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Críticas de Jefe Dreyfus
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Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
8
20 de octubre de 2012
61 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconozco que las películas basadas en los viajes en el tiempo y en las paradojas temporales son una de mis pequeñas debilidades. Así pues cuando me enteré que se estrenaba Looper y vi las buenas críticas que había cosechado no tardé en correr hasta la sala de cine más cercana. Y una vez allí, ¿qué me encontré? Pues lo que me encontré fue un thriller de acción futurista, con toques de ciencia ficción, de western, de cine noir, con toques de comedia, con una historia basada en los saltos temporales, con máquinas del tiempo, algo de telequinesis, motos voladoras, futuros apocalípticos... ¡y a Bruce Willis partiendo la pana!. Yo es que no se que más se le puede pedir a una película de estas características. Bueno si, que la trama funcione y esté bien resulta. Pues señores, no se lo van a creer, pero la trama funciona y está bien resuelta. Ya pueden ir descorchando el champán.

¿Saben ustedes ese tipo de películas que juegan a imaginarse un futuro próximo? Pues Looper no va de eso. En esta juegan a imaginarse ¡dos futuros próximos! El primero, el más lejano, se sitúa en el año 2072, donde los asesinatos han quedado terminantemente prohibidos (con esto no se quiere decir que hoy en día la gente vaya asesinando por la calle a troche y moche, pero es que en ese futuro no se puede liquidar a nadie sin ser descubierto, suponemos, debido a un ejército de “robots-Colombo” o algo por el estilo). Lo que si que está inventado en ese futuro son los viajes en el tiempo, con lo cual, lo que hacen las mafias del lugar es mandar a todo aquél que se quieran cargar de viaje en el espacio-tiempo hasta el año 2042, donde una especie de sicarios los eliminan y se deshacen del cadáver. Estos asesinos se conocen con el nombre de loopers.

Lo complicado del caso es que una vez estos loopers llegan al año 2072 también deben ser eliminados para evitar que comprometan a la organización y son capturados y enviados en el tiempo de nuevo hasta el año 2042 para ser eliminados por sus propios “yos” más jóvenes. A esto se le llama cerrar el bucle. Pero cuando Joe, el protagonista de la trama, reciba el encargo de eliminarse a sí mismo, dudará y su propio “yo” futuro logrará huir, dándose a la fuga. A partir de ese momento el joven Joe deberá dar caza a su “yo” veterano y eliminarlo antes de que el resto de loopers les den caza. ¿No querían paradojas temporales? Pues ¡toma tomate!

Peli escrita y dirigida por Rian Johnson, quien se diera a conocer hace unos años con su opera-prima, Brick, donde ya contaba como protagonista con un Joseph Gordon-Levitt que, en Looper, se esfuerza enormemente por imitar las caras y esa media sonrisa típica (además de una gruesa capa de maquillaje) del que será su “yo” futuro: Bruce Willis. Ambos están fantásticos en sus papeles y logran construir un único personaje complejo, creíble y fascinante. Además la cinta cuenta con las interpretaciones de una guapa (y rural) Emily Blunt, cada día más consolidada, y el veterano Jeff Daniels, que estuvo desaparecido durante bastante tiempo y que parece haber vuelto con fuerza.

Looper parece nacer como resultado de una idea que es, a la vez, toda una compleja paradoja temporal: la de alguien que debe matar a su propio “yo” futuro. A su alrededor, el film, construye todo un oscuro futuro próximo, lleno de mafiosos, bandas, armas, drogas, strippers y asesinatos que funciona perfectamente y encaja con la idea central de la trama que, no obstante, lamento confesarles, no es más que un punto de partida para lo que vendrá después. Pero a pesar de lo novedoso de la premisa inicial, lo cierto es que los referentes a los grandes clásicos del género resultan evidentes y uno no puede evitar, durante su visionado, que se le vayan apareciendo por la cabeza ciertos momentos de películas como Terminator, 12 monos e, incluso, Regreso al futuro.

La película es un entretenido batiburrillo de géneros, modos y modas que funciona y hace reflexionar al espectador, aunque evita en todo momento entrar hasta el fondo en la profundidad de las paradojas temporales (ya lo dice Bruce Willis en una conversación en una cafetería: mejor no nos pongamos a hacer diagramas o vamos a acabar todos con dolor de cabeza), para profundizar, en su lugar, en los personajes y en las relaciones que mantienen entre sí (o entre sí mismos, como es el caso). Además, la cinta está fragmentada en dos partes claramente diferenciadas. En la primera nos presenta el futuro de 2042 y ya vemos que la cosa pinta chunga (lo de la crisis actual se va a quedar en nada). Esta primera parte es introductoria y está muy bien narrada, tiene ritmo a patadas y grandes dosis de acción trepidante. La segunda parte es bastante más contenida, más de relaciones entre los personajes, más de ir calando en el espectador e introduce nuevas variables a la historia, hasta llegar a una notable recta final que logra concluir la trama con eficacia.

www.quesitorosa.com
Jefe Dreyfus
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4
28 de enero de 2013
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno se encuentra con una película del género "comedia romántica", con dos guapas estrellas de Hollywood como protagonistas y con un título del estilo de El lado bueno de las cosas, más que de entrar en la sala a ver la cinta, de lo que le entran ganas a uno es de meterle fuego a todos los cines que la proyectan con la intención de limpiar nuestras almas gracias a un gran fuego purificador. Pero luego uno empieza a ver las críticas y todos los premios que ha recibido la peli y, todavía con un bote de gasolina en una mano y un mechero en la otra, empieza a dudar. Siempre me he quejado airosamente de que los grandes premios de cine tienden a ningunear las comedias en favor de los grandes dramas. Y de pronto, nos llega una pequeña comedia romántica que ha conseguido ocho nominaciones a los Oscar (y encima en las categorías grandes) y otros muchos premios internacionales. ¿Me habré precipitado a la hora de juzgar la película? Pues no.

El prota es un tipo que un mal día vuelve a su casa antes de tiempo y pilla a su mujer en la ducha montándoselo con un compañero del trabajo. Mal asunto. Total, que al hombre se le va la castaña una barbaridad y lo terminan encerrando en una institución psiquiátrica para hacer terapia. Ocho meses después lo dejan salir y se instala en casa de sus padres, pero con la firme intención de recuperar a su mujer y el resto de su vida anterior. A todo esto, el tipo tampoco es que esté muy centrado porque se pasa la medicación del centro por el forro y se pasa todo el día espiando a su ex y corriendo por el barrio enfundado en una enorme bolsa de basura. Si ustedes pasean por la calle y de pronto les adelanta corriendo un hombre vestido con una bolsa de basura industrial, ¿qué van a pensar de él? Correcto.

Pero como esto es una comedia romántica, y viendo que la ex no está muy por la labor, resulta evidente que tarde o temprano tiene que aparecer en la trama otra chica. Finalmente aparece en forma de cuñada de uno de los pocos amigos que todavía conserva el chico. Ella es una joven viuda que tampoco se puede decir que esté perfectamente en sus cabales y que, se lo crean o no, ará muy buenas migas con nuestro poco equilibrado protagonista. Empezará entonces una complicada relación de amistad entre ambos. Dios los cría y ellos se juntan.

La peli está dirigida por David O. Russell, un habitual “contra corriente” en Hollywood que después de dos marcianadas de gran presupuesto como Tres reyes y Extrañas coincidencias, se jugó el pellejo (y su carrera) con The fighter. Le salió bien la jugada y logró siete nominaciones, dos Oscar y reflotar su carrera. Con El lado bueno de las cosas ha vuelto a dar en la diana de los premios. Parece ser que al hombre le gusta apostar fuerte y los proyectos, a priori, arriesgados. Se le tiene que reconocer su valentía aunque estaría bien que de vez en cuando dejará la cámara un poquito quieta para que el espectador no tenga en algunos momentos cierta sensación de mareo.

Él es Bradley Cooper, el crápula de Resacón en las Vegas. Ella es Jennifer Lawrance la arquera de Los juegos del hambre. Se trata de dos actores que intentan combinar, claramente, proyectos muy comerciales con otros más arriesgados. Se les debe reconocer el mérito aunque no siempre acierten. Les acompaña Robert de Niro, que interpreta al padre del primero (un forofo del fútbol americano hasta límites insanos). Los tres están nominados, algo ya de por sí sorprendente, más si cabe en el caso de un Robert de Niro que no deja de hacer lo que ya venía haciendo los últimos tiempos, o sea, nada destacable.

La intención de los responsables del film ha sido la de realizar una comedia romántica en la que se pretende huir de ciertos clichés que albergan este tipo de productos. Se busca realizar algo nuevo, más arriesgado y, para ello, su punto de partida es el de elegir a unos personajes protagonistas diferentes de lo que estamos acostumbrados, con muchos traumas internos, algo desequilibrados y con evidentes problemas de carencia afectiva que buscarán refugio el uno en el otro. Además, la película tiene momentos de una fuerte carga dramática como consecuencia de los problemas que arrastran sus personajes, que no son pocos.

Pero poco a poco la comedia romántica que la cinta lleva dentro se irá apoderando de la trama hasta apropiarse de todo, cayendo en un buen puñado de tópicos gastados que poco bien le harán a la historia. La primera mitad de la cinta, la más arriesgada, no me sedujo en exceso, tiene buenos momentos, pero en general no me convenció ni logró atraparme demasiado. Realmente me costó bastante entrar en una historia que no me decía gran cosa. La segunda parte, la más comercial, con concurso de baile incluido, me acabó de tirar las pocas esperanzas que tenía depositadas en la cinta por el suelo. Todo se va volviendo más tontorrón, más fácil y los personajes empiezan a tomar decisiones que no cuadran demasiado con lo que habíamos visto hasta entonces, y que se acaba traicionando a sí misma.

www.quesitorosa.com
Jefe Dreyfus
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10
24 de noviembre de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después del estreno de una serie televisiva pueden suceder cuatro cosas: a) que la audiencia responda favorablemente, consiga grandes cuotas de audiencia, el producto se convierta en todo un fenómeno de éxito y regalen cromos con el rostro de sus protagonistas en los paquetes de phoskitos; b) que consiga una audiencia suficientemente aceptable lo que, junto con un posible éxito de crítica y una pequeña legión de fervientes seguidores, provoque que siga en antena con la esperanza de que el resto de la población se interese por ella y de el salto a la categoría anterior; c) que los datos de audiencia no sean suficientes y que, a pesar de las buenas críticas y de un residual grupo de incondicionales, la serie sea finalmente cancelada (previo algún probable intento de cambio de horario e incluso de canal); y d) que el producto estrenado no interese ni a crítica ni a público, con lo cual sea fulminantemente finiquitado y toda la población salga a las calles danzando el baile de la victoria y entonando el “yes, we can”.

Pero detengámonos un instante en la categoría “c”, que es la que nos interesa. Los programas pertenecientes a este grupo jamás lograrán convertirse en series de éxito ni lograrán grandes cuotas de pantalla. A pesar de ello todavía les queda una última salida a la que difícilmente podrán aspirar los productos del resto de categorías: pueden llegar a convertirse en series de culto (lo cual funciona más como título honorífico que otra). Para ello lo ideal sería que la serie no cuente con demasiados capítulos, que no sea muy comprendida por una gran mayoría de la población, que la crítica especializada le haya dado su beneplácito y que, a poder ser, fuera injustamente cancelada dejando la obra parcialmente incompleta. Si además estamos hablando de un producto americano nunca estrenado en nuestro país y que solamente se puede encontrar en versión original subtitulada en ciertos programas de descarga a través de la red (dudo mucho que por bajarme una serie cancelada hace ya más de diez años en EE.UU. y que jamás llegó a nuestro país en ningún formato posible, me esté cargando la industria de nadie), no hace más que añadirle épica al enorme placer que produce poder ver, por fin, la fantástica FREAKS AND GEEKS.

El título se podría traducir como COLGADOS Y PARDILLOS, o algo por el estilo. Hace referencia a dos de los tipos de grupos sociales que se pueden encontrar dentro de un instituto de secundaria. El primero está compuesto por fumetas desencantados del colegio con ganas de acabar sus estudios para no tener que seguir las estrictas reglas del centro y que no logran sacarse de encima la sensación de estar perdiendo el tiempo dentro de sus paredes. El segundo pertenece a los empollones, víctimas constantes de abusos, aficionados a los cómics, la ciencia ficción y los juegos de rol. A pesar de que la primera impresión sería de que ambos grupos no podrían estar más alejados el uno del otro, lo cierto es que guardan una estrecha relación: ambos son unos inadaptados sociales incapaces de integrarse dentro la estructura que se forma dentro del colegio.

La primera referencia que me vino a la cabeza cuando empecé a ver Freaks and geeks fue la serie Aquellos maravillosos años, debido a la edad del protagonista, al tono melancólico/humorístico de todo el conjunto y por el hecho de estar ambientada en una época anterior, haciendo de ello un elemento determinante de la historia. De hecho, Aquellos maravillosos años era una serie de 1988 ambientada veinte años antes, en 1968, mientras que Freaks and geeks es una serie del año 2000 también ambientada veinte años atrás, exactamente en 1980. Realmente creo que Freaks and geeks se adelantó a su tiempo y a la moda de recuperar la década de los '80. Años después todo el mundo se subiría al carro.

Uno de los mayores logros de la serie es la sensación de normalidad que transmite. Y por raro que suene, eso es muy de agradecer. Es cierto, está ambientada en los ochenta, pero no viste a sus protagonistas como auténticos mamarrachos disfrazados. Además trata el tema de la adolescencia sin caer en los tópicos de cierta ficción americana que tiende a exagerar sobremanera este tipo de tramas con productos que: a) o nos muestra a unos protagonistas que se emborrachan hasta las trancas después de ingerir accidentalmente un sorbo de cerveza en una fiesta para, acto seguido, ingresar en alcohólicos anónimos mientras, con lágrimas en los ojos, confiesan a sus padres que han aprendido la lección (yo esto lo he visto); o b) nos muestra a unos protagonistas descendiendo con esquíes una montaña de cocaína mientras en la meta les espera un cuantioso grupo de compañeras de clase, potenciales prostitutas de lujo, desnudas dentro de un jacuzzi mientras ingieren grandes cantidades de alcohol y barbitúricos.

Y es que la serie no va de eso. Va de adolescentes, sí, pero reales. Con sus problemas, sus aspiraciones, sus dudas, sus gustos y sus amores, de manera que muchos de nosotros nos veamos reflejados en ellos en algún momento de la trama (y no solo en un único personaje). Freaks and geeks es una serie que habla de las primeras veces. El grupo de freaks está a punto de acabar el instituto, les tocará tomar decisiones difíciles y salir al mundo real, donde serán tratados como adultos, por primera vez. El grupo de geeks está en plena edad del pavo y para ellos todo es nuevo (y sí, estoy hablando de chicas). Para hacerlo la serie utiliza un lenguaje amable, en tono de comedia simpática, que logra enganchar desde su capítulo piloto, con un cierto punto de melancolía y aderezado todo ello con la música de la época como Led Zeppelin, The Who, Deep Purple, Van Halen o Kiss, entre otros.
Jefe Dreyfus
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6
12 de enero de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Ustedes se acuerdan de Ethan Hunt, el prota de las tres anteriores? Si hombre, ese que lo mismo te salta sobre un tren en marcha desde un helicóptero en llamas, que te escala una montaña a pelo, que se cuela dentro del Vaticano sin apenas esfuerzo o que se va a la semana santa de Sevilla y se organiza unas fallas... Ese mismo. Pues resulta que en esta nueva entrega el hombre está cumpliendo condena en una prisión rusa y empieza la peli que sus compañeros del MI-6 lo quieren rescatar. En esas estamos, con los espías americanos jugando en suelo ruso, que habrá un atentado en el mismísimo Kremlin y, aunque en principio nuestros muchachos no tienen nada que ver con el berenjenal, los rusos se encabronan cosa mala e incluso la momia la Lenin hace un amago de levantarse y ponerse a perseguirlos.

El grupo que ha rodeado al prota ha ido variando a lo largo de las entregas. En esta ocasión el equipo está formado por a) el propio Ethan, una especie de action man cienciólogo todoterreno interpretado, una vez más y no podía ser de otra manera, por Tom Cruise; b) un informático en el papel de tipo gracioso del equipo que ya aparecía, aunque con menor peso específico, en la tercera entrega, interpretado por Simon Pegg; c) un resolutivo burócrata que se verá metido en todo el fregado y se mostrará empeñado en disputarle el puesto de macho alfa a Ethan, interpretado por Jeremy Renner (el Ojo de Halcón de Los vengadores y que proviene de la competencia, porque anteriormente había intervenido en la adaptación cinematográfica de Los hombres de Harrelson); y d) una tia jamona capaz de romperte un brazo por cinco sitios distintos a la vez que te provoca una erección, interpretada por Paula Patton (vista en Reflejos o Precious).

La peli es entretenimiento en estado puro, una cinta llena de acción frenética, momentos de pura adrenalina y situaciones límite cada dos por tres. La película está planteada en forma de cuatro grandes escenarios (ninguno de ellos en suelo americano, recuperando la vieja tradición de las películas de espías de mostrar mundo al espectador) unidos todos ellos por una fina (finísima) linea argumental (los buenos deben atrapar a los malos y salvar al mundo). Estos cuatro grandes bloques, de prácticamente media hora cada uno, siguen a rajatabla la norma de que: cada uno de ellos debe resultar más espectacular que el inmediatamente anterior. El problema es que si en el primer gran escenario ya has volado por los aires el Kremlin la cosa está complicada y lo que termina ocurriendo es que tanta acción acaba derivando hacia el abuso y volviéndose en contra de la cinta. De estos cuatro escenarios me convencieron tres, pero reconozco que el cuarto se me hizo muy cuesta arriba, con alguna escena, cómo la del maletín, que más que de una película de espionaje seria parecía sacada de un capítulo de la pantera rosa. Al final la sensación de la película es de que, efectivamente, la acción va de menos a más pero la cinta parece seguir el camino inverso.
Jefe Dreyfus
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5
27 de marzo de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya lo decía el propio Nacho Vigalondo en su corto “Una lección de cine” en el que, él mismo, intimidaba a una despreocupada vaca, con una perturbadora “bat-bola”, haciendo varios amagos hacia el animal pero sin llegar a lanzársela en ningún momento: “En el cine, muchas veces, es más importante la expectación que creas en torno al contenido, que el contenido en sí”. En su segundo film después de la celebrada “Los cronocrímenes” (cinta que aplaudí a rabiar), parece que el director y guionista haya llevado tal afirmación a su máxima expresión, manteniendo en vilo al espectador sobre lo que puede llegar a ocurrir durante todo su metraje. Solamente hay un pequeño problema, su corto duraba poco más de dos minutos, mientras que su última película dura hora y media.

Nacho Vigalondo vuelve a demostrar que: a) como director sabe aprovechar como nadie los limitados recursos de los que dispone; y b) como guionista sabe atar los cabos como pocos. Para su segundo largo Vigalondo ha contado con Michelle Jenner, Julián Villagrán, Carlos Areces y Raúl Cimas. Y lo cierto es que los cuatro están perfectos en sus papeles ya que ella está muy guapa, él está simpático, el otro está muy divertido y el último está muy loco. Además, la cinta cuenta con la tróspida presencia de Miguel Noguera.

Lamentablemente, Extraterrestre no resulta suficientemente divertida para tratarse de una comedia. O sea, Carlos Areces está especialmente gracioso, pero es que Areces, si se lo propone, haría gracia incluso en un drama ambientado en la guerra civil española, dirigido por José Luis Garci. Y eso que las situaciones si resultan graciosas, pero la sensación es que la trama termina alargándose en exceso y hace que pierda garra y caiga continuamente en la repetición y uno termina con la sospecha de que estamos ante una historia (y unos medios) que daban perfectamente para realizar un cortometraje pero que, al querer convertirlo en un largo, se ha acabado perdiendo parte de la fuerza que, sin duda, se encuentra dentro de la historia. De hecho estoy seguro que la película debía resultar mucho más graciosa sobre el papel que a la hora de trasladarla a la pantalla.

La primera parte de la película es la más entretenida, cuando los dos personajes protagonistas desean alejarse el uno del otro (más uno que otro), pero las circunstancias se lo impiden y deben aprender a conocerse y convivir. Además, los mejores momentos de la cinta coinciden con Carlos Areces en pantalla en plan vecino plasta, que me recordaba la trama de alguna comedia clásica estilo Dan Aykroyd. Lo que ocurre es que justo hacia la mitad de la cinta, cuando el film debería dar un paso adelante para seguir avanzando hacia su desenlace, parece como si diera dos pasos hacia atrás y empieza a perder intensidad. Es en esos momentos cuando las carencias del film se hacen más patentes: la falta de ritmo, de fluidez y de cohesión de lo que se está explicando, que provoca que no resulte suficientemente eficaz.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jefe Dreyfus
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