Me ha llamado bastante la atención este western algo crepuscular y trasnochado a primera vista pero que esconde un guión nada desdeñable escrito por Horace McCoy. ¿Qué quién es este señor? pues, entre otras cosas, es el autor de la novela que luego se llevaría al cine bajo el título 'Danzad, danzad malditos' y con un oscar a cuestas. La verdad es que este dato lo desconocía, en un primer momento atendí más a la rutilante presencia en el reparto de la gran Claudette Colbert de protagonista en una película del género (para el cine sería su penúltima, antes de que Dalmer Daves la dirigiera en Parrish en 1961). Me intrigaba saber porqué esta gran dama del cine se involucraba en una producción típica de los 50 y con un artesano como Tim Whelan al frente.

La cinta responde a los clichés tradicionales del 'Far West' pero, y esto es lo más estimulante, introduce algunos matices que me gustaría reseñar. Uno es, por supuesto, el papel que interpreta Colbert, una 'power woman' que se enfrenta a los malos consiguiendo restaurar el orden en el pueblo. El guión sugiere que estamos ante una historia con tintes feministas, esta percepción se corrobora en otra secuencia (la describo en el spoiler) que me parece de lo mejor de la película. Cierto es que al avanzar el visionado, empieza a flaquear y el final es del todo previsible, aún así, me quedo con el trabajo de secundarios como Ray Collins, uno de los actores habituales de Orson Welles, que vuelve a demostrar su valía interpretativa como el más villano de todos o Barry Sullivan, que sabe aguantar el tipo aún si su 'partenaire' es una actriz con un oscar y sendas nominaciones a cuestas. De hecho, Sullivan fue un actor de fondo tanto en cine como en televisión, que trabajó en un centenar de películas (se dice pronto) y compartiendo reparto con Joan Crawford o Ava Gardner. Les invito a que vean la película y la disfruten.

Me rindo a Jules Dassin. La secuencia final es soberbia y los actores están extraordinarios. La fotografía, la música...todo en esta película está perfectamente urdido demostrando la genialidad de este cineasta que hizo un retrato de Nueva York en un preciso engranaje de sorprendentes imágenes hiladas a través de una cámara que rueda en la calle, exponiéndose 'desnuda' a la batuta de Dassin.

Éste lo aprovecha para brindarnos planos de maestría absoluta. Travellings que recuerdan a Truffaut y a sus '400 golpes' o la secuencia primera desde el aire, son ejemplos brillantes del nivel de este director al que solo, con películas como esta, merece estar entre los más grandes.

En cuanto al narrador omnisciente, creo que es un acierto, en cuanto que aporta ese matiz de 'reportaje contado', en un tono semidocumental muy interesante donde, incluso, toma el papel del espectador con frases como: "tranquilizate, no corras, no llames la atención". Muy recomendable.

El tándem Louis Malle y Jeanne Moreau había funcionado a la perfección en 'El ascensor para el cadalso', el segundo largometraje del director tras el documental sobre el conocido explorador Jacques Cousteau. En 'Los Amantes', el talento del cineasta y la fuerza magnética de Moreau volvieron a brillar con luz propia.
La compenetración entre director y actriz traspasa la pantalla, se puede apreciar en esta película. Moderna, valiente, subversiva... y me quedo corta en adjetivos.

He leído que se inspira en un relato libertino del siglo XVIII titulado 'Sin mañana' escrito por Vivant Denon, de ahí Malle hizo la adaptación. Ese juego licencioso de la novela se torna pura sensualidad en la pantalla. Lo carnal y lo sublime del encuentro de los dos enamorados (pura poesía visual) con ayuda de Brahms. Fantástica película

Sugiero que volvamos a ver 'Clara y Claire' para ahondar en lo que nos transmite la mirada de su protagonista. La interesante composición que hace del personaje desdoblado que interpreta Juliette Binoche en esta película, nada convencional, dirigida con eficacia por Safy Nebbou, obliga a que no nos quedamos en la superficie y nos sumerjamos en esta dual Clara-Claire, para descubrir más acerca de ella.

Pero la película no es solo la interpretación de Binoche, también me llama la atención la estructura narrativa del guión con giros inesperados donde el director evita clichés y arriesga, algo que siempre es un punto a favor.

Se equivoca quién piensa que estamos ante una historia de mujer madura se enamora en las redes de un chico joven y con el típico happy end. Todo lo contrario, la película golpea, mostrando la realidad tal cual es, sin artificios. El miedo a envejecer, al abandono, al rechazo... la 'comedia humana' de la vida.

'El caserón de las sombras' (1932) ha sido una maravillosa sorpresa. De James Whale conozco sus más famosas obras: 'Frankenstein', la secuela, 'La Novia de Frankenstein' y 'El Hombre Invisible', un trío de ases, de lo mejor que ha hecho la Universal a lo largo de su historia. Con estas tres películas ya es suficiente para admirarle. Una sabia e inteligente mezcla de elegante factura, interpretaciones soberbias y, sobre todo, un extraordinario don para dominar el lenguaje cinematográfico.
En 'El Caserón de las sombras', precisamente, se combinan todas estas cualidades a la perfección, armando un urdido engranaje donde todas las piezas funcionan. Me asombra (y no sólo por el título) como se puede lograr un film tan completo, que rezuma teatralidad y cine, por partes iguales (economizando en decorados sin que ello suponga un menoscabo. Mostrando planos detalle como una mano en la barandilla de una escalera, un primer plano del rostro del personaje interpretado por Karloff (por cierto, excepcional, el momento recreado por Karloff al golpear una ventana, retratando la escena desde fuera), o la impostura de los diálogos, son suficientes para pensar que esta obra, que podría ser considerada por algunos como 'menor', constituye una muestra más del genio de Whale. Y, me atrevería a decir que esa genialidad se traduce, no sólo por su maestría en el género del terror sino porque, sus películas (ésta también) poseen crítica social (la conversación en la mesa no tiene desperdicio). Un banquete al que todos estamos invitados.