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Críticas de Alexei
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
Desaparecido (Erased) (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón2016
7,7
3.692
Animación
9
20 de marzo de 2016
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
A falta de ver el supuesto último capítulo, no he podido evitar la tentación de dar mi opinión sobre este anime del que pronto leeré el manga de Kei Sanabe en el que se basa. Sus virtudes, para mí, son muchas: personajes interesantes cuyas interacciones resultan aún más interesantes, una elegante puesta en escena, un ritmo estupendo y una bella banda sonora. Todo para enmarcar una historia a priori no muy original pero que se desarrolla de forma valiente y más atrevida de lo habitual hasta el punto de que se desmarca de sus referentes y adquiere personalidad propia.

El punto de partida como ya digo no es algo novedoso y hay bastantes obras que beben de la misma idea o de otras muy similares. Animes como la magnífica Steins;Gate o el largometraje Toki o Kakeru Shōjo (en el que trabajó el propio Tomohiko Ito) ya abordaban la idea de un/a protagonista con la capacidad de volver al pasado para desfacer entuertos. Sin embargo, en el anime que nos ocupa ese elemento se emplea sólo como punto de partida y excusa para desarrollar una trama que poco o nada tiene que ver con los viajes en el tiempo de forma literal. Aquí se nos habla de otra cosa, de las relaciones paterno-filiales, de abandonar la infancia y de algunos temas más peliagudos que pocos se atreven a abordar (y que no mencionaré aquí por no spoilear básicamente). Con un pulso y un tono bien medidos, sin dejar que el melodrama se apodere de la función en ningún momento, Boku Dake Ga Inai Machi hace uso del tacto y el sutil sentido del humor que pueden encontrarse en obras maestras como Paranoia Agent, Colorful o Mahō Shōjo Madoka Magika.

En resumen, un gran anime que derrocha emoción y sensibilidad por los cuatro costados, prescinde del relleno, engancha desde su primer capítulo y nos obsequia con una animación muy buena (algo de apreciar tal y como está la industria del anime ahora mismo) y una banda sonora de aúpa.

9/10
Alexei
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1
27 de mayo de 2017
37 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo peor que se puede decir de este producto prefabricado es que es deshonesto y manipulador. Pretender colgarse la medalla de la concienciación social y el acto pionero de hablar de una problemática seria en este formato es algo que no cuadra con la superficialidad impostada de lo que realmente es un melodrama para adolescentes emocionalmente sugestionables.

Siguiendo a línea de cosas como Crepúsculo o Melrose Place, nos presentan a un reparto de veinteañeros (treintañeros en algunos casos) que estarían más ubicados desfilando en una pasarela de moda que pateando los pasillos de un instituto de anuncio de Tommy Hilfiger. Durante 13 soporíferas horas de metraje les vemos deambular por las mismas escenas y situaciones forzadas, soltando frases ácidas y elocuentes, poniendo cara de intensos. Pero nunca llegamos a saber nada acerca de ellos ni de sus sentimientos. Los guionistas están convencidos de que con mostrarnos sus respectivos domicilios con progenitores ausentes (de la pantalla nada más) y hacerles espetar cuatro frases de telenovela ya es suficiente para hacerlos creíbles.

El resto de sus esfuerzos los gastan en escenitas lacrimógenas a base de caras idem y música escogida al azar de alguna lista de las que te ofrece spotify si escribes "teen angst" en su buscador. Eso y dos capazos de morbo y violencia injustificada en una larga serie de catastróficas desdichas bastante rebuscadas.

Todo ello para hablarnos, supuestamente, del bullying, los problemas emocionales de la adolescencia y la depresión en que desembocan muchos casos. Eso sí, sin que nada de eso haga acto de presencia en la historia por ningún lado. La protagonista hace gala de un comportamiento inusitadamente retorcido e incoherente, buscando meterse en situaciones en las que ser vejada para luego victimizarse, maltratar a su vez a los demás y terminar suicidándose simplemente por venganza.

Si esta es la forma en la que los de Netflix (cuyo co-fundador es pariente de Freud y sobrino nieto de Edward Bernays) creen que debe tratarse un problema que va en aumento estamos apañados. Plasmar el suicido adolescente como una cuestión caprichosa y casual es la peor forma en la que se puede encarar el asunto y la cosa sólo empeora cuando se recubre de una pátina de frivolidad que se hace pasar por pretendida seriedad.

Algunas de las burradas a continuación:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alexei
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2
26 de noviembre de 2012
18 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Básicamente eso resume lo que es la película: un agujero de guión que no dice nada.

Curiosamente en su primera escena ya nos anticipan, como si fuese una broma sin gracia, lo que podemos esperar del resto del metraje: una feria. Una de esas férias sórdidas y decadentes en las que atracciones como El Tren De La Bruja arrancan unos cuantos sustos tontos a los niños pequeños. Y de sustos de esos está llena la cinta.

Teniendo en bandeja la oportunidad de crear algo interesante y con personalidad que se distancie de los fiascos de este género llegados de Hollywood, resulta triste ver como la codicia se lleva por delante hasta el más mínimo rastro de cine propiamente dicho.

No contenta con mearse a la vez en la película original de Christophe Gans (una maravilla al lado de esta) y en el 3er juego de la saga (una obra de arte en sí misma), esta secuela nos castiga con un guión absurdamente infantil.

Los detalles en el spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alexei
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4
21 de noviembre de 2016
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A juzgar por las críticas que está recibiendo este melodrama bien fotografiado, no puedo evitar la sensación de que al público actual sólo hay que ofrecerle una historia sensiblera con una puesta en escena resultona para que caiga rendido a los pies de la industria con las frases "obra maestra" y "película de culto" saliendo a borbotones de su boca.

Pero lo cierto es que los personajes no tienen el más mínimo interés (Renner, Whitaker, Stuhlbarg y demás no pintan nada en la historia ni se desarrollan lo más mínimo), los diálogos no pueden ser más forzados (como vuelva a oír "confías en mí?" en alguna otra peli me meto a monje dominico), el ritmo es lento sin necesidad, la tensión nula y la trama de la visita alienígena una mera excusa para lo que de verdad nos han querido colar: un hipermelodrama remarcado hasta la extenuación sobre una madre doliente.

Siguiendo la estela de War Of The Worlds, Gravity, Interestellar y demás pretendidas cintas de ciencia ficción de autor, Arrival nos presenta una remesa de dramas familiares y relaciones paterno-filiales problemáticas que acaban opacando la a priori interesante historia de la llegada de los extraterrestres. Y una vez más, una colección de situaciones forzadas y trampas de guión nos llevan a un desenlace tan predecible como insulso y carente de sentido.

Añade al cóctel unos cuantos clichés narrativos y estéticos (ya está bien de aliens pulpo, por dios...), un montón de relleno (un soldado que llama por teléfono a su mujer para decirle que está a salvo y del que no volveremos a saber nada más durante el resto del metraje) y el habitual discurso propagandístico (qué locos están los chinos y los rusos...) y ya tienes otro paquete para deslumbrar a la audiencia con un envoltorio nolaniano que no esconde nada en su interior.

Ni conmueve, ni inquieta ni deja poso alguno.
Así que hagan el favor de dejar de comparar esto con el cine de Kubrick, esto se parece más a Contact con un capazo de pretenciosidad bien diseñada.
Alexei
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The Imagineering Story (Miniserie de TV)
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7,7
440
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7
19 de mayo de 2020
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este más que notable "documental" acerca de la ingeniería que hay detrás del primer fabricante de entretenimiento masivo del mundo está dirigido por la nieta de Ub Iwerks, creador de Mickey Mouse y habitualmente único animador de sus primeros cortos (se dice que podía parir 700 dibujos diarios bajo el látigo de Walt).

Mediante un uso inteligentísimo de ingentes cantidades de material de archivo (en muchos casos inédito) y un amplio abanico de entrevistas de postín, los seis episodios nos trasladan en orden cronológico al periplo de la compañía en su gesta por monopolizar el imaginario colectivo de las sociedades industriales. Como por arte de "magia", Disney aplana, pavimenta, edifica y colorea el paisaje de ensueño que aquel visionario tenía en mente desde que empezó a hartarse de tener que lidiar con animadores en huelga.

En una de las múltiples grabaciones, el fundador de este imperio barroco y excesivo afirma que para él los largometrajes de animación como Blancanieves eran algo muerto e inerte, cuya realidad ansiaba trasladar a nuestro mundo para transformarla en algo vivo y perdurable. Décadas después sus ingenieros levantan un colosal Árbol de la Vida en el centro de uno de sus parques, hecho completamente de acero, cemento y fibra de vidrio.

Como sus propios allegados y herederos reconocen, Disney vivía con un pie en el pasado y otro en el futuro (puede que por esa razón sintiese que el presente no dejaba de tocarle los huevos), aferrado a las imágenes y ambientes de su infancia al tiempo que deliraba con visiones de ciencia-ficción en las que la tecnología sin freno acabaría por llevar a la sociedad a un paraíso de progreso ilimitado y felicidad perenne (tal vez por ello pasó sus últimos meses de vida viviendo en Main Street, aunque este detalle se omita de la narración). No es casualidad que una frase de Ayn Rand adorne la entrada a EPCOT, la utopia individualista y bien ordenada que pretendía servir de plantilla al conjunto de la civilización.

Y aunque muchas de sus pretensiones se han quedado a medio camino, no se puede negar que el ejército de asalariados y maquinaria de que dispone a día de hoy este conglomerado (cuyos activos sobrepasan el PIB de varios países enteros y cuya influencia es palpable en las legislaciones de otros tantos) ha logrado alterar de manera profunda nuestra visión del mundo y nuestras expectativas vitales. Aunque muchos ya no creemos en la "felicidad" plastificada que pregonan y venden, seguimos ansiando el Edén prometido y estamos dispuestos a pagar lo que sea por una entrada a ese recinto masificado y postizo (que no escatima a la hora de falsificar entornos, nótese el esfuerzo puesto en simular una aldea africana "sin recursos" en el parque zoológico añadiendo todas las capas de pintura de envejecimiento y suciedad necesarias y recurriendo exactamente a lo contrario a la hora de representar la edad dorada de América). Porque una vez traspasado el umbral, tenemos a nuestra disposición a un rebaño de sirvientes sonrientes que nos cantan y nos invitan a un colorido festín como el que Lumiere y los demás criados del castillo obsequiaban a Bella por su cara bonita.

Y mientras el mundo real se desmorona fuera de esos muros de fantasía, un montón de disfraces afelpados, montañas rusas, animatronics, hologramas y fuegos artificiales nos protegen de terremotos, hambrunas y epidemias. Aunque el aforo sea limitado no hay de qué preocuparse, pues estas arcas de salvación llegan ya a (casi) todos los continentes y su mensaje ha alcanzado cada rincón (desarrollado) del globo, tamizando las culturas y valores locales en una versión mejorada y aumentada de perpetuo escapismo edulcorado. Eso sí, aunque se invite al público a comportarse como niños malcriados, sepa que los propios empresarios tras la cortina piensan que es usted una insaciable y exigente máquina de engullir experiencias cuya voracidad ha de ser apaciguada y alimentada simultáneamente.

Por lo demás, un documental más relevante de lo que parece, puesto que sirve de testimonio y documento histórico a la ideología sobre la que se levanta USA y que nos ha llevado a las circunstancias actuales. Lo único achacable al margen de su evidente distorsión de los hechos en pos de una versión amable de lo sucedido, es que en su último episodio se abandona por completo al publi-reportaje y se limita a exhibir la colección de propiedades intelectuales que la compañía acumula a día de hoy. La creatividad e innovación de que alardean constantemente queda sometida a las modas del momento dictadas por la métrica de las redes sociales (a saber si Walt predijo también eso).

P.D. Supongo que en el parque de Shangai no habrá referencia alguna a Winnie-the-Pooh, puesto que Xi Jinping no tolera bromas con su persona a pesar de que, según Bob Iger, sus ojos se llenaron de lágrimas de emoción al saber que China tendría parque Disney.
Alexei
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