En "One day of a time" te satisface todo lo que ocurre. Es de las que te deja una sonrisa en la boca con cada capítulo y una lagrimita al final de la temporada. Y no solo porque es muy divertida y fresca sino porque todo lo que parece que está haciendo mal lo arregla enseguida, demostrándote que la que estaba equivocada eras tú. Es quizás en ocasiones algo simplona en los chistes y exagerada en estereotipos,pero en general, funciona muy bien.
"One day of a time" (Día a Día) relata la vida de una familia cubana en Los Angeles, encabazada por una madre soltera, Penélope, veterana en Afganistan y ahora enfermera civil, Lydia, abuela viuda con bastante aires de grandeza y los hijos adolescentes de Penélope, Elena, 15 años, feminista y en pleno proceso de autodescubrimiento y Alex pequeño observador de 12 años.
Una pequeña sinopsis sirve para darse cuenta de la transgresión de la serie: ¿madre? ¿soltera? ¿cubana? ¿ex-militar? ¿hija feminista? ¿Qué está pasando aquí?
Es todo lo que parece y más, porque a lo largo de los trece capítulos que componen su primera y única temporada se desarrollan multitud de temas a cada cual más crítico y puntero que el anterior. Y de una manera real y cotidiana, en la que existen dudas, desaciertos y discusiones, tal y como pasaría en una familia real.
Inmigración, feminismo, homosexualidad, falta de ayudas para veteranos de guerra, todo enmarcado en una sitcom de formato multicamara y risas enlatadas que más parece ser así para precisamente revisar y criticar la limitado de ese formato que antaño retrataría la vida de una muy heteronormativa familia blanca americana de alto poder adquisitivo.
Cabe destacar que para la realización de la serie se tuvo muy en cuenta la diversidad del equipo. No solo se desarrolla mano a mano entre Gloria Calderon Kellett y Mike Royce, sino que cuenta con doce escritores ( la mitad mujeres ) de diferentes orígenes, orientaciones e identidades sexuales, cada uno de los cuales aportó experiencias personales a la trama.
Se nota y agradece.

Desde luego Desayuno con diamantes reluce como la piedra más dura. Precisamente por ese aire elegante y sofisticado de su publicidad e incluso de su caratula, es más rica aún la sensación de "desilución" al descubrir el desparpajo y la falta de glamour con la que se desarrolla el film. Al meter el dvd por la ranura del aparato, y sin tener mayor conciencia del film que los posters de Audrey que bien venden en Ikea como el mejor icono de glamour para el hogar, crees que te vas a topar con el mayor ejemplo de elegancia en el cine de hollywood. Sin embargo, tu sonrisa de satisfacción se acrecenta y se cambia por una carcajada al ver el desparpajo con el que solventa la vida su protagonista. Es maginifico el aire de naturalidad con el que Holly Golightly habla consigo misma e intenta hacer de todo lo que hace algo normal.
Maginifica actuación de Audrey Hepburn con la que se convierte en el prototipo de mujer boraz y actual, muy posterior a su época. Rememorable hasta el fin de los tiempos su estilo propio y el de muchas mujeres hoy en día.

En Banana encontramos algunas cosas muy interesantes y otras que no lo son tanto.
Interesante es la manera de utilizar la homosexualidad casi como tema secundario en cada capítulo siendo, sin embargo, el eje estructural de la serie. Los personajes no encuentran problemas en su vida diaria por su orientación sexual. No viven en agonías de aceptación, ni están recluidos en armarios de desesperación y soledad sino que, al contrario, se muestran perfectamente cómodos en su forma de vida. Se trata de una inteligente forma de mostrar las relaciones homosexuales como perfectamente naturales, las cuales subyacen a temas de mucha más trascendencia en la vida de los personajes de la serie. Creo que es algo que pocas veces se ha mostrado en una serie o película que trate exclusivamente el temario LGTB.
Por otro lado, encuentro que la serie ha caído en el error de poner un filtro al presentar las relaciones en función de quien las protagoniza. Las relaciones lésbicas que se muestran son mucho menos reales, menos pasionales, menos desenfadas que las demás. Las serie ha tratado de enmarcar las relaciones entre mujeres de forma poco correspondiente con la realidad. Si bien, existen evidentes diferencias entre las relaciones entre hombres y aquellas entre mujeres, es también cierto que todos tenemos sexo, tanto con personas a las que amamos y como con personas a las que no.
Sin embargo, después de esto, creo que Banana debería ser una serie de referencia en el panorama actual. Muy recomendable de manera general.

En Monstruoso se trabaja desde el principio con la idea de escala, y con el hecho de mantener a la escala del hombre la filmación de una película. Y eso no solo se consigue con la utilización de una cámara personal para la grabación completa del film sino que a eso se le agrega (no como segundo plato, está claro) un enorme monstruo que nunca se deja ver en su totalidad, que nunca se llega a abarcar con el pequeño objetivo de la cámara.
Es muy interesante la incorporación de escenas desde lo alto de uno de los edificio de Manhattan para dar una idea de la imposibilidad de control en el plano del suelo, en el plano del hombre.
A esto se le añade el verdadero protagonismo de la ciudad como tal. Es ella la única que esconde, que enseña a través de sus edificios y es ella la que peor parada sale.

Es una pena lo de Teenage Cocktail en general, porque bajo una producción muy elaborada, unas actuaciones muy creíbles y una puesta en escena bastante buena se esconde una macabra misoginia que me da bastante repeluz.
Aparentemente estamos ante una película de corte LGTB que quiere mostrar la liberación sexual de dos jóvenes adolescentes incomprendidas que encuentran la una en la otra un apoyo para sobrellevar situaciones difíciles. Sin embargo, en ningún momento de la película se define la relación entre las dos más allá de como una mera amistad. Lo único que vemos a lo largo de la película son revolcones uno tras otro que aparentemente no traen ninguna consecuencia para las chicas. Ni siquiera para Anie, nuestra protagonista, que en algún momento dado sugiere que lo que siente por su amiga es algo más que amistad. Los sentimientos, al final, se desdibujan por completo y lo único con lo que nos encontramos son a dos chicas, muy amigas, que lo único que quieren es dinero fácil para marcharse del aburrido pueblo en el que viven aunque para ello tengan que mostrar su cuerpo por internet, prostituirse y estafar a un "pobre" piscinero.

Cuando parecía que cogía cierto rumbo feminista al mostrar las consecuencias y efectos del descontrol en red de la pornografía y objetualización femenina, la trama se revuelve sobre sí misma y de repente, las que eran claramente las víctimas iniciales, se convierten en las culpables del desmantelamiento de la vida de un depredador sexual, casado y con un hijo, que no dudó ni un segundo en contratar los servicios de dos adolescentes puntualmente prostitutas.

En fin, otro despropósito machista que, una vez más, se disfraza de film independiente gay-friendly.