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Críticas de Thug_Life
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
9
14 de mayo de 2005
63 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que pueda parecer una empresa fácil, dada la rápida empatía que la audiencia suele establecer con las películas protagonizadas por niños, la construcción de “Nadie Sabe” es complicada. Y es que dado el tema que maneja, lo más sencillo sería una historia sensiblera, de pañuelo fácil y de búsqueda constante de una culpabilidad en el seno de la sociedad. Afortunadamente Kore-eda se aleja de estos tópicos para presentarnos un film duro, sin concesiones de melodrama barato, donde el propio director demuestra una excepcional maestría a la hora de retratar con un realismo inusual en la actualidad, el mundo infantil. “Nadie Sabe” es la perfecta recreación de ese microcosmos que los niños construyen para alejarse de un mundo exterior amenazante. No importa la precariedad o los infortunios, ya que ellos saben crear su espacio y construir una barrera que los aísle y les permita convivir en armonía con ellos mismos. Todos los problemas son vividos desde una óptica de supervivencia natural que solo va desapareciendo a medida que la madurez física y mental va tomando cuerpo.

El realizador japonés no abandona las constantes de su cine, criado al amparo del género documental, y filma con sensibilidad y ternura las vidas de los hermanos, a través de una cadenciosa sucesión de imágenes, que respetan el espíritu de lo que desea contar. Resulta magistral su manera de rodar las secuencias en el interior de ese minúsculo apartamento, plagadas de primeros planos y de encuadres incomodísimos, obligado por la propia pequeñez del lugar, donde ni siquiera tiene cabida la cámara. El realismo con que impregna sus imágenes es ya habitual en su cine, haciendo uso de la cámara en mano y de una fotografía hiperrealista. Incluso se permite el lujo de añadir un “score” musical de acompañamiento, apenas imperceptible para el espectador.

Otro de los aspectos más comprometidos de este film es la práctica ausencia de culpables de la situación de los niños. Kore-eda jamás juzga, presentando una situación y permitiendo que sea el público quien diga la última palabra. Obviamente algo no funciona en una sociedad tan desarrollada como Japón, aparentemente de carácter colectivo pero retratada en la película como distante y preocupada por sí misma. De la misma manera, se hace patente el estado disruptivo entre la infancia o la adolescencia (representado en la película por la colegiala Auki) y el mundo adulto, un tema recurrente en la actual cinematografía japonesa.

“Nadie Sabe” se consolida como una de las mejores citas cinematográficas del año, un retrato de la cotidianeidad infantil y un retal de la vida en general. Es la apuesta por la vida de un realizador que hasta el momento se había mostrado más preocupado por la muerte y por los mecanismos de la memoria. Obra maestra.
Thug_Life
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8
14 de mayo de 2005
37 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Centrándonos en el título, sólo con saber el nombre de su director, somos conscientes de aquello a lo que nos enfrentamos. No es otro que el surcoreano Kim Ki-Duk, famoso por sus bizarras historias, la violencia inherente a su cine y sus personajes desarraigados. Sin embargo, “Samaritan Girl” pertenece a esa nueva manera de entender el mundo, a un ligero cambio de perspectiva que también se aprecia en la anterior “Primavera, Verano, Otoño, Invierno…y Primavera” y en la posterior (aunque estrenada antes) “Hierro 3”. En “Samaritan Girl” la historia se divide en tres actos, aunque con un personaje como nexo principal, la joven Yeo Jin que se encarga de conseguirle las citas a su amiga Jae-Young, hasta que ésta, en plena redada policial se lanza desde una ventana y fallece. A partir de aquí, Yeo Jin comenzará a acostarse con los clientes de su amiga y les devolverá el dinero, mientras su padre, tras descubrir las actividades de su hija, se vengará de los clientes.

En “Samaritan Girl” se desvelan dos aspectos de cambio en el cine de este director: por un lado, una evolución formal, en base al despojamiento de elementos en sus encuadres. us planos respiran armonía y lirismo, y al igual que en “Hierro 3”, huye de excesos visuales y se acerca a una planificación muy sencilla, pero tremendamente elocuente. Por otro lado, se aprecia una evolución más introspectiva, con la presencia de unos personajes que son capaces de afrontar de manera menos agresiva sus problemas, ayudados por la fe y la espiritualidad. En este título prima más la concepción cristiana, en una protagonista que para redimir sus pecados y los de su amiga se mueve entre la penitencia y el martirio. Así, Yeo Jin es un personaje que también evoluciona, desde el pecado hasta la pureza. No lo es tanto su padre, al menos en un principio, un personaje arquetípico en su cine, que usará la violencia como arma para desembarazarse de la culpa, pero que finalmente y a través de un viaje tanto físico como metafórico, logrará la paz interior.

Al igual que en sus otros títulos, Ki-Duk utiliza como base un problema social (en este caso, uno de sus favoritos, como es la prostitución) para reflexionar sobre las relaciones paterno-filiales y el desencuentro entre los padres y sus hijos en la Corea moderna. El surcoreano nos presenta un cuento de alto carácter moral, pero que jamás cae en la moralina barata. Kim Ki-Duk simplemente nos sitúa ante sus protagonistas y permite que sea el espectador quién decida si éstos se merecen o no el perdón. Y este aspecto en el cine de hoy en día, ya merece un buen aplauso.
Thug_Life
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7
6 de junio de 2005
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El ocaso del samurai" se nos presenta aparentemente como la historia de un samurai de bajo rango, Seibei Iguchi, que tras perder a su esposa por una enfermedad, lucha por salir adelante con sus dos hijas y su madre desmemoriada. Pero por encima de esta intimista historia, el realizador Yoji Yamada realiza una precisa disección de la época y de la caída del régimen feudal en Japón (que concluyó con la instauración de la Era Meiji), mediante la desmitificación de esos bravos guerreros conocidos como samurais, que se regían por las opresivas leyes del Bushido. La construcción del film bascula entre un clasicismo más propio del "jidai-geki" de época, y un tono tremendamente crepuscular que muestra la cara oculta de una épica que otros directores se han ocupado de realzar.

Su protagonista se podría definir como un hombre decepcionado con el mundo que le rodea, que no desea vivir en el momento que le ha tocado, y que solo ve forzado por las circunstancias a cometer los actos que no desea. En este aspecto radica otra de las bases del film, la eterna lucha interior del hombre japonés, la dualidad giri-ninjo, la pugna entre aquello que debe realizar porque así se lo exige la sociedad y los propios sentimientos. Es por ello por lo que el propio Seibei es marginado por sus compañeros, y se abandona a sí mismo entre el alcohol y la miseria. Tan difícil carga es llevada a cabo por un excepcional Hiroyuki Sanada (conocido en Occidente por ser el protagonista masculino de "Ringu"), actor que con pocos gestos es capaz de transmitir una inmensa amalgama de emociones.

A pesar de tener en un samurai, al centro del relato, Yamada opta por desviar a la acción de su punto de mira, centrándose en la recreación de la vida cotidiana de Seibei: la relación con sus hijas, sus labores también como campesino, y el inicio de una maravillosa relación amorosa con una amiga de la niñez (interpretada por Rie Miyazawa). Los momentos de acción están tremendamente dosificados para decepción de los que busquen peleas espectaculares, aunque no falta a la cita el duelo final, brillantemente rodado en una pequeño habitáculo gracias al uso magistral de la luz y a la perfecta planificación de la secuencia.

En definitiva, "El ocaso del samurai" es un largometraje que se mueve en las aguas de ese minimalismo tanto estético como narrativo, ya que su fuerza radica en la brillantez de sus diálogos, la solidez de sus personajes, y el gran trabajo de los actores. Un film complejo por el tema que trata, pero muy sencillo en cuanto a su construcción, de ritmo contemplativo pero cuyas dos horas pasan sencillamente volando. Y es que Yoji Yamada es perro viejo, y sabe que en muchas ocasiones, menos es más.
Thug_Life
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7
14 de mayo de 2005
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por las aguas del genero de la "femme fatale" discurre el, por ahora, último film de Claude Chabrol, si bien la sobria y exquisita dirección lo aleja de “thrillers” americanos para adolescentes. Así, el autor francés construye con precisión la figura del hombre (al que da vida un genial Benoit Magimel), un apuesto joven con un incipiente complejo de Edipo manifestado en su fijación por una estatua de rostro femenino, fruto de una familia monoparental donde él se encarga de ejercer tanto de padre como también de hermano.

Es quizás este personaje el mejor desarrollado de la película, y recuerda en ocasiones a los protagonistas de las obras del propio Chabrol, personas aparentemente banales pero con una complejidad psicológica encubierta. En el caso de la mujer fatal, todo es mucho más tópico. La bella Laura Smet da vida a un estereotipo clásico, con poco que esconder, y está a años luz de otras musas del director como Isabelle Huppert o Emmanuelle Béart. El resto de actores no desentonan si bien es curiosa la recreación de la supuesta madre de la chica y su novio, una pareja de bailarines de tango, a cada cual mas “freak”. No falta además la mirada del director sobre la burguesía y la falsedad de la familia, ante todo fuente de conflictos y de traumas, aunque siempre mantiene en el foco de la cinta la relación pasional que une a la pareja protagonista.

La cámara de Chabrol se mueve de manera elegante, siempre mas interesada por los personajes que por el desarrollo de la propia trama. Sabe manejar con precisión el tempo del suspense y se muestra efectivo en la recreación de ambientes (como muestra, la mayoría de las secuencias en la habitación de la protagonista). A este hecho ayuda la banda sonora, compuesta por Matthieu Chabrol, que sin destacar demasiado se convierte en un acompañamiento oportuno durante todo el metraje. Es una pena que lo previsible del guión y lo poco original que resulta la trama echen por tierra todo el trabajo anterior.
Thug_Life
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10
11 de junio de 2005
18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es complicado a estas alturas comentar cosas nuevas sobre esta obra maestra que es "Que bello es vivir". Frank Capra se supera a sí mismo en su retrato (ya marca de la casa) del "common man", como motor de la sociedad americana. Vuelve a plantear una alegoría en la lucha entre los valores humanos y el capitalismo salvaje, y por último, eleva a la familia como lo que debería ser: el lugar donde todos nos sentimos arropados y por lo que merece la pena solamente vivir.
Thug_Life
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