de damocles. La escena de la rotura del cristal y la ocurrencia del protagonista, después de esta secuencia, lo corrobora. Más de la mitad de el metraje es una suerte de "tour the force" en el que la lúgubre habitacíón, el actor y su diario son las únicas herramientas que utiliza David Cronenberg para trasladar la tensión necesaria al espectador. Solo poder observar la interpretación del protagonista ya merece la pena visionar el filme. Un grandísimo actor, Ralph Fiennes, en el que si apenas dialogo es capaz de sobrellevar el peso de la historia y todo esto sin caer en la sobreactuación y sin pecar de tics innecesarios. El resto de actores están muy bien. Buena película.

Buena película con un final muy espectacular, pero............
Este filme hubiera pasado a la historia del 7º arte si Hitchcock hubiera tenido más cuidado en muchas de las escenas: hubiese dotado de más credibilidad a las constantes fugas del protagonista y hubiera impregnado de más agresividad a los personajes, sobre todo a los espías, ya que parecen sacados de una película de disney. ( Lo volvió a hacer en "Con la muerte en los talones" para mi una de las peores películas de Sir Alfred Joseph Hitchcock en cuyas antípodas se encuentra “Frenesí“ ). Hasta el personaje interpretado por “Robert Donat” sonríe cuando la situación dramática no lo sugiere. A nadie se le ocurriría sonreir si es llevado contra su voluntad, por caminos sinuosos, llenos de páramos y en la oscuridad de la noche, por unos delincuentes.
Lo bueno de toda la controversia sobre la ingenuidad del maestro del suspense para con sus guiones era reconocida por él en el libro "El cine según Hitchcock" de Francois Truffaut.

En ese libro de entrevistas sale a relucir este tema:
François Truffaut:
Viendo de nuevo su versión de 39 escalones me he dado cuenta de que, más o menos por esa época, empezó usted a maltratar sus guiones, quiero decir a no tener en cuenta la verosimilitud de la intriga o, en todo caso, a sacrificar constantemente la verosimilitud en beneficio de la emoción pura.

Alfred Hitchcock :
No filmo nunca un trozo de vida porque esto la gente puede encontrarlo muy bien en su casa o en la calle incluso delante de la puerta del cine. No tiene necesidad de pagar para ver un trozo de vida. Por otra parte, rechazó también los productos de pura fantasía, porque es importante que el público pueda reconocerse en los personajes. Rodar películas, para mí, quiere decir en primer lugar y ante todo contar una historia. Esta historia puede ser inverosímil, pero no debe ser jamás banal.

Hablar del filme " Fascinación" es hablar indudablemente de la película "Vértigo" de Sir Alfred Hitchcock. Brian de Palma no disimula, lo más mínimo, la influencia del mago del suspense en su trabajo y mucho menos niega que "Fascinación" esté inspirada en " Vértigo". Hasta ahí todos de acuerdo; pero decir que Brian de Palma copia a Hitchcock ( Javier Ocaña - crítico de la revista " cinemanía"- ) es un acto, a mi juicio, de falta de rigor.

"Fascinación" es un referente en el mundo del cine. De Palma inventa con la cámara varías situaciones en las que solo con el plano y el juego de cámara, sin utilizar palabras, dice al espectador lo que quiere contar: tamizado de la cinta para disfrazar dos historias que transcurren en dos épocas diferentes, angulaciones de cámara con planos picados y contrapicados para facilitar más tensión a la escena ( en la parte final utiliza un ángulo descendente con zoom en el que encoge literalmente a la protagonista - Geneviève Bujold- para que esta parezca la niña que fue), giros de cámara de 360º para que irrumpa el lapso de tiempo que existe en la historia, utilización de la cámara lenta para conseguir una emoción realzada, utilización de planos detalle ( el plano detalle del espejo lo realiza después de hacer el giro de cámara de 360º del que hablábamos antes), utilización de lentes focal partidas para conseguir planos anamórficos, ( ver nítidamente todo el plano: lo cercano y lo lejano ), utilización dinámica del espacio, etc. Estos son varios detalles que hacen que Brian, como mucho, homenajee a Hitchcock, pero de plagiarlo o copiarlo, nada de nada.

Cliff Robertson hace un papel memorable en el que la obsesión por haber perdido a su mujer e hija en un trágico accidente ( el título original de la cinta es "obsession" -creo que no hubiera pasado nada si se hubiera respetado el título original-) se transforma en deseo y fascinación cuando encuentra en Florencia a una joven ( Geneviève Bujold ) que es el vivo retrato de su mujer fallecida. Geneviève Bujold se desdobla en esta película: su cara de niña le fue como anillo al dedo para encarar la interpretación. John Lithgow es una suerte de áncora en la historia.

La música de Bernard Herrmann, ( compositor asiduo en las películas de Hitchcock ) una buena fotografía, un juego de cámara memorable, (esta película debería ser analizada por los que deseen ser directores de cine),unas buenas interpretaciones y una gran dirección, con una planificación impecable, conforma una historia onírica que seduce al espectador.

No entiendo como se puede criticar semejante peliculón, cuya historia está contada y rodada de forma magistral y, por ende, es un filme que se visualiza sorbo a sorbo, si grumos estrafalarios ni argucias artificiosas. Y más difícil de creer, es la crítica que hizo el malogrado Ángel Fdez. Santos, y que se puede ver en la portada de filmaffinity.
Alan Parker es un maestro consagrado que ha aportado muchísimo al 7º arte; y es ante todo un contador de historias maravilloso.

La cítara de Anton Karas es el punto de partida hacia una trama envolvente que hurga en los cimientos del alma humana. En esta cinta se da todo lo bueno y lo malo del ser humano. Amistad, amor, traición, ambición, lealtad y miedo. La fotografía en blanco y negro de Viena es soberbia y esta te transporta hasta la capital austriaca en cuyo subsuelo se esconden múltiples callejones y ríos de agua putrefacta por los que se decide la vida de los contrabandistas.
Todos los actores sin excepción están a la altura del guión escrito por Grahan Greene. El desarrollo, clímax y desenlace funcionan tan perfectos como un reloj de cuco. Según la frase del personaje de Orson Welles ese reloj es el resultado de 500 años de democracia en Suiza.
La escena del tren tuvieron que rodarla en el subrepticio por no permitir las tropas rusas que rodaran en la estación, cuya ubicación era controlada por los soviéticos. En discrepancia con un usuario diré que las películas de cine negro son las únicas que como el buen vino saben envejecer con el tiempo. Sino, ahí están los casos de filmes como -casablanca, el halcón maltes, el sueño eterno o el cartero siempre llama dos veces( Versión de 1946). Magnífica película a la vez que imperecedera.