Los lobos no lloran

El Hombre no es solo un lobo para el hombre sino para todo lo que le rodea, ese es el problema.
Somos una especie que fagocita y destruye, como las termitas; pero no solo contiene crítica éste bello fresco que nos regala Ballard hay ecologismo, amor por la naturaleza y como en todos los viajes iniciáticos descubrimientos tanto en la superficie como en las simas más recónditas de nuestra personalidad.
Quien se quede solo en la fachada disfrutará del ancestro del "calcetines" de Costner y con la relación que se establece entre un biólogo y su entorno, los demás disfrutaremos de una película narrada con mano firme, con su dosis de tensión, de humor, de denuncia, con planos para el recuerdo (marca de la casa Ballard)… yo no le pido mucho más a un film, algo que contar y que éste bien contado ¿parece fácil no?

Una buena película. Un drama naturalista que tiene momentos realmente duros. Me esperaba una típica producción Disney, pero me llevé una grata sorpresa.

Creo que es demasiado cruda para verla con niños pequeños. Aunque nunca se sabe, quizá les marque tanto que terminen haciéndose biólogos. Les necesitamos más de lo que creemos.

A pesar de ser de Disney, es un film bastante desconocido y que ni siquiera fue distribuido en DVD (según lo que he leido). No hay actores conocidos o de reclamo, pero está un expresivo Charles Martin Smith (Tyler) interpretando a un personaje basado en la persona y relato de Farley Mowat, un conservacionista y escritor canadiense.

El film narra la llegada de Tyler a la tundra Ártica canadiense, siendo enviado por el gobierno para investigar de primera mano la disminución inexplicable de los caribús (Reno del Hemiferio Norte), de los cuales se culpa al "canis-lupus-arctos"... el Lobo ártico. Mientras va avanzando en su investigación y dura convivencia en la tundra, mantiene una relación amistosa con un joven (Mike) y un anciano (Ootek) Inuit (Esquimales de la zona del Ártirco de Canada), como también va encariñándose con la vida salvaje de una específica manada de lobos.

Una película de tono naturalista y pausada en su narración, muy disney en el mensaje, con una preciosa puesta en escena de visualización documentalista. Es de admirar el realismo que consigue Ballard en las escenas salvajes, además de las interpretaciones -sobre todo de Charles Martin Smith- y de los dos Inuit.

En el spoiler algo sobre: "basado en hecho reales".

El lobo es un animal que siempre nos ha proporcionado mitología a raudales, a veces con signo positivo (como en Roma) y la mayoría de ocasiones como símbolo de lo negativo, lo oscuro, incluso lo diabólico.

La realidad nos cuenta que, en realidad, se trata de uno de los animales más bellos del planeta, con numerosas subespecies antiquísimas. Una raza animal con unos valores dignos y honestos que ya nos gustaría a nosotros, los homo sapiens tener.

Esta película intenta reflejar todo lo anterior escrito, y, aunque a veces se hace pesada, logra dejar las sensaciones y saberes que más arriba conté.

Basada en una autobiografía de Farley Mowat, Ballard nos presenta una alegoría paradójica entre la naturaleza y la naturaleza del ser humano, adornada con una espléndida fotografía de Hiro Narita y una música de Mark Isham que, sin ser excelsa, sí que acompaña todo ese periplo del personaje principal, ante la omnipresencia del lobo como pregunta que deriva en una dolorosa respuesta. Particularmente, el epílogo de la película citando un antiguo proverbio, poema o canción inuit es quizás de lo más acertado del film. Cabría subrayar que no sólo el hombre es un lobo para el hombre sino para el propio lobo, jugando un poco con el famoso adagio latino.

I think over again my small adventures,
My fears,
Those small ones that seemed so big,
For all the vital things
I had to get and to reach;
And yet there is only one great thing,
The only thing,
To live to see the great day that dawns
And the light that fills the world.