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México México · Oaxaca de Juárez
Críticas de Josué Cinéfago
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Críticas 42
Críticas ordenadas por utilidad
8
17 de marzo de 2021
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con Antón Chéjov aprendimos que mientras nada pasa, todo pasa. Jane (portentosa Julia Garner) no es un gran personaje por lo que es (una asistente aspirante a productora sobajada por su jefe y compañeros de trabajo), sino por la conciencia que posee.

Y así como Chéjov propone una anti-catarsis (una revelación pero que es contenida) en el género teatral de la Pieza, la directora Kitty Green más que 'ilustrar' el acoso y abuso sexual (y laboral) en la industria del entretenimiento, refleja los actos diarios, cotidianos e 'invisibles' bajo los que se esconde este abuso: autoritarismo, chantaje, roles de género (la cocina como refugio), cosificación de la mujer, rasgos físicos ("no te preocupes, no eres su tipo"), edad ("ya es adulta, ya sabe decidir"), rasgos de subordinación, condescendencia, etc.

La oficina más que un lugar seguro de trabajo, se convierte en un lugar lleno de tensión para las mujeres (como en muchos otros rubros de trabajo, como en muchos otros países), una especie de laberinto donde llegan doncellas que serán 'devoradas' por el Minitauro (mitad humano, mitad bestia), al cual nunca vemos pero del que sabemos gracias al mito que se ha generado alrededor de él: que no deja 'viva' a ninguna que le plazca.

Cual Ariadna tirando del hilo rojo de la sororidad, Jane hará todo lo posible para tratar de salvar a una de esas pueriles mujeres del sacrificio, sólo que esta vez, Teseo en forma de jefe de Recursos Humanos, estará del lado del Minitauro y blandirá su filosa espada de machismo (cobijada por mecanismos burócratas y heteropatriarcales), en la moral de una Jane decepcionada y perdida en un laberinto que parece no tener fin; pero del que ya constatamos que hasta el Minotauro (Harvey Weinstein), puede caer.
Josué Cinéfago
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6
24 de octubre de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
⋆ ⋆ ⋆ ⋆ No se la pierda

Si es que le ha cocinado a alguien, o alguien más le ha cocinado sólo a usted, sabrá que incluso una simple sopa puede estar llena de tantos recuerdos que dan tanto sabor a la vida. Algo así pasa en Recuerdos, Amores y Fideos (Ramen Shop), donde la comida es el detonante para enterarnos de un drama familiar inter-generacional y el sabroso aliciente capaz de reconciliar.

Quizá la segunda película singapurense que llega a México (la primera fue Ilo Ilo: retratos de familia), Recuerdos, Amores y Fideos se desarrolla en un tono aparentemente inofensivo, pero al igual que cualquier platillo, la selección de ‘ingredientes’ en la historia es tan minucioso que va cocinando a fuego lento un golpe dramático casi inesperado, que develan una tensa relación entre japoneses y singapurenses a raíz de la Segunda Guerra Mundial; algo que al menos este Cinéfago ni sospechaba.

Con un estilo lejos de las convenciones narrativas de occidente y que integra un humor pueril, Recuerdos, Amores y Fideos sirve de muestrario de característicos platillos orientales junto a una historia que deja un ‘buen sabor de boca’, y con tantas ganas de comer o de cocinar(le ).
Josué Cinéfago
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7
17 de marzo de 2021
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal cual samurái, Old Dolio (estrafalaria Evan Rachel Wood), devela en un sólo minuto 26 años de entrenamiento en el arte del robo, bajo un técnica en apariencia cómica, pero que después sabremos se debe a un cuidado máximo del punto ciego en un circuito de cámaras. Tan sigilosa que ni ella misma se percata de su existencia.

Instruida por sus padres (quienes le enseñaron a falsificar firmas y como consecuencia a escribir), la dinastía Dyne no niega su miseria y actúa desde lo pragmático y pesimista, buscando la supervivencia contante en un mundo donde querer ser millonario o pagar el alquiler, son fantasías y realidades que absorben la vitalidad de las personas. El dinero nos hace adictos.

No es hasta que Melanie (soridaria Gina Rodriguez) aparece en la vida de los Dyne, que la entropía entra a este núcleo familiar hermético. Melanie no conoce el afecto genuino de una familia quien trata de mostrar cariño a través de lo material, mientras que Old Dolio desconoce el amor filial porque la búsqueda de lo material no deja tiempo para lo afectivo entre ella y sus padres. El yin-yang del dinero.

Así es como Old Dolio a sus 26 años, vislumbra que quizá es momento de comenzar su propia vida, de emanciparse de sus padres; algo difícil dado su poco contacto con personas, pero algo en lo que Melanie fungirá como un engranaje aceitado de amistad, pues encontrará en Old Dolio una oportunidad de mostrar cariño de verdad, genuino, palpable. El ying-yang de lo afectivo.

Con una propuesta visualmente surreal como una espuma rosa colándose por las paredes, pero al mismo tiempo tan singularmente real con toques sociales, Kajillionaire nos lleva por un viaje bizarro en diferentes niveles, condensando una filosofía de vida cuasi obvia, pero no por eso menos verdadera: la felicidad radica en esos detalles que damos.
Josué Cinéfago
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4
24 de octubre de 2018
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
⋆ No se moleste

Enemigo Inmortal sorprende no por ser extraordinaria, sino porque tener como protagonista a un Jackie Chan de 64 años que al parecer tienen más agilidad que este Cinéfago.

El estilo de pelear de Jackie Chan es inconfundible y las secuencias de acción son muy su estilo, y es lo único por lo que se podría ver, pero la historia es tan absurda que termina siendo una película de serie B pese a tener una buena producción.

Una película solo para verdaderos fans del actor, pero que aun así el final les parecerá de lo más absurdo: un brazo que se regenera y que salva el día. Así que mejor espérela a que llegue al tianguis, porque mayor inversión no amerita.

Aun así, seguimos respetando y queriendo a Jackie Chan.
Josué Cinéfago
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7
25 de marzo de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del Snyder cut al service cut. Pocas veces la vida da segundas oportunidades, y cuando las ofrece lo ya comprobado parece ser el camino, y la industria del entretenimiento lo sabe; sobre todo en esta era streaming en la que nuestros dispositivos arrojan una serie de datos sobre nuestros gustos y preferencias detalladas, por lo que no es de extrañar que un pieza fílmica comercial sepa a conciencia qué botones presionar y cada qué tiempo para liberar toda la dopamina que nos causa el placer (adicción) de disfrutar un película. La misma gata pero en con otro director.

Si algo ha caracterizado el estilo de Zack Snyder es su uso, o abuso, de la cámara lenta (slow motion) para generar un impacto visual o emocional tal y como demostró en 300 (2006); o para hacer ‘visible’ aquello que el ojo humano es incapaz de percibir: los súper poderes estos dioses de la justicia. Snyder, cual Prometeo (con tragedia real de por medio) es capaz de captar con su lente y visión el fuego de esos dioses, acercándolo y deslumbrado nuestras vidas mortales, arrojando un poco de luz a esta gris e inmóvil cotidianidad pandémica, tan sedienta de la luminiscencia que al igual que los humanos primitivos, nos causa furor danzar alrededor de ese fuego, avivarlo, sentir su cercanía; aunque en el fondo sabemos que no nos pertenece, que no lo podemos tocar.

Así pues, como quien ha domesticado al fuego sabiendo lo atractivo que es por el hecho de parecer algo vivo, flamante, incendiario, Snyder echa mano de la estructura narrativa de capitulación no sólo para enmarcar y ampliar de forma temática las acciones de sus personajes, sino como una especie de guía y aliciente a un paseo de 4 horas casi didáctico, que sí, en efecto, dan un orden a la historia pero que también disimulan la a veces falta de ritmo por momentos sístole y en otros diástole de las escenas. Todo esto encapsulado en un relación de aspecto 4:3 que, según declaraciones del mismo Snyder, refieren al formato de cuadros de comic y de los superhéroes en TV que es como él los conoció, y que en esta era se calificaría como vintage, pero que no pasa de ser fuego vendido en una caja de fósforos a pirómanos del fan service.

Tal cual Prometeo, Snyder juega con luz ígnea en una narrativa politeísta donde cada dios ya contó su mito en su respectiva película, haciendo que la Liga de la Justicia Snyder Cut gane en épica, pero pierda en profundidad por la misma naturaleza del crossovers: héroes que son buenos y enaltecen valores edificantes sin mayor contrariedad y en prístinas corporeidades; y malos que son personificados con oscuridad y monstruosidad sin reparar en sus causas. Sólo Cyborg, quien se siente fragmentado, roto, logra medianamente desarrollar un arco dramático, echado en borda cuando ‘lidia’ con sus fantasmas, literal, hologramas de gente muerta (véase minuto 3:30:00). Aunado a un Steppenwolf que en vez de enterarnos de su ferviente servilismo ante Darkseid y quizá entender un poco más su lado oscuro, sólo es malo de inicio a fin donde sabemos y damos por hecho que más tarde que temprano, será vencido por los buenos. Pues como se recita en ciertas Escrituras Sagradas: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y no hay nada nuevo bajo el sol”.
Josué Cinéfago
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