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España España · Barcelona
Críticas de Olivares
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
7
12 de enero de 2011
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poca gente puede presumir de haber tenido un debut como director tan bueno como Bogdanovich. Targets es una película buena, entretenida, pero que además tiene un plus en forma de mensaje y reflexión sobre el cine, y el momento histórico que atraviesa.

Targets cuenta con unos diálogos y una interpretación muy bien llevados, muy modernos por su sencillez y falta de artificiosidad si se me permite. Además, el hecho de que Boris Karloff y Peter Bogdanovich (en el papel de Sammy) se estén de alguna manera interpretando a sí mismos, ya nos establece un cambio en la metodología de trabajo, una auténtica búsqueda de la autenticidad a través de la humildad).

Aparte de esto, la puesta en escena y la cámara me parecen muy bien resueltas, muy interesantes y dramáticas para estar hechas por un “novato”. Bogdanovich demuestra una gran intuición en este sentido, sabiendo discernir en todo momento “Qué quiere contar” y “de qué manera puede hacerlo mejor”. Memorable la familia mirando la tele en casa, o la secuencia en el Drive-in. Bobby fumando un cigarrillo en la oscuridad de su habitación cuando llega su novia.

Hilando muy fino, la única cosa que encuentro floja en el film se ve a través del montaje, pero quizá tiene su origen en el guión: hay una cierta falta de ritmo, es un poco un chicle que pierde su sabor cuanto más se lo estira. Esto puede ser debido al gran peso de los dos personajes (Orlok y Thompson), que se traduce en un montaje en paralelo eterno, que genera una buena tensión, pero que acercándose al final (a mí) se me hace insostenible. La sensación es de que avanzamos demasiado lentos hacia el gran final. Bogdanovich se empeña en no renunciar a ninguno delos dos personajes en ningún momento, está demasiado enamorado de ambos para mi gusto, aunque sea comprensible.
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Olivares
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7
15 de noviembre de 2010
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
“ÉL” (1953) Luis Buñuel

Si algo no se puede negar a esta película es la vigencia y “modernidad” de su tema: el maltrato de la mujer en el matrimonio. Luis Buñuel se adelantó una vez más a su tiempo, a lo políticamente correcto, e hizo un film que en España le hubiera causado algo más que problemas (desconozco la opinión que mereció en México). Pero no es éste el lugar para hablar de la fuga de cerebros que sufrió (y sufre) España. Vayamos al film, y para variar, empezaremos por lo “malo” de la película.

Pese a esa “modernidad” innegable, el film adolece en casi todo su metraje de un clasicismo formal que aunque entendible (sobretodo tratándose de una producción Columbia), sigue siendo decepcionante para Buñuel. La estructura resulta engañosa, ya que aunque toda la parte central del film es un flashback gigante donde la protagonista explica a su antiguo prometido y amigo como ha sido su matrimonio, esto no altera para nada la estructura real del relato en tres actos, que es tan manida y previsible que llega a aburrir. Se genera expectativa sobre la resolución, sí, pero de una manera que ya hemos visto y revisto. Hecho. Vayamos ahora a la bueno de este film, que hay y mucho:

La puesta en escena destaca por la tendencia a los planos-secuencia en los diálogos de los protagonistas, que le da una gran fluidez al relato y además permite a los dos actores (buena actuación de ambos creo yo) dar lo mejor de sí.

También la dirección artística tiene una gran repercusión en el film, especialmente el decorado: una casa modernista donde abundan las líneas curvas y cierta sobrecarga decorativa, que nos sugieren la inestabilidad emocional del protagonista.

Y sobretodo, lo que realmente tiene de meritorio este film, y a partir de dónde le podemos sacar todo el jugo y los motivos para verla, es que el protagonista de la película no es la víctima, si no el maltratador. Esto convierte al film en un viaje a la mente de una persona con unos problemas emocionales, que aunque muy serios, no lo hacen un monstruo. Eso es lo más aterrador. Francisco, no deja en ningún momento de ser de carne y hueso, y Buñuel nos posiciona de su lado, lo queramos o no. Y como eso sería quizá algo morbosamente gratuito, el contexto del personaje nos deja en pinceladas los oscuros motivos de toda esa violencia. Obviamente, él es descendiente de terratenientes, un hombre rico y que además quiere recuperar tierras perdidas. Eso lo aplica a su esposa, que pasa a ser parte de su propiedad, y al igual que con las tierras, sufrirá un miedo constante a que se las arrebaten.
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Olivares
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5
24 de enero de 2011
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un Rey en New York es la crítica de Chaplin a la “Caza de Brujas” de los años 50. Es su venganza a una sociedad norteamericana que pasa de adorarlo a obligarlo a exiliarse por sospechas de comunismo. Y más ampliamente, es un retrato de la sociedad de la época, que vivía en un auge capitalista y de apuntalamiento del American Way of Life, con su omnipresente publicidad, su entretenimiento frívolo, y su inmensa maquinaria de adoctrinamiento de masas son respecto al papel de EEUU en el mundo moderno. Y es en este sentido donde Chaplin acierta plenamente en clavar su dardo y mostrar una gran valentía e implicación con la sociedad. El contenido de la película, encuadrado en este contexto metafílmico es muy bueno, pero eso no disimula para mí algunas de las carencias puramente fílmicas de la película:

-El humor está falto de gracia, y sobretodo de ritmo. Algo pasa con el humor en esta película. En contadísimas ocasiones me arrancó una sonrisa, a mí y a toda la sala donde la vi. Cabe preguntarse si era necesario el humor en un film de este tipo, pero asumiendo que Chaplin sea incapaz de vivir sin él, encuentro los gags muy poco inspirados. No pasan de inocentones y caducos “pastelazos en la cara”. ¿Donde está el canallismo y la picardía de Charlot? ¿Dónde esas situaciones inverosímiles pero en la que podemos vernos reflejados a nosotros mismos o a nuestros más ocultos pensamientos y deseos? Si el Humor es Drama+Tiempo, Chaplin no supo cómo cuajar el segundo ingrediente, quedando siempre las bromas como retardadas, congeladas en la nevera, y bastante infantiles para un film de madurez artística como éste. Recordar solamente los niños en la escena del orfanato, dónde lanzan bolitas de papel al Rey Shadov cuando no mira, y un niño pastelero usa el dedo de hurgarse la nariz para hacer pasteles. El equivalente actual de este gag sería la tarta de manzana en American Pie por lo menos...

-La puesta en escena es teatral y artificiosa. Todos los planos y su movimiento interno de personajes, acciones, etc. se plantean desde esa frontalidad tan típica de la comedia, y sobretodo del cine mudo. Salvando las distancias, y pese a ser filmada en Inglaterra quizá no con muchos medios, estamos en 1957. Tan sólo tres años después se estrenará El Apartamento, y hay un mundo entre una y otra. La comparo con El Apartamento porque no es una película de acción ni de grandes filigranas técnicas, pero en cambio tiene una puesta en escena actual cuanto menos. Una resiste el paso del tiempo, la otra no. Aquí se evidencia una falta de adaptación de Chaplin a las nuevas técnicas y al nuevo lenguaje. El tiempo no pasa en balde lamentablemente... Y esto se puede aplicar tanto a la cámara, como al montaje, la interpretación, los decorados, etc. Imposible desprenderse de la sensación que detrás de la cámara hay un set de rodaje, con un cámara, un sonidista, un chico de producción con los cafés... pero no un director, que lamentablemente no puede estar en dos sitios a la vez.
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Olivares
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9
1 de marzo de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Chocante, atrayente, hiperrealista, divertida, emotiva, escandalosa... Bob Fosse se tomó una pausa entre Cabaret y All That Jazz para rodar una película que quizá hubiera merecido más atención. Lenny es la historia del cómico y monologuista Lenny Bruce, un americano de pro, judío para mas inri, que se dedicó a denunciar todo el puritanismo y la doble moral de su sociedad, y además lo hizo con humor, que es aún más difícil.

De una fuerza magnética intachable, quizá lo que más sorprende del film es su estilo formal. Rodada en un pulcrísimo blanco y negro con una gran fotografía de Bruce Surtees, y unas interpretaciones memorables de Valerie Perrine y Dustin Hoffman que realmente fueron “abducidos” por sus personajes, el hiperrealismo que impregna la película reduce Requiem por un Sueño a la categoría de spot publicitario (increíble la escena del teléfono). Pero por encima de todo, es su formato documentalista, estructurado en base a entrevistas a conocidos y amigos del personaje, y sobretodo a Honey (Perrine), la mujer de Lenny, que nos va desgranando poco a poco la vida del artista y lo que significaba estar a su lado. El tono es a la vez de confesión y de visita al psicólogo, y ahonda sin barreras en la vida liberal de los años 60. Porque un film sobre un personaje que intenta destruir los tradicionalismos sobre el racismo, el sexo, la vida en pareja, el sistema judicial, etc... no puede permitirse poner barreras, y como Lenny en si mismo, la película avanza hasta el objetivo más oscuro y recóndito, sin florituras ni concesiones, o estás con él o no estás... o blanco, o negro. Las confesiones de Honey-Perrine (indivisible unidad), nos muestran como todo lo que Lenny-Dustin era sobre el escenario también lo era en su vida... guarro, mal hablado, incisivo... pero también honesto, divertido, y luchador... coqueteó con el sexo libre y las drogas, y habla sobre ellos en sus speechs, consigue acercarse al público como nadie lo ha hecho... Y todo eso es demasiado para un establishment americano que sigue viviendo no ya en la guerra fría, sino en el puritanismo de los padres fundadores, y ¡oh, sorpresa! La ley escrita les importa poco cuando se trata de eliminar a alguien indeseable para “el buen funcionamiento y la cohesión de la sociedad”. Como un auténtico predicador en el desierto, Lenny Bruce se subía al escenario, dejaba que el foco le apuntara solamente a él, y decía unas cuantas verdades para que el resto pudiéramos disfrutarlas.
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Olivares
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3
12 de enero de 2011
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me cuesta, me cuesta escribir esta crítica. He discutido sobre ella, he reflexionado, y me debato entre la benevolencia/respeto hacia alguien como Chabrol y en pensar que debería concederle otro visionado al film, o en ser honesto conmigo mismo y ser tan contundente como mi espíritu crítico me pide que lo sea. He aprendido en estas clases que la crítica destructiva no aporta nada, pero creo que no puedo aparentar ser un crítico “que entiende” a Chabrol y Gracias por el Chocolate. No colaría. No puedo analizar lo que tiene el film que me gusta o no me gusta. Sólo veo carencias y más carencias. Allí voy, y que me perdone Chabrol:

1-No tiene Tensión. Está basada en una novela de intriga, en una idea de Hitchcock, tiene toques de Highsmith... pero no tensiona, no intriga, ni tampoco inquieta. Dicen que Chabrol no buscaba esto. Pongamos que lo acepto, va. Vamos a buscar si tiene otras cosas...

2-No tiene profundidad en los personajes: Los motivos que los mueven nos son desconocidos. Curiosamente, cuanto más secundarios son parece que mejor definidos están. Pero el trío protagonista (Mouglalis, Dutronc, y sobretodo Huppert) se desdibujan cada vez más. Si un personaje se conoce por sus acciones, vamos apañados. Nadie hace nada de forma decidida ni resolutiva: ni asesinar, ni tocar el piano, ni investigar... Todo lo hacen por una especie de inercia, hay un flujo que los lleva, pero desengañaos, no es la vida posmoderna, ni un pasado tortuoso, ni nada explicable ni explicado. No. Es simplemente la mano del guionista empujándoles.

3-Visualmente no es nada del otro mundo, nada destacable más que la interpretación de Huppert (no sé si es muy fácil o muy difícil hacer un personaje tan frío y vacío como el suyo). La dirección artística va de la mano de Huppert para definirnos la casa, blanca, fría, aséptica. En general, el apartado estético (igual que el narrativo) tiene el principal problema de que no sabe “a qué juega”. No se sabe cual es el estilo, ni el tono, ni el ritmo de la película, y de ahí se deriva que al final no hay ni forma, ni fondo.

4-No tiene estructura narrativa. O mejor dicho:: No explica NADA. Enlazado con lo anterior, en general la película da la sensación de no avanzar. Para mí tiene aspecto de pintura, es un simple retrato de unos personajes. Nada más. Un retrato vulgar además, porque tan sólo se limita a pintarlos, no nos expresa nada. “¿Y que tiene eso de malo?” podríais preguntar. Quizá para muchos es algo aceptable. Para mí no. Un film está estructurado en un tiempo, y como tal no puede ni debe desprenderse de una cierta narrativa (al igual que tampoco se desprende de cierta estética o cierta plástica) Términos como Tesis, Hipótesis o Síntesis nunca deberían quedar fuera de una película, pero en Merci pour le chocolat! no tienen cabida, son irrelevantes. Simplemente cabe preguntarse después de ver el film “¿nos explica algo más allá de que el mal existe?”.
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Olivares
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