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Críticas de Don Juan Pedro
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
5
17 de agosto de 2013
26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Neill Blomkamp, director sudafricano de todavía incipiente carrera cinematográfica, logró en 2009 lo que para muchos de sus compañeros difícilmente pasaría de ensoñación imposible: hacerse un nombre en el género de la ciencia ficción con tan sólo su primer largometraje. "Distrito 9" se consagró como un claro ejemplo de buen gusto filmográfico, respeto por las bases de la temática, aprovechamiento de una estupenda ambientación, notable uso de las dobles significaciones y ágil e innovadoramente documentador ritmo narrativo, con un nada acusado avance in crescendo de la trama que en ningún momento degeneraba en la acción fortuita. Tras tan sonada entrada en el exigente mundo del cine, aclamado por fans y críticos que en condiciones normales habrían requerido un mayor número de obras propias para prestar atención a sus méritos, las expectativas para con su segundo trabajo estaban a la altura de la idílica estación espacial que da nombre a su nueva película: "Elysium".

Con Matt Damon en el papel protagonista y el futuro (concretamente el año 2159) como marco temporal, las virtudes y deficiencias del film pasan de latentes a manifiestas apenas superados los primeros diez minutos de gracia, sin trampa ni cartón. Obviando la evidente ambientación futurista, casi apocalíptica en su trasfondo (y dejando también a un lado no pocas semejanzas con la saga de videojuegos "Deponia" para ordenador), Neill Blomkamp vuelve a imprimir su sello personal de crítica social encubierta por conveniencia en un guión que, salvando ciertos detalles, es alarmantemente plano e insulso, con poco más que contar fuera de la exacerbada discriminación de clases que ha llevado a que los más pudientes se permitan un alojamiento en la avanzada estación espacial Elysium mientras el resto de la humanidad malvive en el desgastado planeta Tierra. Todas las cartas están sobre la mesa desde el comienzo, sin sorpresas posteriores que puedan animar un poco el visionado; y aunque las actuaciones, efectos especiales y banda sonora cumplan por lo general, en todo momento se echa en falta algo más. Esa carencia sin forma que tanto se añora durante la película no es otra cosa que el talento innovador que el director exprimió en su anterior trabajo y que, parece ser, ha olvidado o desechado emplear en éste, con el correspondiente desperdicio que no puede pasarse por alto.

Todos los aciertos que concedieron un amplio reconocimiento mundial a "Distrito 9" brillan en "Elysium" por su completa ausencia. El protagonista carece de carisma dada su simpleza y nula profundidad, la ambientación y el trasfondo de la misma no están respaldados por una historia a la altura del conjunto y desgastan su interés a lo largo del metraje hasta convertirse en poco más que un bonito escenario de fondo, el guión asombra más por la falta de efectividad que por las escasas buenas ideas que ofrece, la crítica social pierde fuerza enseguida por lo poco que se profundiza en la raíz del conflicto y, en definitiva, la película en sí se hace más satisfactoria para el consumidor de acción fácil que para el aficionado a la depurada ciencia ficción que tanto debió disfrutar del anterior trabajo de Neill Blomkamp y que tan decepcionado debería sentirse con el presente resultado. Ni siquiera de pretencioso podría tacharse al film del director sudafricano, pues la inexistencia palpable de cualquier tipo de esfuerzo adicional en sus puntos considerablemente más débiles la exime del menor aire de grandeza.

Defectos a un lado, estamos ante una entretenida aventura futurista cargada de sus correspondientes dosis de acción y tópicos, incluso capaz de derivar para los menos exigentes en un decente drama de valores enfrentados, esperanzas imposibles de frenar y amistades que perduran más allá del tiempo y la adversidad, cuyo mayor defecto reside en la gran oportunidad tristemente desperdiciada que suponía este intento para su director y para el público más ilusionado. Por otra parte resulta cuanto menos curioso que la abismal separación entre la elitista estación espacial y nuestro cochambroso planeta, base argumental de la película, represente a su vez la amplia distancia que aleja a "Elysium" de su superior antecesora, "Distrito 9", más hermosamente fulgurante en la comparación actual que cuando surcaba los cielos de la ciencia ficción en solitario.
Don Juan Pedro
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6
18 de febrero de 2013
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por regla general y en base a un declive generalizado exponencialmente decadente en los últimos años el cine español se compone en la actualidad de nueve partes de repetitividad y una de inspiración, regalando obras prescindibles, casuales, genéricas y simples en la mayoría de sus intentonas, suscitando una división habitual entre las películas que se sacan a la luz: las que intentan ser buenas y las que directamente son malas. "[•REC]" perteneció en su momento al primer grupo, consiguiendo su objetivo de la mano del original planteamiento propuesto por sus directores, Jaume Balagueró y Paco Plaza. Tiempo después "[•REC]²" llegó a las carteleras sin hacer justicia a la entrega original y derribando los pilares que sostenían las bases del argumento de lo que parecía ser el comienzo de una saga que los propios directores se encargaron de atajar rápidamente confirmando que se trataba de la última entrega. Estas declaraciones se desmintieron al confirmarse que cada uno de ellos dirigiría por separado una nueva película, siendo la tercera parte una precuela y la cuarta el desenlace final, al menos teórica y provisionalmente. Paco Plaza sería el encargado de dar el primer paso, con la difícil tarea de aliviar el mal sabor de boca de la segunda parte, mientras que su compañero se reservaría la traca final con el supuesto cierre de la saga. La filmografía de ambos directores deja caer un ligero escepticismo referente a la dirección en solitario de esta tercera entrega en contraste a un asentado experto del género como viene siendo Balagueró, pero lo cierto es que se ha conseguido un resultado excepcional y sorprendente teniendo en cuenta en especial las bajísimas expectativas que rondaban al proyecto desde sus primeros compases.

Y es que "[•REC]³ Génesis" es una película de olvidar. Hay que olvidar que como precuela no aclara ningún suceso de las dos entregas cronológicamente posteriores, hay que olvidar que no supone más que otro resultado de una comercialización rallante en la explotación, hay que olvidar que los nexos que comparte con la entrega primigenia son escasísimos, hay que olvidar que apenas utiliza el concepto de cámara al hombro que caracterizó a la saga, y por último pero no menos importante, hay que olvidar que como película no aporta nada ni al cine español ni al cine en general. Es un film más del montón, con una duración de hora y veinte minutos y un guión simplista, convencional y de nula profundidad. Pero, ante todo eso, "[•REC]³” es un largometraje divertido que consigue enganchar al espectador durante todo su trayecto con tanta o más eficacia que la primera parte, y muy por encima de la segunda. Es además una película de zombies, lo que conlleva unos toques de terror suavizado para la audiencia y una buena cantidad de gore bastante cafre, pero también es una película de tragedia, de humor, de aventuras y de amor; abierta para un público que puede congregar espectadores con diferentes objetivos audiovisuales, concreta para los fans de la saga o de las películas de zombies en general y especial para los que busquen en la película simplemente el entretenimiento más genuino y llevadero, resultando curiosamente por lo general más convincente y efectiva para el segundo grupo, en contraposición a la lógica natural que rige el correcto desarrollo de las series cinematográficas.

Cabe destacar en especial la superación de unas expectativas que habían tocado fondo incluso tras la campaña de marketing mediante trailers no demasiado sugerentes y promociones que no calaban hondo en los aficionados en parte por culpa del bajo nivel de "[•REC]²". No obstante ha quedado en evidencia que esos temores eran injustificados en su mayoría, resultando ser finalmente una película entretenida y con un indiscutible sello personal que la hace una de las obras más destacables del todavía experimental director. Aun así no es el nombre de Paco Plaza el único a destacar, ya que gran parte del proyecto audiovisual se sostiene gracias a las sobresalientes actuaciones de Leticia Dolera y, tan solo medio paso por detrás, de Diego Martín, compartiendo ambos un brillante e indiscutible protagonismo central por encima de un plantel de actores que tampoco desmerece en absoluto su participación. Cada personaje, a excepción del dúo protagonista, no trata de sobreactuar ni de destacar, sino que se limita a su condición de pieza del puzle, de persona real en una situación horrible e inverosímil, dejando a la pareja la tarea central de entretener y emocionar al espectador y demostrando con creces que Leticia Dolera es una actriz española en potencia y que Diego Martín es mucho más que ese personaje que todos recuerdan de "Aquí no hay quien viva". A un lado de estas fantásticas actuaciones destaca también un acertadísimo uso de la música que se estrena en esta entrega de la saga y que da las correctas dosis de tensión, emoción y dramatismo a cada escena, obviando su condición de sacrilegio junto a la oportunista y casi completa desaparición de la vista en primera persona a través de la cámara para todo fanático purista de la saga.

Es de recibo reconocer que "[•REC]³ Génesis" es una mala precuela. Los hechos que se suceden en su hora y veinte minutos de duración apenas presentan un par de guiños a la trama de las dos entregas posteriores en la cronología de la saga, sin ningún matiz revelador que justifique su pertenencia a la misma cuando perfectamente con unos sutiles cambios de guión podrían haber supuesto el inicio de una nueva licencia. No obstante, y pese a sus evidentes y para muchos imperdonables carencias, "[•REC]³ Génesis" es ante todo una buena película: divertida, emotiva, cafre como pocas y brillante en algunos puntos. No va a pasar a la historia de ninguna clase de cine y probablemente no dure más de unos meses vívidamente en la mente del espectador promedio, pero todo esto no quita que resulte un más que agradecible y disfrutable entretenimiento palomitero.
Don Juan Pedro
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5
15 de julio de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas es un hecho más que conocido y contrastado el que Marcus Dunstan puede considerarse ya una asentada mente creadora de cine slasher cada vez más tendiente a un marcado estilo torture porn al que parece haberse aficionado en su aún incipiente carrera cinematográfica como guionista. Entre sus participaciones se encuentran tanto tres entregas de la conocida franquicia "Saw" como los nada destacables remake y secuela de la recientemente renovada saga "Piraña". Todos estos largometrajes, junto a otros menos destacados o reconocidos a nivel de público general, comparten por lo general un rasgo definitorio común en su conjunto: el predominio representativo de la violencia descubierta y desagradable, apetecible para un concreto sector de espectadores que encuentran en estas propuestas su evidente predilección narrativa y audiovisual respaldada gracias a un elemento gore cada vez más casual y genérico que sin embargo sorprende en ocasiones con nuevas licencias a explotar de mayor calado mediático, ya sea entre otros factores por una fuerte censura o por la controversia derivada de una polémica ya rallante en lo habitual. Ese es el caso de "The Collector", el primer film dirigido por Marcus Dunstan, que utiliza la experiencia obtenida como guionista de esos numerosos proyectos que respaldan su afición por el género slasher en sus vertientes más desagradables para llevar a cabo la que sin lugar a dudas debe resultar una película de ensueño para su propio gusto, pero que adolece al mismo tiempo de un amplio número de defectos que la alejan de un resultado similar o meramente cercano al de la primera entrega de "Saw".

La trama actúa en este caso como excusa introductoria de un escenario adecuado para el desarrollo argumentativo, bastante previsible por una parte y compensado por otra gracias a las numerosas y casi ininterrumpidas dosis de tensión extrema que alcanzan en determinados momentos un nivel cercano al auténtico miedo gracias a las situaciones límite, a la cotidiana pero aun así tétrica ambientación y al homicida de turno, esta vez incluso más maquiavélico y perverso de lo habitual. Las trampas hacen acto de presencia como elemento principal del desarrollo de la faceta gore del largometraje, y si bien no son demasiado novedosas consiguen cumplir su oscuro cometido con solvencia y no poca sangre, dejando para el recuerdo de los más morbosos unas cuantas muertes bastante desagradables no ya sólo por su brutalidad, sino también por lo doloroso y lascivo de sus ejecuciones. En contrapartida la elección del protagonista, encarnado por un más que solvente Josh Stewart, resulta certera y agradable al tratarse de un personaje entrañable y humano con el que el espectador puede sentirse fácilmente identificado, y que consigue llevar de muy buena manera el desarrollo de su complicado y nada agradable pulso con el antagonista. Resta decir que si bien la película no sorprende, tampoco pierde el interés en ningún momento, con un ritmo ágil y bien trazado hacia su recta final y posterior cierre.

En lo técnico se ha conseguido un resultado que va más allá del tópico pero indispensable juego de luces y sombras, alcanzando una muy original y vistosa exhibición basada en el realce de determinados efectos visuales y la implementación de otros tantos de carácter auditivo que acentúan y personalizan con un notable grado de detalle cada aparición del asesino, consiguiendo mutar su aspecto sin necesidad de alterarlo físicamente hasta asemejarlo a un voraz insecto a punto de atrapar a su desvalida presa, un símil terrorífico y novedoso que intimida y sorprende al espectador con cada uso que se le da a lo largo de la casi hora y media de duración. Cada plano y encuadre está realizado con el máximo cuidado en la obsesiva búsqueda de la máxima espectacularidad necesariamente desalentadora y visceral que una producción de estos valores puede y debe siempre aspirar a conseguir, y es en ello en lo que se halla la quintaesencia de "The Collector". Por lo demás no aporta nada que no se haya visto ya al mercado, el guión tiene en su haber más trampas que el propio enemigo, salvo el protagonista no encontraremos ninguna interpretación destacable, y hay no pocos aspectos mejorables a lo largo del metraje. Dejando todo esto a un lado y centrándonos en lo que vemos y sentimos como meros clientes de la carnicería no cabe duda de que, para bien o para mal, estamos ante un nuevo referente en el género.
Don Juan Pedro
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6
26 de julio de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Símbolo. Poder. Esperanza. Protector. Superhéroe.

Son palabras y valores capaces de despertar de manera casi inmediata cálidas remembranzas que, en la mente del espectador, resguarda y protege el icónico traje de tonalidades azul y roja que conforma y da nombre e imagen al que probablemente sea, con permiso de arañas y murciélagos, el personaje de ficción superheroica más popular a nivel contemporáneo y mundial. Sin importar cuántas veces cambie el rostro que lo interpreta y define, la reconocible letra rojiza de su uniforme y su capa ondeando al viento siempre devolverán su identidad a nuestras conciencias, y con ella la ilusión imperecedera al verlo enfrentarse una vez más al mal en pos de salvar nuestro mundo. Así es, Superman ha vuelto al cine siete años después de su última (y polémica) adaptación, comenzando nuevamente la saga en forma de un reboot que narrará los inicios de Clark Kent como héroe en la Tierra y su posterior enfrentamiento contra el temible General Zod, todo ello orquestado bajo la atenta batuta de uno de los directores más afamados de la época, autor de obras de la talla de ¨Amanecer de los muertos¨, ¨Watchmen¨ o ¨300¨.

Zack Snyder conoce a la perfección cuál es su campo de juego predilecto, domina sus ya más que reconocidas cualidades dentro del mismo y se explaya holgadamente con su acostumbrado pero siempre solvente talento, financiándose además para la presente ocasión con un mastodóntico presupuesto superior a los doscientos millones de dólares que da pie al más espectacular tratamiento audiovisual que el hábil director pueda ofrecer al público. Para asegurar un predecible éxito en taquilla respalda su proyecto con la maestría musical del ilustre compositor Hans Zimmer y con un plantel de actores que, sin destacar muchos nombres famosos entre sus filas, goza de talento para dar y tomar. A Henry Cavill el traje de Superman le queda como un guante, al igual que su superheroico papel, y sabe defenderse con solidez y carisma en su brillante interpretación. Amy Adams como Lois Lane y Michael Shannon como el General Zod completan junto a él un estupendo registro básico, cubriendo el trío protagonista del film (héroe, damisela y villano), y contando además con estupendos actores adicionales como Kevin Costner, Russel Crowe o Laurence Fishburne. El guión de David S. Goyer (con la colaboración del mismísimo Christopher Nolan), por otra parte, no supone uno de los pilares más importantes de su estructura. Tanto la historia como la forma de narrar la misma, sin llegar a ser en absoluto mediocres, se conforman con un nivel por encima del aceptable y por debajo del notable, consecuentes a su mérito más bien secundario en la temática a tratar. La base sobre la que se sostiene toda la película a modo de cimiento principal es la propia especialidad de Zack Snyder y el origen de sus más valorados éxitos: el dominio de la exhibición en su vertiente más directa y llamativa.

El metraje, tanto escena a escena como en la suma de sus partes, es la perfecta definición de espectáculo audiovisual en su máximo exponente actual. El mero hecho de ver a Superman volando alrededor del planeta consuma la sublimación del insalvable abismo tecnológico que separa inexorablemente en el tiempo aquel notable film de 1978 que representase por vez primera con acierto al colorido y poderoso justiciero en la gran pantalla del reciente reboot que, lejos de homenajear a su película antecesora, reinventa el concepto que retrata no sólo al héroe, sino al mundo que le rodea y del que procede, y lo lleva un grado más allá, adaptándolo a la actualidad y modernizándolo en no pocos sentidos. Los segmentos de batalla son demoledores en la más fiel y plena de las literalidades, derrochando efectos especiales en cada segundo de la liza y rematando con dinámicos y absorbentes ángulos de cámara que someten incluso al propio espectador a la obligatoria contemplación de la titánica lucha de la que es testigo. Se mezclan y conjuntan en caótica armonía desde los destructivos golpes de héroe y enemigos hasta edificios derrumbándose los unos sobre los otros, ondas expansivas capaces de devastar barrios enteros e impresionantes explosiones que, lejos de ser lograr amedrentar a los furiosos contendientes, no hacen más que servir de adecuado telón de fondo para la violenta disputa. Diálogos también los hay, pero salvo honrosas excepciones sólo lucen verdaderamente acertados en su connotación más épica, lo que no significa que dejen de ser tópicos y previsibles, cortados por el mismo patrón que el guión en el que se incluyen, si bien eso no impide ni por asomo que se disfruten de igual manera, siempre en conjunto con la protagonista absoluta de esta historia, la acción constante.

¿Para qué público objetivo está dirigido lo último de Zack Snyder? Para los que no van a compararla de forma casi sistemática y obsesiva con el film original del que inevitablemente ha de beber, para los que no esperen un largometraje tan profundo o cercano a la filmografía de Christopher Nolan como su colaboración podría sugerir, para los que no rebusquen en su guión queriendo hacer castillos de sus impurezas e imperfecciones, para los que no exijan una actriz más atractiva encarnando a Lois Lane, para los que sepan contraponer lo negativo a lo positivo y así poder valorar lo visto en consecuencia y, en especial, para los que simplemente gocen de una buena película repantigados en sus butacas con un generoso bol de palomitas en su diestra y un refresco cualquiera en su zurda. Es natural y previsible que ¨El hombre de acero¨ no sea un film destinado a gustar a todos los públicos (utopía inalcanzable ni en el mejor de los supuestos), pero sabe contentar a los que conocen lo que pueden y deben buscar en su metraje: diversión directa y accesible, la voluntad de un héroe luchando por salvar al mundo y el bien venciendo al mal una vez más. Todo lo demás es mera anécdota.
Don Juan Pedro
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3
3 de noviembre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El monstruo de Frankenstein, al que erróneamente se ha atribuido por lo general un nombre que en realidad le pertenece a su creador, nació de la pluma de Mary Shelley en 1818 y fue protagonista del primer texto de ciencia ficción de la historia. Lejos de estancarse en su novela original la criatura devuelta al mundo de los vivos se ha convertido a lo largo de estos dos últimos siglos en un recurso recurrente tanto dentro como fuera del género del terror, protagonizando y participando activamente en historias de todo tipo, muchas de las cuales han sido adaptadas a la gran pantalla. Resucitó de nuevo, se echó novia, tuvo un hijo, luchó contra el conde Drácula, ayudó a Van Helsing en su cruzada… Las aventuras del monstruo se suceden sin cesar y lo arrastran de una temática a otra, tocando géneros tan opuestos entre sí como la acción y la comedia sin hacerle ascos a ninguna clase de guión. Lo cierto es que el desgaste comercial del famoso experimento viviente le ha acabado pasando factura a largo plazo, y no todas sus apariciones cinematográficas han gozado de un nivel de calidad adecuado a su renombre. El cajón de los fracasos hace hueco este año para "Yo, Frankenstein", film de Stuart Beattie que se posiciona como firme candidato a la más deficiente readaptación del personaje de la década.

La película arranca con una introducción que perfectamente podría estar entre las cinco peores del año, pero que al menos ayuda al espectador a meterse en materia. El monstruo de Frankenstein, resignado a no ser más que una criatura sin alma, tendrá que descubrir en sí mismo la clave para ayudar a las gárgolas en su eterna lucha contra los demonios y así salvar a la humanidad de su completa aniquilación. La base argumental es simplista por sí sola, aunque sorprendentemente su insípida y precipitada narración consigue empeorar el resultado final conforme avanza el metraje gracias a una casi obsesiva reiteración de situaciones ya vistas y a unos diálogos malos hasta la saciedad, desaprovechando por completo las escasas buenas ideas que se atreve a incluir en un guión demasiado manido en todas sus facetas como para sorprender mínimamente.

En honor a Aaron Eckhart hay que decir que a pesar de las enormes limitaciones de su personaje consigue llevar a cabo una actuación bastante aceptable, mientras que por su parte Yvonne Strahovski dota de cierto encanto a su aburrida aportación a la trama. El resto del reparto hace lo que puede con sus respectivos papeles, aunque no sobrepasan la mediocre regularidad que caracteriza a la película en su conjunto. Hay algunas escenas aceptables (muy pocas), pero generalmente el atropellado ritmo de la narración logra echar a perder las ya de por sí limitadas virtudes técnicas del film. El nivel artístico de los escenarios destaca por encima de los irregulares efectos especiales, tan pronto sorprendentes como decepcionantes, con mención especial a unos demonios que rozan el ridículo más espantoso. La banda sonora cumple su cometido sin mayores alardes que el solvente resultado de un par de partituras concretas, las cuales acompañan correctamente la acción.

El lado oscuro del cine comercial ha quedado plasmado en "Yo, Frankenstein" con impoluto descaro. Stuart Beattie firma un trabajo sumamente pobre y desaprovechado, carente del menor grado de esfuerzo y creado con evidente afán recaudatorio. Demuestra cierta capacidad de entretenimiento en sus compases más prominentes gracias al alto nivel de espectáculo exhibido, pero el lastre de su fútil historia y personajes, mal planteados y fatalmente desarrollados, hunde la película en una absoluta vulgaridad. Todo aquel con curiosidad por explorar las muchas versiones alternativas de la novela de Mary Shelley debería ignorar automáticamente este desastre audiovisual y depositar su interés en opciones mejores, las cuales podrá encontrar en casi cualquier formato.
Don Juan Pedro
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