Extraño y semidesconocido film terrorífico, realizado en la época de máximo esplendor del género. El irregular J. Lee Thompson elabora una intriga de carácter fantástico alrededor de un misterioso culto pagano, logrando en muchos momentos un alto grado de tensión.
Supone todo un precedente de la mítica The wicker man (1973), y tanto su inquietante atmósfera como las espléndidas interpretaciones de un elenco sensacional le confieren un empaque incuestionable.
Inolvidable Sharon Tate como estilizada y perversa bruja. Muy recomendable.

Extraordinario film fantástico que entrelaza ciertos mitos del folklore centroeuropeo con elementos propios de la narrativa gótica del siglo XVIII (E.T.A. Hoffmann, Jan Potocki...). A partir del sugestivo relato homónimo de Prosper Mérimée (sin duda su mejor cuento junto con La venus D´Ille), Majewski desarrolla una historia repleta de misterio, de una ambigüedad muy polanskiana (no sabemos si aquello que obsesiona al protagonista es real o no). Su cuidada elaboración visual y la sutil progresión del suspense logran una atmósfera de singular irrealidad, llena de ensoñaciones. Una película a reivindicar.

Posiblemente el más célebre título de la Tigón, una productora especializada en el género terrorífico que, al igual que la Amicus o la Charlomagne, estuvo eclipsada por la Hammer durante todo su periodo de actividad.
"La garra de Satán" es un film de una calidad considerable, un tanto balbuceante y descuidado en ciertos aspectos de guion y realización, pero sumamente inquietante. Desarrolla una historia de brujería en la Inglaterra rural del siglo XVII tendente a todo tipo de excesos granguiñolescos, los cuales son hábilmente evitados por Piers Haggard sin que por ello escaseen los momentos perturbadores.
Destaca la secuencia del ominoso ritual satánico llevado a cabo por los niños con la pérfida Angel Blake al frente (una turbadora Linda Hayden, venerable musa del cinema bis).

Curiosa y muy notable pieza fantástica acerca de los tormentosos celos que una pérfida y amargada joven siente hacia su bella y adorable hermana. Si bien se ve lastrado por algunos tics visuales muy setenteros (particularmente el uso del teleobjetivo), se trata de un film de extraordinaria belleza, que logra conjugar el espíritu del "cuento cruel" decimonónico (Villiers de L´Isle Adam, Maupassant...) con el poder de fascinación del mejor cine de terror gótico (Hammer & Cia.).
El resultado constituye una rareza de lo más apreciable, cuyo refinado acabado formal no logra disimular su entraña convulsa y desasosegante.
La obra mayor de un realizador que ya logró apreciables frutos dentro del fantástico con la también ignota "El incinerador de cadáveres" (1969).

La más resplandeciente joya de un director que no anda precisamente escaso de ellas. Se trata de un turbio thriller de ambiente noir y escabrosas implicaciones psicoanalíticas (tan en boga en el Hollywood de la época), que adapta la mítica del doppelgänger a un sombrío marco urbano. El conjunto trasciende de largo el ejercicio de intriga bien resuelto. La interpretación de Olivia de Havilland, por otra parte, es extraordinaria.