En los primeros pasos de ‘Incident in a Ghostland’ todo parece que va a ser tan típico como la música de piano y los golpes “sustos” musicales que nos acompañan a lo largo de la hora y media justa de metraje.

Pauline se traslada con sus dos hijas, Beth y Vera a una zona rural, a casa de su difunta hermana. Las dos adolescentes parece que no se comprenden -una es una apasionada de las historias de terror, en especial de HP Lovecraft y la otra piensa que su hermana es un freak y esta molesta por tener que mudarse y dejar a su novio-. Por el camino una inquietante furgoneta de helados -la música nos dice señala lo inquietante que es- pasa y saluda a la familia sin que podamos ver al conductor, acto seguido paran en una tienda en la que hablan con la dependienta y Beth se fija que el periódico habla de un nuevo ataque de los asesinos de familias, (suspiro del espectador). Al llegar a la casa, que parece haber sido decorada por los asesinos de familias que están a punto de asaltarles -todo son muñecas siniestras y demás objetos que parece que salen del sótano de ‘The Cabin in the Woods’ (2012)- Vera deja la puerta abierta para que podemos ver cómo llega el camión de helados, los asaltantes entran en la casa y..hasta aquí puedo leer, pasado aquí hay un giro que sorprenderá y que es mejor descubrirse in situ a que sea destripado por mí en esta reseña.

Con estos elementos todo podría parecer destinado al desastre y que el espectador podría prepararse para hora y media de clichés y sopor. Sin embargo el sufrimiento de esta familia en manos del director de ‘Martyrs’ (2008) se convierte en una experiencia bastante estimulante. Si la cinta podría ser más sutil en sus homenajes a Lovecraft o más original en algunas de sus resoluciones, en general todo está bien resuelto. Pascal Laugier se guarda algún punto de giro interesante y consigue crear algunas imágenes perturbadoras, que acompañaran un poco más la mente del espectador que el típico slasher. Esto es en parte porque las atmósferas están bien resueltas con una curiosa fotografía -con toques de tenebrismo acompañados con puntos de luz cálida que dan un aspecto interesante a esta macabra casa de muñecas-.

Por otro lado destaca también unas buenas interpretaciones en especial de Emilia Jones y Taylor Hickson (que se lleva de esta película un recuerdo en forma de cicatriz que le acompañara de forma permanente, ya que al romperse un cristal en el rodaje le hizo un corte extremadamente serio en la mejilla y barbilla de hasta 70 puntos.

En conclusión, Laugier se trae para esta Ghostland algunos elementos del New French Extremity que le favorecen mucho, y que junto con los giros de trama hacen que este contundente home invasión sea -aunque sin ser dejar de ser una obra algo menor- muy recomendable y que en mi opinión podrá ser muy disfrutada, y hasta por momentos sufrida por todos los aficionados del género.

Si se ha de medir el éxito de una película en relación a sus pretensiones ‘Apocalipsis Vodoo’ se puede considerar todo un triunfo.
La película de Vasni Ramos tontea entre el homenaje y la parodia de sus referentes, el cine de artes marciales, las buddy movies de setentas y ochentas, y el cine más bizarro de zombis. La autoconsciencia de la que la cinta hace gala consigue que clichés de estos géneros cómo el jefe negro que chilla y habla slang, el montaje musical clásico en una secuencia de entrenamiento, la violencia absurda o los cromas locos se alzan como triunfos.
Puede que todos los chistes no funcionen igual de bien, y alguno que otro este circunscrito al entorno canario, pero si este tipo de películas suele funcionar por acumulación, en la cinta de Ramos tiene una media de chistes que despiertan la carcajada que otras del mismo género.
Los actores están todos en sintonía en relación al tono de la película, destacando José Ramallo en el papel principal de Charlie Vargas y Jorge Galvan como el jefe de policía Blackman.
La cinta tiene un par de momentos en que parece que el ritmo puede caer, pero en ese momento da un giro loco que mantiene el interés y la sonrisa.
En conclusión, una cinta muy divertida y disfrutable que despertará más de una carcajada si uno decide entrar en su juego de homenajes, parodias y mucho amor al cine cutre al ritmo del mejor Funk.

Pues casi 20 años he tardado en animarme a ponerme con la última película de Stanley Kubrick, que desde su estreno estuvo rodeada de polémica y la verdad es que creo que no desluce la filmografía del maestro newyorkino -Si, newyorkino, que seguramente yo era el único que pensaba que era británico, ya que fue en RU donde se refugió huyendo de USA los ultimos años-.
Nueva York es la ciudad donde se ambienta este ultimo filme de Kubrick, aunque prefirió gastar una millonada en recrear los apartamentos y zonas de NY que fueran necesarias con tal de no volar allí.
La cinta es magnética desde que arranca y sus primeros 30 minutos (en mi opinión los mejores) te atrapa entre sus movimientos de steady que siguen a este matrimonio en su preparación y asistencia a una fiesta navideña. Las dinámicas del Doctor William y Harford Alice y Cruise y Kidman, primero entre ellos y luego en la fiesta por separado muestran que los cónyuges están aburridos en sus perfectas vidas de alta sociedad y buscan emociones ya sea en flirteos prohibidos, alcohol o en un porro de marihuana. Y es precisamente tras una discusión provocada en parte por este porro lo que desatarán los celos del Dr Bill que empezara su descenso a un mundo oscuro a través de la madriguera de conejos que le acabara llevando de lleno en el otro tema de la película, las perversiones y la corrupción de los mas poderosos en forma de la mítica orgía de mascaras.
La fotografía y arte de la cinta salpicada de colores rojos -que representan la pasión y sangre- y azules - la seguridad y aburrimiento del hogar, o la frialdad según ocasión- es una maravilla que ayuda a convertir la cinta en algo preciosista.
La película merece muchos mas análisis, porque según leo multiples detalles afloran en los re-visionados y como aunque sea una obra de 2h40 minutos no se hace larga. Asi que son detalles que estoy dispuesto a descubrir con el tiempo.
Capitulo aparte sería los dos meses de rodaje que llevarón a los 65 millones de presupuesto, y de cuanto habrá de cierto en lo que Kubrick iba reescribiendo el guión a medida que avanzaba la historia al percibir que el matrimonio Cruise-Kidman hacía aguas como la pareja de la cinta. Cosas de ese tipo aumentan el misterio del rodaje pero ni aportan ni restan calidad a esta misteriosa y fascinante obra.

La Favorita
Fácil es cuando uno lleva unas expectativas altas hacia una obra, le acabe decepcionando por uno u otro motivo. Esto no es justo para la obra, que no tiene la culpa de la película que tú te hayas montado en tu cabeza a base de saber el reparto, posters, trailers o críticas que llegan de festivales lejanos, pero a veces pasa. He de decir que algunas de mis cintas favoritas de los últimos años, han subido puntos en un segundo visionado, ya que al primero muchas veces debido a mi ansia por ver una película precedida de meses de críticas positivas, no consigo conectar o entrar del todo. La Favorita no ha sido uno de esos casos.
Lanthimos consigue todo lo que se propone. Por un lado ‘La Favorita’ no tiene nada que envidiar a cualquier película clásica de época que compite cada año por vestuario y dirección de arte, pero esto combina sin que chirríe con una dirección más rompedora, mas “moderna” si se quiere, a base de esos bizarros ojos de pez o esas cámaras que giran robotizadas por los amplios pasillos del palacio. Estos momentos pueden también contrastar con la iluminación más natural, a base de velas y elementos de la escena por las que opta su cinematógrafo, Robbie Ryan, para crear una atmósfera más íntima en las escenas que lo necesitan (¡y en 35mm!).
La historia también puede parecer algo común a otras cintas de intrigas de palacio, pero su guion destila mucho ácido y mala baba y consigue meternos en una historia de amor y juegos de poder en el que vemos que el destino de todo un país depende de los caprichos de una persona un tanto desequilibrada errática e influenciable. Pero aunque en su apartado artístico la cinta puede ser notable creo que el mayor acierto de la película es el tono que consigue. La cinta en ningún momento decae en su ritmo, y consigue fluir con la ligereza que una comedia requiere aunque esté tratando algunas de las más bajas pasiones humanas. Un juego de envidias y ambiciones compartido por todos los personajes que desfilan por la pantalla. Creo que este tono es logrado en parte por las interpretaciones de sus tres protagonistas, Olivia Colman, Emma Stone y Rachel Weisz están fantásticas y por el cariño que Yorgos Lanthimos muestra por todas y cada una de ellas. Creo que la película consigue, dándoles motivaciones y justificaciones en casi cualquier momento, que entendamos sus acciones por ruines que pudieran ser, y eso hace que sintamos cariño en todo momento por unos personajes que en otras manos menos diestras hubieran despertado solo antipatías. Esto me sorprende especialmente porque el director se había mostrado en sus películas anteriores frío y distanciado de sus protagonistas, y es este cambio el que hace que haya disfrutado más esta película que las películas anteriores del director griego.
En conclusión, ‘La favorita’ es una comedia negra, es cine de autor, es cine histórico, es una de las películas que arrasa en la temporada de los Oscars. Puede ser todo eso y más, lo que está claro es que para quien esto escribe es cine con Mayúsculas para disfrutar en pantalla grande.
9/10.