Esta es una serie aparentemente amable , e inocua, que sin darte cuenta te va enganchando (y de qué manera). Los diálogos son fantásticos, sobre todo si Lorelai Gilmore está en escena: mucha inteligencia, mucho humor, y saludables dosis de locura.
Los personajes secundarios son estupendos y todos encajan en este peculiar pueblo donde en realidad nunca pasa nada, pero así es la vida.
Y aunque no seas mujer, ni madre, ni hija... esta serie te atrapará, incluso aunques seas hombre como yo.
Hay series que deberían durar por siempre.

hablar de políticamente correcto no tiene sentido: desconecte esa función. Machismo en estado puro. Y, perdón, pero la serie me encanta.
Por un lado es como un minucioso documental del final de los años cincuenta. Fíjense en los detalles, desde la cocina a los despachos. La ambientación es soberbia (hay mucho dinero en esta serie, se nota). Y por otro lado, los guiones son muy buenos. La historia engancha.
Para un mejor visionado aprovisiónese con lo siguiente: dos cartones de lucky, una botella de whisky de malta, una de ginebra, y otra de vodka por si acaso. Nada de refrescos: hielo. Tenga a mano un amante en las cercanías.
Que alegría que salgan series con esta calidad.

Creo recordar que es allá por el capítulo seis de la segunda temporada cuando un hombre, por fin, se mete en una bañera (y no sé si contabilizarlo porque es un forastero que viene de paso).
Las putas (prácticamente la totalidad de la población femenina del pueblo) sí se bañan... pero a ellos los vemos despertarse, sudorosos, echar una meadita y vestirse con la misma ropa que llevaban en los últimos diez capítulos. He seguido con interés el devenir de la camisa del dueño del hotel. De un cierto tonillo blanco pasó a un ocre mierda corroído en apenas siete capítulos. Eso sí, comparado con el que cocina en la cantina del hotel parece un aséptico cirujano. Y en la cantina comen una gran mayoría de los personajes.
O sea, que no vea la serie mientras cena.
Pero tenga claro una cosa: no se le ocurra perderse esta maravillosa obra de arte, mezcla de documental histórico (en todos sus minuciosos detalles) y ficción adictiva que nos ofrece el mejor malo maloso en años: Al, el dueño del puticlub Gem. Un sociópata al mejor estilo de Tony Soprano.
Tenga paciencia al principio, donde al salir tantos personajes uno puede perderse. Pronto, la soberbia ambientación le trasladará a la América de los pioneros, donde seguro disfrutará cada minuto de cada capítulo

Una comedia para reirse a través de unos diálogos chispeantes, unas situaciones hilarantes y un director que conoce su oficio. Y sin necesidad de caer en el humor infantil y descerebrado al que nos tiene acostumbrados el cine americano.

Esta película te garantizará pasar un rato estupendo.

Esta serie resultó ser una estupenda sorpresa: una sit comedy sobre las relaciones de pareja sin puritanismos y con cierta mala leche.

Los cinco protagonistas están ubicados en tres enfoques sobre las relaciones: una pareja forma un pragmático matrimonio con varios años a cuestas, otra pareja son dos ilusionados novios y el que queda huye de los compromisos como de la peste.

Su humor ácido y adulto engancha sin remedio... si lo ves con tu media naranja verás que ciertos chistes tienen más éxito según el sexo... ojo con reirse demasiado con según qué situaciones (ellas no entienden la enorme importancia del deporte televisado y al parecer nosotros tenemos problemas para madurar de una puñetera vez).

Guiones buenos que se disfrutan más si has pasado de los treinta (más que nada porque te identificas con todas las posibles situaciones que van surgiendo).

Divertida.