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Críticas de Elena Antares
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
10
13 de agosto de 2018
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así se nos plantea esta compleja película que, como las olas del mar, va y viene, y muchas veces se retuerce sobre sí misma hasta hacer sentir al espectador que se pierde en la maraña del argumento, quedando solo, como todos los personajes del film.

Podríamos adivinar dos líneas narrativas principales: la que corresponde al escritor y la que pertenece al personaje que este «crea», el marinero. Al principio, estas dos vías rectas y firmes definen a los dos personajes, concediéndoles a ambos un ser al que amar. En el caso del escritor, Isabel, y en el caso del marinero, la chica de la que se enamora en el tren. A lo largo de todo el film, ambos sujetos reflexionan sobre la soledad, la existencia, la creación, la vida y el amor, mientras parece que intentan acercarse cada vez más al ser que aman.

Hacia la mitad de la película, cuando ambos personajes se encuentran cerca de consumar su objetivo, rompe la ola, cambiando entonces el curso de la historia, haciendo que esta se revele tal y como es. En este momento, el escritor –que nunca lo fue– deja de serlo y el marinero –que nunca existió– vive con más fuerza. Después de esto, el escritor se nos presenta como un hombre pobre, que vive en una pensión y que, como hombre que se siente solo, duerme y sueña con su amada y con lo que le diría si fuese otra vida y si ellos no fuesen ellos.

En este momento, el escritor asume el papel del marinero, introduciendo sus propias palabras, pensamientos y sentimientos en la vida del mismo. Tras esto, y con la ayuda del personaje del bar, nos damos cuenta de que el marinero y su historia de amor –y conquista– no era más que el sueño de Alberto –el no-escritor– que, como remedio a su soledad y hastío, y buscando huir de su propia vida, imagina una en la que él es un escritor que busca fugarse con Isabel, su rica amada.

Pero a pesar de todo esto, ni el sonido de la tierra al temblar puede despertarlo, pues a pesar de que su vida es solo una fantasía, igualmente se queda sin aliento al mirar por la calle a la mujer que ama.
Elena Antares
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8
22 de marzo de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En ‘Los ojos sin rostro’ se cuenta la historia de un monstruo, de alguien incomprendido, repudiado por la sociedad, obligado a estar solo, condenado a no ser aceptado. En este caso, el engendro, aun nacido de un accidente, marca la existencia de una muchacha que ya no puede volver a ser la que era, ha sido desplazada de su propia vida. El monstruo no es ella sino lo que los demás ven, lo que estos proyectan, como ya le había ocurrido al Frankenstein de Mary Shelley.

Christiane no es más que un ser indefenso, inocente, alguien expulsado de la humanidad por esta misma y que la condena por ser como es. Por mucho que su padre intente “ayudarla”, devolviéndole lo perdido para que así pueda volver a formar parte de la sociedad y dejar de ser un monstruo, no lo consigue y se ve envuelto en una serie de malas acciones, simplemente para “salvar” a su hija (o “salvarse” a sí mismo de la propia culpabilidad).

Es una película de opuestos y contrastes entre la oscuridad de la noche, que viene acompañada de las malas acciones, y la luz brillante del día, lleno de esperanza, de nuevas oportunidades para dejar de ser un monstruo. Un día sigue a otro, entrando así en una especie de eterno retorno del que nunca podremos salir.

En este caso, es Christiane la que rompe el círculo de hacer el mal para obtener un bien mayor, y decide actuar por su cuenta y realizar una acción que considera buena y necesaria para ahorrar sufrimiento.

Christiane, inocente desde el principio es un símbolo de redención, y así se la muestra liberando en la última escena a los perros y a las palomas que su padre encierra en jaulas. Desde ese momento, Christiane ha decidido que no puede hacer pagar a otros por su desgracia y que debe vivir junto a su monstruo, para siempre.
Elena Antares
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10
1 de febrero de 2020
15 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Akerman consigue que en tres horas nos familiaricemos tanto con la rutina diaria de Jeanne que podemos observar cómo el segundo día se llena de pequeñas variaciones que hacen que el espectador entre en un estado de alerta que anticipa el final de la película. Jeanne vive inmersa en una soledad y un vacío indescriptibles, una monotonía que consigue penetrar en su mente y desconectarla del exterior.

La rutina de Jeanne se va deshaciendo al tiempo que su mente se quiebra empujándola hacia el vacío más extremo: la nada, como se observa al final de la película en esos cinco minutos en los que ella, mitad preocupada, mitad aliviada, piensa en lo que acaba de hacer y en lo que vendrá, como si se tratase de un reflejo de su deseo de romper la rutina y acabar con esa prisión diaria en la que vive.

Los suspiros y medias sonrisas de Jeanne al final de la película dan la sensación de que por fin se siente liberada.
Elena Antares
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9
8 de diciembre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director nos coloca dentro de un edificio que parece deshabitado, en estado casi ruinoso, lleno de espacios vacíos y de personajes que vagan por ellos como si de fantasmas se tratasen. La chica de la recepción aparece siempre andando, subiendo escaleras, en búsqueda de algo o alguien que no encuentra.

El cine o teatro funcionan en la película como posada que habitan los personajes, como lugar al que ir para desvanecerse y conocer otras personas. Habitar espacios. Personajes solitarios que buscan habitarse y ser habitados en un lugar con un aura erótica, sensual y casi enfermiza. Las personas abandonan la sala para perseguirse las unas a las otras por los pasillos como si de un juego se tratase.

La sala de cine se configura como un lugar en el que crear afectos entre los espectadores y la película que se está proyectando, entre el chico y el resto de la gente de la sala a la que admira y se acerca, entre la chica de la recepción y el proyectista y entre nosotros, los verdaderos espectadores, y ellos, los personajes.

Pero cuando cierra el cine se pierden todas esas relaciones y afectos generados, como si se cerrase el telón y nos viésemos forzados a despertar del sueño en el que nos ha sumergido la película, levantarnos de la butaca y volver al mundo real.
Elena Antares
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10
24 de octubre de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien Rivette utiliza en esta película el teatro como nexo común entre sus protagonistas, la obra que estas representan, «La doble inconstancia» de Marivaux, es el tablero en el que ellas interpretan diversos papeles utilizando el engaño como base de su juego.

El engaño parte de la obra de teatro y desde ella se va extendiendo al resto de ámbitos en la película. En la obra teatral, Silvia, la compañera de Arlequín es separada de su amado por el Príncipe ya que este quiere casarse con ella. Después de múltiples engaños y manipulaciones, Arlequín acaba casándose con Flaminia, sirvienta del Príncipe, y este se casa finalmente con Silvia en dos matrimonios consentidos.

Mientras representan estas escenas sobre un escenario, la casa en la que las chicas viven como compañeras va adquiriendo progresivamente un aura irreal, llena de engaños y mascaradas convirtiéndose paulatinamente en un teatro. De hecho, en la parte final llegan incluso a representar una obra en su propio salón frente a una de sus compañeras que actúa como público. Estos engaños comienzan con la aparición del personaje principal masculino, Thomas (el único que aparece en toda la película a excepción de los policías y el resto de figurantes secundarios), que manipulará a las jóvenes haciendo que comience un juego de engaños en una doble vertiente: de él hacia ellas y entre ellas mismas.

Finalmente, el último estadio de engaño involucra a la amiga de las jóvenes sobre la que Thomas quiere tener información. Cécile mentirá a sus compañeras sobre su situación emocional, ya que se ve implicada en un suceso delictivo y no querrá que esto les afecte de alguna forma. Este engaño en forma de secreto hará que las mujeres del film se unan contra los hombres, hacia los que dirigirán su fuerza y rabia y de los que se protegerán, haciendo que se potencie más si puede su amistad.
Elena Antares
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