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España España · Tramacastiel
Críticas de Luis
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Críticas 126
Críticas ordenadas por utilidad
10
11 de octubre de 2018
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
A nadie decepcionará este film sobre un trágico naufragio en el mar. Narrado con concisión, excelentes planos y buena dirección de actores, se consigue un adecuado ambiente y una tensión dramática maestra. Destaca Tyrone Power en su antipático papel. Y a pesar de la limitación de medios, los efectos especiales son de calidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luis
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6
9 de enero de 2020
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Jandro" debió ser una superproducción sobre las glorias y miserias de la minería asturiana. Estaba previsto que su metraje durara tres horas, pero al final se quedó en 106´. El planteamiento del film es muy atractivo y parece prometer una crítica social sobre las sórdidas condiciones de los mineros y su lucha contra quienes les explotan. Pero luego el guión se limita a narrar la ascensión de una familia humilde que se aprovecha de la primera guerra mundial para enriquecerse vendiendo carbón de pésima calidad. A ello se añaden una fugaz historia de amor y, sobre todo, la obsesión de uno de los miembros de esa familia por encontrar carbón de calidad debajo del mar. Su hermano detesta la mina, a pesar de lo cual se ve arrastrado a permanecer en ella.
Para describir adecuadamente los peligros y el cruel trabajo en las minas a principios del siglo XX, se hubieran necesitado más medios y un mayor desarrollo del argumento. Gracias a la profesionalidad de Julio Coll la película consigue una gran dignidad y se ve con interés, pero, como se ha dicho, se queda corta en su propósito.
Luis
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10
17 de agosto de 2020
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las alabanzas unánimes y merecidas que ha recibido este film me inclinan a no repetirlas y a puntualizar sólo algunas consideraciones:

1a - Jules Dassin, a diferencia de compañeros como Elia Kazan, Robert Rossen y Edward Dmytriyk, no cedió ante el Comite de Actividades Norteamericanas y se marchó de Estados Unidos a hacer cine en Europa.

2a - Su filmografía define con una precisión parecida a la de Buñuel el carácter real de los hombres.

3a - El ritmo vertiginoso de sus mejores films y los brillantes guiones de los mismos (La ciudad desnuda, Mercado de ladrones, Noche en la ciudad) no permite aburrirse ni un segundo.

4a - No he conocido otro film donde la narración de un robo se detalle tanto que pueda convertirse en manual para ladrones. La censura franquista lo creyó así al suprimir, aparte de algunas secuencias eróticas, el modo concreto de silenciar la alarma de la joyería.

5a - Se refleja en la película mucho mejor la psicología auténtica de los gansters que en otros títulos como La jungla del asfalto, Atraco perfecto o Gran jugada en la Costa azul. Y en especial el ganster interpretado por Jean Servais, de muy mal carácter, pero con sentido de la amistad.

6a - El film no sólo es policíaco, sino sobre todo un drama muy inteligente sobre la necesidad, cundo se roba y se mata, de no enamorarse, de no tener esposa ni hijos, pues la clave del fracaso del robo consiste en la pasión erótica del italiano (Jules Dassin) y en el rescate del niño secuestrado.

7a - El método demostrativo con que se realiza el ingenioso robo lo repitió, en clave de comedia, Dassin en Topkapi, otro gran éxito del género.

8a - Dassin decayó en los años sesenta y ya no volvió a exhibir el talento de los cuarenta/cincuenta.
Luis
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8
22 de febrero de 2020
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La conquista de América tiene dos caras: el éxito y el fracaso Balboa, El Cano, Cortés, Pizarro simbolizan el triunfo en sus empresas o conquistas. Aguirre, la demente frustración de quien no esforzándose menos que sus predecesores no consiguió nada. En Méjico, en Perú, incluso en Filipinas, se encontraron imperios fascinantes, riquezas o un comercio lucrativo. En el Amazonas sólo mosquitos, desgracias y flechas. Ni cabe atribuir a Aguirre su exploración, pues antes que él había recorrido el gran río Orellana.
Hay muchas más películas de las que se recuerdan sobre los españoles en América. Ya Cecil B. de Mille, en el mudo, trató admirativamente a Cortés. En los años cuarenta Hollywood hizo una superproducción sobre la conquista de Méjico, El capitán de Castilla,aunque por respeto a ese país la película se detiene en la llegada a la ciudad de Montezuma. En los cincuenta la Fox filmó la conquista de California (Las siete ciudades de oro); en los sesenta Vittorio Cottafavi filmó para TVE y la RAI el mejor Cristóbal Colón que conozco, el protagonizado por Francisco Rabal. Y los ingleses hicieron un excelente título sobre Pizarro con La caza real del sol. Después vino la exitosa Aguirre, la cólera de Dios. Los españoles, aparte de la horrible Alba de América y de la discreta Los conquistadores del Pacífico, donde se narraba la epopeya de Balboa, contribuyeron a la serie con un buen film sobre la conquista de Chile, La Araucana, de Julio Coll.
Más tarde se hizo aquí un muy mal título sobre Cabeza de Vaca y alguna que otra estupidez. R. Scott no acertó en 1492 con Colón, a pesar de su calidad como realizador. Y sólo Carlos Saura consiguió un film interesante con El Dorado.
Hago este largo prologo porque parece que muchos cinéfilos ignoran la copiosa filmografía que ha producido el imperio español (y no sólo sobre América). No cito las innumerables películas de piratas donde los españoles hacen de malos (aunque no en todas) para no cansar.
Saura con El Dorado quiso retomar el estilo de cine que cultivo en los sesenta. En Llanto por un bandido, en La caza, en Peppermint Frappé se mostró entonces discípulo de Buñuel con historias crueles y pesimistas. Luego se dedicaría a relatos más subjetivos y aburridos y resultó una sorpresa que en 1988 regresara a una temática más abierta y objetiva.
Eligió el personaje de Aguirre porque iba bien a su sentimiento desconsolado de la vida, aunque ni se necesitaba una nueva película de este tema ni logró superar la de Herzog. Donde Herzog sintetizó el dramático destino del hombre, poseído por el demonio de la fama y el poder, Saura se limitó a ofrecer un fiel relato de la expedición, teñida monótonamente por la sangre de los crímenes del fracasado conquistador. Aguirre se quita de en medio a Ursúa y a sus compañeros de rebelión porque quiere el mando. En su delirio megalómano llega a rebelarse contra Felipe II y España y dice fundar un nuevo reino, pero lo único que conquista son los bergantines que bajan por el río.
Las imágenes son de gran belleza plástica, a pesar de la fealdad del relato. Los actores están bien dirigidos, aunque no hay que exagerar ni con Omero Antonutti, ninguno posee la personalidad de las grandes estrellas clásicas. Los sucesivos asesinatos, muy bien realizados, llegan a fatigar. Se detallan demasiado, algo que no hizo Herzog. Herzog quiso representar en Aguirre el imperialismo, con sus miserias y grandezas; Saura sólo un desesperado que pierde la razón por no logran lo que Cortés y Pizarro.
La perfección técnica y artística con que está hecho el film y sus grandes medios resultan estimulantes. Pero el guión no está a la altura de la intención.
La siniestra aventura de Aguirre no era muy oportuna cuando se acercaba el quinto centenario. De no encontrarse el PSOE en el poder Saura no habría obtenido subvención para un film tan caro. Pero Saura nunca ha querido magnificar nada y menos la historia de España, de manera que no hizo un Magallanes o un Colón (que también le habrían permitido mostrar la crueldad del hombre, aunque con resultado distinto.). Necesitaba el fracaso total de esa crueldad adaptando la historia de los marañones.
Lástima. Pues su excelente caligrafía cinematográfica hubiera triunfado con un guión que ofreciera más contraste, que no exhibiera sólo el lado más oscuro del hombre, sino su imagen total. Ya que la historia no sólo es terrible, también tiene aspectos magníficos. Y cuando el español de hoy se empeña en evocar sólo fracasos puede entenderse que no cree en nada ni espera nada del futuro.
Una última observación: que el film de Saura no obtuviera éxito no tiene importancia para la historia de nuestro cine. Tampoco tuvo éxito El verdugo y hoy se la considera una obra maestra. Para mí merecía más consideración crítica, pues se trata de un buen producto. El Dorado, al fin, no desaprovecho los mil millones invertidos, mientras que TVE y Emiliano Piedra se gastaron 3000 en una pifia como El Quijote, de Manuel Gutiérrez Aragón.
Luis
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9
16 de junio de 2020
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y llegó el día de la venganza pertenece al espíritu de varios de los títulos de Fred Zinnemann, desde Solo ante el peligro a Chacal, pasando por Un hombre para la eternidad. En todos ellos un hombre se queda solo ante una comunidad, sea un sheriff, un santo, un maquis o un asesino a sueldo. Este hecho agiganta al personaje, lo convierte en una especie de héroe, por malvado que sea, por la simple razón de desafiar a la mayoría y tener pocas o ninguna posibilidad de ganar.
Salvo en Sólo ante el peligro, todos los protagonistas de esos films acaban autoinmolándose. Pero en Y llegó el día de la venganza no se trata ya de defender ninguna causa justa o injusta, sino de suicidarse vengándose, pues el guerrillero comunista ha perdido toda ilusión en su ideal y arrastra una vida frustrada, sin esperanza ya de que la lucha sirva para nada.
El guión no pretende narrar una biografía concreta, aunque se inspire en la realidad, sino contarnos el apasionante drama de un duelo inútil entre el maquis Manuel Artiguez (Gregory Peck) y el capitán de la guardia civil Viñolas (Anthony Quinn), así como el también inútil intento de un buen sacerdote (Omar Sharif) por ayudar a quien le odia por el solo hecho de ser cura. Es un trabajo de gran calidad que muestra la desesperación de los exiliados ante el triunfo definitivo del franquismo y que expresa el canto del cisne de la guerrilla política, hacia principios de los sesenta.
El actor que tiene el papel más complejo y difícil es Gregory Peck. Consigue una interpretación magistral de un fanático idealista que sufre la contradicción de tener que agradecer a su enemigo ideológico, un sacerdote, el intento de salvarle la vida, mientras se ve obligado a reconocer que un compañero político es un despreciable traidor.
El film es muy bello, muy emotivo y humano. Nos habla del odio que provoca el radicalismo político, de la falta de escrúpulos morales de la policía y del fracaso de la bondad en semejante ambiente. No es una película que critique un régimen o a su oposición, sino que evidencia la crueldad en que acaban los sentimientos de venganza.
Añadiré respecto a lo que he leído en alguna otra crítica de Y llegó el día de la venganza que Hollywood ha hecho más películas que dan una imagen idealizada y positiva de España que las que ofrecen alguna nota peyorativa, sea El capitán de Castilla, Las siete ciudades de oro, Orgullo y pasión, Apuesta por un jinete, El ángel vestido de rojo, El Cid, En busca del amor o El hombre de la Mancha. Y que considero que el film de Zinnemann sigue igualmente esa línea, pues invita a firmar la paz de cualquier guerra civil.
Y recuerdo eso para subrayar el complejo de inferioridad injustificado que se percibe hoy en no pocos españoles, incluidos los cinéfilos.
Luis
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