He salido de ver esta cinta con sensaciones encontradas. Muy probablemente porque llegué con expectativas demasiado altas.

Los agujeros en el guión me parecen excesivos: por ejemplo, el poco "flipe" de niños que jamás han estado en la civilización con la primera visión de esta; la enorme e irreal capacidad de unos niños que son superatletas, saben varios idiomas, física avanzada, y son perfectamente capaces de cazar sus propias presas; o la increíble incorruptibilidad del cuerpo de la madre que está perfectamente hermoso y no se ha podrido después de 6 o 7 días desde su muerte.

Por otro lado, la comicidad me parece escasa (daba para muchísimo más) y la profundidad filosófica un poco superficial al tocar varios temas en los que tampoco profundiza. Aunque el planteamiento puede parecer socialmente subversivo, al final no lo es, o al menos el autor no se sitúa claramente a favor de la subversión.

En cambio me gusta que una cinta comercial se atreva a tocar cosas generalmente tabú como el hablar de muerte a los niños, la ridiculización de los centros comerciales, lo absurdo de las religiones organizadas, e incluso mostrar con cierto "desprecio" a los primos civilizados.

Me falta un poco de todo, me falta más drama, más humor, y más profundidad en general para que la cinta sea lo que yo esperaba ver. Aún así, bastante por encima de la media general y una película en la que sales pensando.

A destacar la fotografía, con varios momentos de sol frontal y bajo contraste, y la música. Ambas con un toque muy indie.

Todos los actores me parecen fantásticos en sus papeles. Echo de menos más metraje para cada niño por separado. Pero también es cierto que echo de menos tantas cosas, que si hiciesen la película para mi duraría tres horas.

Sospecho que un visionador del siglo XXI que no haya vivido aquella época encontrará la película absurda, desfasada, visualmente estresante (esos cardados y esas hombreras) y con un exceso de sobreactuaciones.

Pero eran los 80, no había película adolescente sin culos y tetas, con un desenfreno que ni se dio antes ni se dio después, con una libertad para reírse de cualquier cosa en una época donde no había tabúes que no se pudiesen romper.

Esta película, como casi todas las de aquella época de Tom Hanks, son un ejemplo de comedias elaboradas para reírse, sin limitaciones, sin moralinas, sin pretensiones. Los que éramos adolescentes en aquella época no podemos sino mirar aquel cine con una mirada romántica, olvidándonos de los defectos, y añorando una época donde los guionistas gozaban de una libertad que ahora les está vedada.

No es una gran película, pero es una película hecha para reír, sin más consideraciones, ni estéticas ni morales. Y eso es oro puro.

Hay películas que abren caminos, y entre los últimos años de los 70 y primera mitad de los 80 se produjo una impresionante explosión de títulos provocadores y francamente gamberros que abrieron el cine a nuevas posibilidades. No sólo en España se produjo la explosión de la teta al aire, en EEUU se produjo la explosión simultánea de los adolescentes hormonalmente disparados y las películas políticamente muy incorrectas.

Es difícil entender ese fenómeno ahora, salvo para los que lo vimos nacer y crecer.

Esta película, como tantas otras, no es artísticamente hablando ninguna maravilla. Pero tiene el enorme mérito de ayudar a hacer un camino ahora abandonado. Había más libertad cinematográfica hace 20 años que ahora, donde estamos dominados por el neopuritanismo y lo políticamente correcto. Y en ese sentido los albóndigas, con el nunca suficientemente valorado Bill Murray a la cabeza, representaron para una generación mucho más de lo que la calidad de la cinta pudiera parecer.

La comedia ligera inglesa es casi un género en sí mismo, caracterizado, entre otras cosas, por lo cuidadísimo del guión y lo fantásticamente cuidados que están los personajes secundarios.

Siendo esta una película poco reconocida, se pueden apreciar cosas como unas gafas de buceo introducidas como una hora antes de que tengan su escena propia, o los absurdos diálogos entre el protagonista y los actores de la película ficticia, el detalle del diálogo alrededor del Brownie o el diálogo de terceros en el restaurante.

Cada uno de los personajes secundarios está maravillosamente trazado, desde el chiflado que vive con el prota, la ex-novia, la hermana... todos con tiempo para ellos, con diálogos de primera para cada uno.

Lo de menos casi son Hugh Grant y Julia Roberts, así que aquellos a quienes no les gusta alguno de esos actores, todavía puede disfrutar de la película.

Como se puede ver por mi nota, yo la disfruté muchísimo.

La banda sonora es preciosa por cierto, sobre todo el tema principal.

Lo magnífico de esta película, y no es excepción en la comedia inglesa, es lo muy cuidado que están los personajes secundarios. Al lado de un Hugh Grant bastante contenido se encuentra una magnífica serie de personajes pseudo-arquetípicos maravillosamente delineados y mejor interpretados, el barman, el cura, los hermanos bobos... Todos dan un maravilloso color a una historia sencilla destinada a retratar el carácter de un pequeño pueblo, el gran protagonista de esta cinta. Hermosa fotografía paisajística, una fantástica ambientación musical, y unos no menos fantásticos diálogos redondean esta comedia costumbrista tierna, agradable y absolutamente divertida.

Ya sé que he destacado casi todo, pero por añadir algo más: la autenticidad de los personajes. Crecí en un pueblo de Galicia, y muchos personajes de esa película me recordaban personajes de mi propio pueblo, supongo que porque son personajes que de algún extraño modo se repiten en todos los pueblos.

Tras ver esta cinta, a uno le gustaría creer que realmente existe esa montaña en el Este de Gales.