Me ha resultado tan sugestiva que no podría decir que es mala, tampoco es para alabarla ni mucho menos. En lo personal me ha gustado, pero objetivamente es irrecomendable, aún para los fanáticos del mismo director. Por una parte parece un ejercicio de amateurismo completamente olvidable, por otro una reducción extraordinaria de la esencialidad del alma del Kim Ki Duk, de su poética cinematográfica. De todos modos, como ya había visto Arirang, no puedo dejar de recordarla como contexto biográfico de producción de Amén. Y no he podido dejar de sentir ese esfuerzo completamente admirable que está haciendo por recuperarse, por renovarse, por reencontrarse.

Amén solo se puede mirar como un ejercicio personal del director. No hay más vueltas que darle. Son como las Cartas al hermano de Van Gogh, un grito desesperado donde el artista se revuelca en el fango de sus propias miserias. Un ejercicio personal de despojo, de preguntarse quien es, que está haciendo, hacia donde ir.

La película me ha resultado notable porque siento de algún modo que el director surcoreano no ha pretendido otra cosa que despellejarse y de algún modo le ha funcionado (creo suponer) como expiación y catarsis personal. Aunque eso lo veremos con la evolución de sus siguientes películas. Amén es una forma de dar término a una etapa. De decir hasta acá llegué.

Es una típica película hecha a medida del actor, para su exclusivo lucimiento. De hecho, Lee Byung-hun se roba casi el 70% (estimativo aproximado) del tiempo de la cámara. Ahora bien, esto no es un impedimento per se para que sea o no una buena película, con un buen guión, etc. Pero este no es el caso, no es mala, pero tampoco llega a ser buena a mi criterio. La historia no resulta creíble, no hay un trabajo exhaustivo para desplegar una narración, es simplemente una excusa para demostrar un film impecable técnicamente. La violencia es un tópico muy común en el cine actual, totalmente injustificada, y sencillamente obsceno. Pero hay que lidiar con ello, ni modo.

De todos modos, el film mantiene un buen ritmo, no es aburrido, aunque sea previsible. Dado que justamente este tipo de películas se las ve justamente por aquello que para algunos puede ser un defecto. Es una película típica de género, si quieres ver peleas, tiros, y sangre es una película para vidiarla, porque aunque no sea una joya del género, es una película bien hecha en este sentido.

Las citas zens, pretenden darle una profundidad que carece. Pero no están mal, no las conocía y gracias a esta película pude conocerlas.

Lo mas importante del film, es el protagonista principal. Por eso la crítica no puede soslayar este punto vital. El desarrollo de la trama gira en torno del desarrollo del personaje, el cual aparece en principio como una especie de frío ejecutor de órdenes. Como el lacayo fiel y perfecto que cualquier jefe quisiera tener, que cumple hasta las últimas consecuencias los deseos de su superior y es implacable con sus pares. Absolutamente correcto e intachable. El punto nodal de la película, aparece cuando este lacayo perfecto, desobedece.

Basado en hechos reales, la película carece completamente de credibilidad. Y es un compendio de lugares comunes, del sentimentalismo del espíritu deportivo y del sentimentalismo surcoreano por la reunificación. No me resultó creíble el protagónico, y la actuación de Bae Du-na fue también discreta. El guión tenía como base una historia real y sobre el mismo se montó una serie de historias paralelas completamente fuera de lugar, artificiosas y atestados de guiños al público masivo surcoreano.

Una lástima el desperdicio de tanto presupuesto para hacer una película que tanto artísticamente como históricamente no alcanza nunca un buen nivel. Donde se apela excesivamente a la emotividad, de tal manera que se convierte en una impostura.

De todos modos, si algo puedo rescatar del film, es dar a conocer un hecho real: Cuando las dos coreas se juntaron a competir en un campeonato oficial. Realmente daba para hacer algo más auténtico, uno termina con ganas de ver una mejor película para retratar ese momento histórico. Esperemos que en algún momento eso ocurra.