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Dinamarca Dinamarca · Copenhagen
Críticas de Dinarzada
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
7
29 de septiembre de 2010
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es tarea fácil juzgar con mentalidad actual una película que ronda los 100 años de historia.

Porque, ¿qué entendemos realmente por cine o qué esperamos de él?. Está claro que un bisonte de Altamira no es comparable, desde un punto de vista exclusivamente técnico, a las Meninas de Velázquez, pero casi con toda seguridad resultarán emotivas por igual para el observador. Así pues, existe algo vivo, casi mágico, contenido de forma intrínseca en el arte, que exprime nuestros sentidos hasta que nuestra mente se llena de un zumo de sentimientos agitados, muy difícil de alcanzar si no es por medio de la música, la pintura, las letras, el cine...

El cine mudo puede resultar realmente aburrido. Está claro que la mayoría de gags de entonces ya no divierten, y casi todas las historias resultan simples, mil veces vistas, escuchadas y vividas. Pero aún así, todavía logra deslumbrarnos algún que otro fogonazo de esa esencia atemporal, sin fecha de caducidad, que hace que merezca la pena indagar en los orígenes del cine.

Me atrevería a decir que la mayor parte de Los proscritos es estupenda para los que buscan echar una buena cabezadita. Entre bostezo y bostezo, nos encontramos una cuidada puesta en escena, un Victor Sjöström como actor muy guapetón y una historia insípida y aburrida con tintes de Bonnie & Clyde. Sin embargo, los últimos 10-15 minutos son magistrales; aparece esa atmósfera única de Sjöström que ya pude saborerar en El viento, entre misteriosa, cautivadora y cruel, que saca a relucir los miedos y preocupaciones más profundos del ser humano, dejándolo desnudo y desamparado, hecho trizas por una naturaleza terrible que creía dominar.

Aunque sólo sea por esos últimos momentos merece la pena ver esta película.
Dinarzada
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10
19 de diciembre de 2009
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay un director atrapado entre el cielo y el infierno, ese es Visconti; adorado por muchos e inentendible para tantos otros. Creo que la clave para poder disfrutar de su cine es, sencillamente, no esperar nada concreto de él. Aquellos que guiados por las brillantes críticas buscan cualquier tipo de acción, narración, acontecimientos, intrigas, historias, grandes diálogos y, en definitiva, cualquier elemento común en la mayoría de las obras maestras del séptimo arte, se verán defraudados. Porque Visconti es, para bien o para mal, un pintor de películas, y el que no quiera entender sus metrajes como óleos mejor que no pierda su tiempo.

El Gatopardo es un cuadro de Visconti. Más concretamente, El Gatopardo es uno de esos cuadros costumbristas que hoy en día decoran las ricas paredes de los palacios. Aunque cubierto con el polvo de los siglos, su lienzo todavía muestra las risas y los llantos, los hermosos bailes y banquetes, a los ojos ávidos de las multitudes de turistas. Durante tres horas llenas de sutiles pinceladas, Visconti da vida al ocaso y renacimiento de la aristocracia siciliana del siglo XIX. Un claroscuro sublime, un retrato exhaustivo de los sentimientos de toda una clase focalizados en un personaje concreto, el príncipe Di Salina, que llora frente al espejo sabiendo cuánto ha perdido, pero para el que aparentemente nada ha cambiado.

Brillantes la banda sonora, el vestuario, la fotografía y el lento transcurrir de los planos. Destacar la magnífica interpretación de Lancaster y la obra literaria sobre la que se basa la película. Las expresiones tan poco naturales de Claudia Cardinale y, en algunos momentos, de Alain Delon, constituyen el punto más flojo del filme.

Una historia de muerte en vida que colorea una acuarela deliciosa de Visconti.
Dinarzada
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