Quien creyera que Soñadores era una película irrepetible se va a ver bastante defraudado. Los edukadores tienen los pies en la tierra y la cabeza en las nubes, todo al mismo tiempo. ¿Ideología rezumando? ¿Ningún crítico ha tenido 15 años, 20 años?
Al menos estos chicos están tan llenos de defectos que cualquiera nos reconoceríamos en ellos.
Menos héroes y más edukadores...

Leí la novela de Dumas a principios de verano, así que cogí la película con ganas cuando la pusieron en televisión. Todo un error.

El principio es tremendamente caótico. El personaje de Dantés está muy poco dibujado, cuando es uno de los mejores personajes acerca de los que he leído. Pero es sólo el principio. Obvian muchas de las escenas más interesantes del libro, destrozan personajes fundamentales que directamente no aparecen por no ser políticamente correctos.

Las cosas pasan sin una aparente continuidad que justifique la frialdad del plan del conde. Muchos de los hechos que él prepara cautelosamente suceden en la película como por azar.

Puede que sin el libro la película se salve, pero, desde luego, no le hace justicia. Y Gérard Depardieu es una elección muy poco adecuada para el personaje, por muy intocable que sea el actor en su país.

En cuanto una película queda encuadrada en "Cine de catástrofes", se acabó. Se considera cine de palomitas para pasar un domingo por la tarde, y sólo se entra a valorar los efectos especiales. Ni las interpretaciones, ni el vestuario (uhm... Salvo que salgan Alienígenas, claro. Entonces maquillaje también cuenta), nada. Todo lo que cuenta es cuántos edificios emblemáticos ha destruido el ordenador del editor.

Pues señores, esta película no es una más. El comienzo no deja lugar a dudas: alguien ha timado a Emmerich. No se sabe quién ha sido capaz de obligarle a incluir una serie de primeras escenas que permiten una lectura divertidísima: la Naturaleza se venga de aquellos estadounidenses incultos que exportan comida basura y viajan en coches caros, que desprecian el trabajo de los científicos salvo que puedan copiarlos, de aquellos que consideran que no pasa nada si no lo dice la NASA.

Unas cotas de ironía que no hace falta buscar sólo en el cine intelectual, que son mucho más divertidas cuando aparecen por sorpresa en los hits de taquilla, creedme.

Hay dos cosas de Stone que me ponen enferma: su obsesión con las serpientes (lo siento, soy ofidiofóbica), y su fanatismo de la sociedad vs. el individuo llevado a la conspiranoia. Además, me resulta un director tan tremendamente irregular que durante sus películas paso medio metraje durmiéndome y el otro medio enganchada al filme. Con este, como con Alejandro Magno, paso toda la película sintiendo que asisto a una obra maestra, aunque a ratos llegue a aburrirme o, directamente, a horripilarme.
Creo que el dominio de Stone de los recursos fílmicos va más allá de su capacidad de introducirse en la mente de dos criminales en pleno viaje de hongos. Si los teóricos del montaje pudieran ver esta película sin prejuicios, ya no se estudiaría a Eisenstein en las facultades: aquí está todo. Los colores son oníricos, subjetivos, algo más que un ejercicio preciosista.
Personalmente, y aunque no creo que la volviera a ver, imprescindible.

jPod es uno de mis libros favoritos de Coupland, lo que es mucho decir. Cuando vi que existía una serie sobre él me entusiasmé. Error. Debería haber pensado primero en si quería o no ver uno de mis libros favoritos en 13 episodios de 40 minutos cada uno; seguramente, la respuesta habría sido no.
Que una historia sea buena y unos personajes grotescos, no hacen de un libro una buena materia prima para cualquier adaptación.
Fantástica historia, horrible serie televisiva. Si tienen curiosidad, lean el libro. Pero no vean la serie, háganse ese favor.