Elaborado cuento moral, oda a la sensualidad, a la pureza, de una irrealidad consciente. Su protagonista es un hombre simple en el sentido más elevado de la palabra, sin vueltas, que dice siempre la verdad y actua conforme a lo que siente sin ser consciente de las consecuencias de sus actos y ajeno a todo sentido de la culpa. Arquetipo de pureza, como puros son los colores sin mezcla que desfilan en la pantalla, el reflejo panteista de la naturaleza y los actos cotidianos que se nos muestran con detalle. Difícil de entender si se contempla desde una conciencia moral judeocristiana, hay que verla despojándose de la ética y la educación aprendida, como si se acabara de nacer.

No entiendo como este engendro le puede gustar a nadie. Mezcla de reality show y cine de zombies fracasa estrepitosamente al contrastar el estilo hiper realista y un argumento totalmente absurdo. Me habría dormido viéndola si no fuera por los constantes gritos y chillidos que conforman su banda sonora, carece de progresión dramática alguna, las interpretaciones son penosas y los supuestos momentos de terror son estrepitosamente ridículos. Lástima de la pasta que me gasté en verla.

Agradable cinta de aventuras y espías ambientada en China durante el primer tercio del siglo XX destaca por su reparto y magnífica ambientación. Llena de encanto y de ritmo, de esa forma de hacer cine ya desaparecida tan sólo decae en algunos momentos por la puerilidad de algunas situaciones. Le hubieran hecho falta unos malos menos tontos y más sutiles, como los de Hitchcock.

He podido ver esta famosa película gracias a su edición en dvd y es realmente magnífica. El horror del conflicto bélico es mostrado de forma subjetiva, a través de la transformación interior y física del niño protagonista que pasa de la ingenuidad y visión heróica de la guerra propia de su edad a vivir una pesadilla alucinada que lo transforma moralmente, le hace envejecer físicamente y destierra su inocencia. A ello contribuye notablemente el uso de su banda sonora, la introspectiva mirada de Elem Klimov y la extraordinaria interpretación del niño protagonista. La realización es elegante, rehuye a menudo mostrar directamente la ejecución del acto de barbarie centrándose mucho más en cómo sus resultados aniquilan el espíritu de los hombres.
Contiene momentos memorables de cine con mayúsculas y su discurso es universal, más allá de las atrocidades nazis en Bielorrusia que sirven de escenario a la trama, esto es la guerra. Excelente título para la propuesta: ven y mira.