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España España · Valladolid
Críticas de Tony_clifton
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
9
27 de agosto de 2016
112 de 148 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como fiel seguidor de la obra de Woody Allen debo decir, en primer lugar, que estoy muy feliz tras ver esta película.
Fui a verla con el corazón revestido del más sofisticado escepticismo, temiendo encontrar una de esas películas del neoyorquino que prometen mucho en su planteamiento, para luego no cumplir nada. No sé por qué razón temía esto, tal vez porque al hablar con mis amigos cinéfilos todos parecían esperar una de esas aburridas películas. Pese a esto entré en la sala de cine emocionado y esperanzado, pues, en definitiva, soy un enamorado del cine de Allen.
Cuando comenzó la película, tras ver las primeras escenas, aun seguía cargado con mi escepticismo, presto a criticar las actuaciones de los jóvenes protagonistas y la superficialidad del guión. Pero, sin darme cuenta, la película iba desmontando carcajada a carcajada, sonrisa tras sonrisa, todo mi aparato escéptico. En la escena en la que los protagonistas charlan sentados en la playa, me di cuenta de que estaba disfrutando de la película como si de un clásico del neoyorquino se tratara. A partir de ese momento, ya desnudo de prejuicios, me dejé llevar por la ingeniosa historia que Allen ha ideado, tejiendo con maestría esos temas que siempre han sido su sello de identidad: el absurdo del amor, la belleza del sinsentido romántico que trasciende su objeto llenando la totalidad de la vida, el límite de la muerte como marco general para interpretar y actuar, la moralidad que se mantiene en un universo vacío, el encanto de su amada Nueva York frente al aburrido engaño de Hollywood, etc.
También ha conseguido en este film desarrollar una de sus virtudes, posiblemente una de las mejores que tiene, que es crear un personaje femenino irresistible. A lo largo de la amplia filmografía de Allen vemos desfilar a actrices de todo tipo y condición, convertidas en auténticas diosas bajo la mirada y la dirección de este pequeño sátiro neoyorquino. Y Kristen Stewart, que a mi personalmente nunca me ha gustado mucho, se incorpora en esta película a ese panteón de divinidades.
Jesse Eisenberg y Steve Carrell (este último se gano mi corazón para siempre con "The Office") desarrollan personajes convincentes y reales, que te permiten introducirte en la película con comodidad y empatía. De hecho, en algunos escenas en que Eisenberg está de espaldas, hubiese jurado que era el propio Allen quien andaba por la pantalla.
En definitiva, Allen ha conseguido realizar una de sus películas más hermosas y encantadoras, rozando la perfección de clásicos como "Annie Hall" , "Manhattan" o "Poderosa Afrodita". Una comedia romántica de verdad, única, como sólo él sabe hacerlas; de esas que le confieren dignidad a un género que normalmente se asocia con emociones vulgares y sentimentalismo barato.
Por último, sólo agradecer a este magnifico director, posiblemente mi cineasta favorito, todas las sonrisas, carcajadas y pensamientos que me ha sacado y que, con cada película -incluso con las "malas"-, refuerza la sensación de amar al cine.
Gracias señor Allen.
Tony_clifton
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3
16 de diciembre de 2019
88 de 145 usuarios han encontrado esta crítica útil
La serie está entretenida, para qué negarlo. La narrativa va a saltos, pero entre unos y otros termina por tener algún sentido. A nivel formal el argumento es aceptable, cuestión de gustos, pero aceptable. Correcto. Capítulo a capítulo se mantiene la tensión, uno casi llega a emocionarse pensando que va a saber más cosas de la primera generación de los Minute Men... casi.
Los actores, a excepción de Jeremy Irons, que es un mastodonte de la pantalla (aunque esta no sea su mejor interpretación), más bien tirando a mediocres.
Poco más qué decir a favor. Solo queda empezar a maldecir.
Del "espíritu" original de Watchmen no hay NADA. Ni de la novela gráfica ni de su adaptación al cine de Zack Snyder. No digo ya la reflexión sobre la violencia, los límites de la autoridad y el poder, la crítica a la hipocresía y las paradojas del progreso tecnológico.. ni siquiera se conserva su estética . Se intenta, eso sí, pero cosechando fiasco tras fiasco. Ni siquiera llega a plagio. Tampoco a copia barata. Se da la paradójica situación de que pretendiendo homenajear al original, se termina por insultarlo y despreciarlo. Lo peor es que ni siquiera es consciente. En el original había arte, cuidado por la obra y el mensaje. Aquí solo hay publicidad, panfletismo, sumisión a la cultura del entretenimiento en el peor sentido posible. Lo peor es que cosechará un tremendo éxito, lo que confirmará sus premisas, justificando así el seguir haciendo bazofias pseudo-intelectuales de este calibre. Hacer creer al espectador que es muy listo mediante una trama enrevesada, pero sin absolutamente ninguna complejidad real.
La reducción del universo de la violencia al racismo sistémico de los EE.UU. le deja a uno con la sensación de que toman al espectador por un monigote moral polarizado e incapaz de sensibilidad. La reivindicación anti-racista, digna y necesaria, en manos de los creadores de esta serie se vuelve una parodia que termina por justificar lo que quisiera criticar. Lamentable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tony_clifton
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9
23 de enero de 2016
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los amantes, como yo, de "La Gran Belleza" fuimos al cine muy llenos de prejuicios. En cualquier caso "La juventud" sería una secuela de las desventuras y desvanecimientos de Jep Gambardella. Esta es la primera sensación al abandonar la sala del cine. Pero poco a poco, al ir charlando y rememorando, se desvelan brillos y texturas muy alejados del film protagonizado por Toni Servillo. No obstante la conclusión (si es que puede hablarse de semejante cosa en el cine de Sorrentino, que tanto se gusta en las reflexiones abiertas y las imágenes que refutan los discursos) es esencialmente la misma: inspiración como subproducto del amor, arte como sublimación de las bellas vilezas de la carne y, finalmente, esperanza como una trágica y digna renuncia a la vida (contrapuesta a una renuncia banal y servil, casi animal).

Pero fijémonos en esos "nuevos brillos": en primer lugar, "La juventud" es un paseo cinematográfico sosegado y apacible, con puntos de excentricidad que te permiten comprender lo relajado que estás. En "La Gran Belleza", es más bien, justo lo contrario.

En segundo lugar, la pareja protagonista, Fred (M. Caine) y Mick (H. Keitel), ofrecen una ampliación de los caracteres e impresiones que albergaba en elegante conflicto el corazón de Jep Gambardella (T. Servillo). Fred, director de orquesta y compositor jubilado, es indudablemente el artista apolíneo, cuya serenidad se mantiene en todas las facetas de su personaje. Sin embargo nos es lícito ver en sus lágrimas y en sus comentarios sobre la vida la vulnerabilidad del armónico equilibrio que tiene como fachada. Con todo esto su arte no deja de estar enfrentado a la vida, sea como negación o como sublimación. Frente a él, el genial director de cine Mick, que basa todo su arte en sus impulsos y deseos. Mientras Fred ha dedicado toda su obra a la construcción de una armonía que plasme, en otro orden trascendental, sus emociones y esfuerzos, Mick se ha dejado llevar por sus pasiones, sin un afán consciente de inmortalidad moral y estética, hasta el punto de ser autodestructivo con una sonrisa de oreja a oreja. La duplicación de estas dos tendencias del arte y de la vida, es un punto a favor del nuevo film de Sorrentino (y, sobra decirlo, es posible gracias a las geniales interpretaciones de ambos actores).

En tercer y último lugar el hedonismo cínico de "La Gran Belleza" expresado en la fútil y ansiosa búsqueda de Jep, se ha sustituido aquí por un estoicismo romántico que sentimos tan profundamente como los valles que rodean al hotel-balneario en que se desarrolla la película. ¿Por qué "hedonismo cínico" y "estoicismo romántico"?
En "La Gran Belleza" veíamos a un hombre metido hasta el cuello en un ambiente de placeres mundanos, que él, por mucho que diga, ansia y desea; y sin embargo, es del todo incapaz de disfrutar. Es normal, es viejo y además inteligente, quizás demasiado. No le queda otra salida que el cinismo, no más solución que un envanecimiento absurdo que dignifique su triste vida.
En "La Juventud", tenemos a dos hombres, cuyo "último idilio" es babear ante la imagen de miss universo bañándose desnuda. Están definitivamente acabados (aunque tal vez no tanto como ese Maradona marxista). Los placeres que se ofrecen en el balneario son limitados y están en el orden de lo intelectual, en ningún caso de lo sensible. Pero esto no es algo malo, no, claro que no (aun cuando Stravinsky diga que los intelectuales no tiene buen gusto [que, por cierto, es un comentario digno de un "intelectual"]). Al desaparecer toda posibilidad de un hedonismo sensual, de la delectación de la belleza limitada de las formas, se les abre el corazón al sentimiento al que tantas páginas e imágenes dedicaron los románticos: "lo sublime". El paisaje de los Alpes Suizos (Sennacour, por ejemplo) en la lejanía de la vejez (excelente metáfora la de los prismáticos) deja entrever la posibilidad de desbordar las capacidades humanas. Pero, indudablemente, nuestros protagonistas son escépticos, como no podía ser de otra manera, y ahí radica su estoicismo. Ellos eligen enmarcarse en esa parcela de la vida en la que las esperanzas románticas siguen ahí, pese a la insuperable lejanía de las mismas. Aunque hay una nota de pesimismo, al igual que en "La Gran Belleza", en el hecho de que ellos no eligieron nacer, independientemente de cómo se las hayan "arreglado en la vida".
Lo cierto es que los estoicos no son los personajes (que también), sino la película en sí: hay que aceptar la vida, jugar al juego de la libertad humana como buenamente se pueda, si es artísticamente mejor, y acabar nuestros días en la plácida y racional contemplación de todo aquello que queda tan lejos de nuestro presente: el pasado de la juventud o lo sublime intemporal.

En definitiva, como buenos amigos que somos, no deberíamos sino contarnos solamente las cosas buenas.
Tony_clifton
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9
22 de marzo de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una lástima que no sepa más sobre la historia de Irlanda del Norte y del I.R.A., para poder adentrarme con más firmeza en esta película. Fallo mío. Fallo, no obstante, que no me impide disfrutar de la estética fotográfica de esta película. Y de mucho más. Porque la verdad es que es una película impresionante: la brutal perspectiva que desvela la violencia y el odio en toda su crudeza, la conversación entre un Fassbender que cada día me sorprende y entusiasma más y un Cunningham que no defrauda. ¡Qué conversación! ¡Qué 17 minutos, dios mio! Un único plano, cuatro cigarrillos, y una conversación que, a falta de una expresión mejor, contiene más verdad que toda la ciencia y la filosofía de los últimos siglos. Por un momento, pienso en Shakespeare y, cuando se me pasa el éxtasis, en Baudelaire.
Siento una proximidad que casi me asusta hacia Bobby Sands, pero también hacia esos funcionarios de prisiones y policías, hacia la guerra civil irlandesa entera. Siento cada porrazo en mi espalda, y el valor de los presos se me contagia, tiñendo mi voluntad de Verde, Blanco y Naranja. Pero salvando las distancias emocionales, es decir, haciendo un ejercicio de abstracción, la película se mantiene por sí sola, con plena autonomía frente a las emociones de los espectadores. El director es un condenado genio de la fotografía en el cine (el plano de la conversación, el día a día de los presos, el plano mientras lavan el pasillo de la prisión, etc.), y del guión. No tiene miedo de mostrar al desnudo, sin exageraciones ni velos, el aspecto violento del hombre. Y tejé con una habilidad sutil pero directa las relaciones del odio impersonal, del odio ideológico y político, el odio de las guerras, en las que no se odia a quien se mata, sino lo que simboliza el propio acto de matar.
No creo, por otra parte, que la película "defienda" una posición ideológica: la del I.R.A. o la de los policías; no, más bien creo que es muy inteligente al hacer patente la igualdad en violencia, frente a la desigualdad de poder; la igualdad en justificación frente a la desigualdad en consecuencias. Todo esto lo consigue tanto a través de las hipnotizantes fotografías fílmicas, como a través de la indescriptible conversación de 17 minutos entre Sands y el sacerdote. Y, en serio, una vez más, merece la pena ver la película únicamente por el trabajo interpretativo y físico de Michael Fassbender, le deja a uno sin palabras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tony_clifton
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8
23 de enero de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No acostumbro a escribir críticas, pero en este caso, aun excitado por el regusto final de la película me veo casi obligado a ello. La magia de este film no radica solo en la fantasía que lo vertebra, sino en que cuanto más avanza más verosímil resulta. Crea un espacio cálido, como una hoguera universal, en el que "todo es posible", y en el que hasta el más crítico de los espectadores puede resguardarse de la insoportable imposición de la lógica y de la fe. Sin embargo, la resolución final le roba casi por completo la enigmática fantasía que se ha ido tejiendo a lo largo de la película...en definitiva, desearías que la conversación jamás terminara; y como sello, la hoguera en mitad de la noche.
Tony_clifton
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