El carnicero de rostro quemado vuelve a hacer de las suyas en esta infravalorada secuela del clásico de Craven que resulta perfectamente disfrutable y entretenida. Harlin impone un ritmo trepidante a la cinta y es capaz de aportar a cada escena de terror su original punto de vista: encuadres, fotografía, movimientos de cámara... Los FX son fabulosos y las actuaciones, a pesar de carecer de profundidad alguna, son correctas y consiguen aportar un gran carisma a los personajes (a destacar Andras Jones como el karateca que confía en las artes marciales para vencer a Freddy). El psicópata de Springwood se confirma si cabe aún más como icono y mercachifle del horror moderno, pues es capaz de sembrar el pánico y a continuación soltar un chascarrillo y provocar la carcajada. Es verdad, ya estaba todo inventado y contado en las anteriores entregas de la saga, pero también es cierto que uno no se cansa de rondar por Elm Street y curiosear en las proximidades de aquella casa abandonada...

Por cierto, la película cuenta además con una genial banda sonora que incluye temas como el "Anything" de Drama Rama, y algunos otros de Sinead O´Connor, Billy Idol, Blondie o la propia Tuesday Knight, una de las intérpretes de la cinta.

En definitiva, una entrega digna de revisión para los amantes del cine terrorífico en general y más todavía para los seguidores de la estupenda saga pesadillesca.

¡Larga vida a Fred!

No se qué tienen estos bichejos pero me encantan. Será porque se nota que son marionetas, o quizás por lo feos que son, o por lo asquerosos, o por los cables que se ven cuando se mueven y el aroma a látex que desprenden, o será por todo eso junto y por lo que representa. Esta la segunda entrega de la entrañable saga "Ghoulies" es probablemente la más simpática y grotesca: los traviesos diablillos se han instalado en la "Casa del terror" de una feria ambulante y al poco rato empezarán a hacer de las suyas. Un par de jóvenes y Phil Fondacaro (el enanito de "Sabrina, cosas de brujas") tendrán que hacerles frente antes de que aniquilen a todo el pueblo. De eso va "Ghoulies 2". En su delirio, si uno pasa por alto sus numerosos defectos (lo cual no resulta nada difícil para los fans de este tipo de cine), la cinta se deja ver con agrado y hasta gusta, gracias a su completa falta de pretensiones. También ayuda bastante que la trama sea ligera (ideal para sesiones de siesta y/o madrugada), el ritmo que Band imprime al desarrollo y porqué no decirlo, que nadie del equipo técnico y artístico se la toma en serio.

El resultado de todo esto es una peliculita de lo más apañada y agradable. Sí, de acuerdo, "Ghoulies 2" está hecha con cuatro duros, los actores no pueden optar ni a los "razzies" y el guión resulta enloquecidamente absurdo. Pero ¿y qué? Esta cinta, como tantas otras del circuito más zetoso, está hecha para pasar un rato entretenido sin tener que devanarte los sesos o empalagarte con FX digitales. Son productos de su época, un época durante la cual estos monstruitos y otros muchos nos hicieron felices a más de uno. Por lo que a mí respecta consiguen su humilde propósito. Os lo dice un aficionado que ha visto las cuatro entregas (la cuarta es pésima, y en la tercera sale la super playmate Hope-Marie Carlton como Dios la trajo al mundo, lo cual se agradece bastante). ¡Qué diantres, a verla ahora mismo todo el mundo! Y si no es así... ¡que los bichitos se os lleven por la taza del váter!

¡Esos malditos ghoulies!

¡Ah, esos maravillosos 80! A pesar del manido argumento, vista hoy en día "Admiradora secreta" sigue sorprendiendo gratamente por el desparpajo con que es dirigida la trama, sólida a pesar de su ingenuidad, con un puñado de situaciones divertidísimas, un ritmo de lo más ágil y buenas interpretaciones del gran elenco protagonista (además del triángulo adolescente, destacan la presencia de Dee Wallace o Fred Ward). Hay momentos de no parar de reír y otros de gran dulzura y romanticismo. Además a los que vivimos aquellos años son este tipo de cintas las que nos evocan una maravillosa y tierna nostalgia... A pesar de que en la actualidad, para desgracia de muchos, se lleve un tono mucho más frívolo y menos inocente, todos quisimos (y me atrevo a decir que seguimos queriendo) tener una amiga como Toni.

El camino de regreso a Oz resulta una fantasía inolvidable para el viajero, destilando sentido de la maravilla, imaginación y belleza a raudales. Sencilla y repleta de frescura, la cinta de la Disney se aleja de pesadas canciones, situaciones empalagosas y vanos efectismos para relatar la historia de Dorothy en su retorno a la Ciudad Esmeralda. En la ruta encontrará nuevos y entrañables compañeros que harán las delicias de los aficionados al mejor cine fantástico, y cuyo diseño está directamente basado en los dibujos originales de W.W. Denslow para la primera edición de "Wonderful Wizard of Oz" (1900) y sus porteriores capítulos ("La Tierra de Oz" y "Ozma de Oz"). Con escenas e imágenes que se adueñan y permanecen en la retina inevitablemente, la película de Walter Murch es poseedora de una atmósfera de magia envolvente, así como de momentos inquietantes en la tradición de la mejor "dark fantasy". Debería ser visionada por todos los niños, o por todos aquellos adultos que conservan algo de niños en su interior. Magia de la que ya no se practica, por desgracia.

Maravillosa. "The breakfast club" es una joya sin parangón en el cine americano adolescente. Hughes dirige con ritmo, sobriedad y sentido del humor, y de paso nos sigue demostrando (más aún a día de hoy) que el cine para "teenagers" también puede ser complejo e inteligente a la par que entretenido. Los personajes que se retratan en la cinta resultan entrañables e interesantes, revelándose como mucho más que simples arquetipos, desnudando un interior repleto de miedos, deseos e inseguridades según avanza la historia. Por debajo de roles sociales y prejuicios familiares y educacionales, los cinco jóvenes parecen gritar desde el silencio de las paredes del instituto que ellos no son como los demás, que no son como la gente les ve (en especial la gente mayor). Con ellos se revela toda una generación. De obligada visión para todo el mundo, y más aún para cinéfilos que rehuyen del cine adolescente como de la peste. ¡Ah, se me olvidaba! La banda sonora es estupenda, e incluye un tema memorable y que se convirtió en himno generacional de aquella juventud de los 80: "Don´t you forget about me" de Simply Minds. Que ustedes la disfruten.