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The Pillow Book

Drama En Kyoto, en los años 70, un anciano calígrafo escribe con gran delicadeza una felicitación en la cara de su hija el día de su cumpleaños. Cuando se hace mayor, Nagiko recuerda emocionada aquel regalo, y busca al amante calígrafo ideal que utilice todo su cuerpo como una hoja en blanco.... (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
26 de octubre de 2006
32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se le acusa (y no sin ninguna razón) a Greenaway de tener en sus películas mínimas excusas argumentales, a partir de las cuales hilvana un derroche de cine estético, pedante, recargado y formalista. Esto es, que lo que busca y hace casi siempre el cineasta británico es sublimar la imagen, la forma, el continente, por encima de un discutido y discutible contenido.
Creo, sinceramente, que no es el caso de esta película. Para quien esto suscribe urde Greenaway en "The pillow book" una trama originalísima y magistral (otra cosa es que con sus devaneos narrativos, la película a veces parezca no avanzar en su desarrollo), a saber: extrae su raíz de un legendario libro nipón del siglo X, y cuenta la historia de una hermosa mujer (Wu) afectada de un complejo edípico por el cual busca entre sus amantes la figura de su padre, el cual pintaba sobre su rostro y piel diversos caligramas. La mujer busca antes que amantes que la proporcionen placer sexual, excelentes calígrafos que tatúen sobre su piel hermosas inscripciones. Esto es así hasta que encuentra a un joven (McGregor) que resulta ser tan buen amante como calígrafo -la suma de pincel y papel- y a través del cual busca la joven vengarse del editor homosexual para el que trabajó su padre y que lo trató despótica y vejatoriamente.
Greenaway sigue en su estilo eminentemente plástico y pictórico (es más pintor que cineasta, tal vez), prosigue con su exploración/explotación de terrenos artísticos -el dibujo en "El contrato del dibujante", la arquitectura en "El vientre del arquitecto", la cocina en "El cocinero, el ladrón, su mujer y el amante" y así sucesivamente), en este caso la literatura/lingüistica fuertemente asociada e indisoluble del ámbito sexual; también sigue amplificando/fusionando culturas entre Oriente y Occidente, con un trasfondo psicológico marcado; sigue fragmentando la pantalla en varios cuadros buscando precisamente lo contrario, o sea, amplificar el campo de visión del espectador, superponiendo los tiempos narrativos y buscando fascinarnos con su cine original.
Resultan evidentes los fallos y baches de la película -no es perfecta como un caligrama-, su embarramiento en la parte final, su no del todo conjuntada relación de forma y fondo (de lápiz y papel), pero es obvio también que la película es rabiosamente personal y además comprensible, una historia fascinante en su atrayente y particularísima combinación/matrimonio, finalmente tragedia, de literatura y sexo, de sexo y literatura.
kafka
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4 de diciembre de 2007
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Una necesita un abanico particularmente hermoso para una ocasión especial y da instrucciones al artista, en cuyo talento confía plenamente, para que decore uno con el dibujo apropiado. Cuando llega el día y nos envía el abanico, una queda disgustada al ver lo mal pintado que está. ¡Qué tristeza!"

-El libro de la almohada- Sei Shonagon

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Durante el periodo Heian (794-1185) se vivió una época de esplendor y refinamiento cultural en la historia de Japón, que produjo, entre otras, dos obras cumbre de la literatura, escritas por dos mujeres que sirvieron en la Corte Imperial; "El romance de Genji" de Murasaki Shikibu y "El libro de la almohada" de Sei Shonagon.
Shonagon sirvió en la Corte en la década de 990, y su libro es una especie de ensayo o diario autobiográfico en el que esta mujer, que tan bien conocía los ambientes íntimos y refinados de Palacio, opinaba sobre todo tipo de asuntos más o menos serios o más o menos frívolos, saltando de unos temas a otros sin excesivo orden o método aparente.

Peter Greenaway se inspiró en esta obra y en su fascinación por la cultura japonesa para realizar "The Pillow Book"; un elaborado experimento cinematográfico y artístico.
La protagonista de la historia, que se llama Nagiko -igual que Nagiko Kiyohara, que era el verdadero nombre de Sei Shonagon, mil años antes-, se embarca en una peculiar trama ambientada a finales del siglo XX entre Japón y Hong Kong. El objetivo excéntrico y metafórico al que Nagiko dedicará su vida será la busqueda del amante calígrafo ideal.
Este argumento permite desplegar ante nosotros una original trama que reflexiona sobre el amor y la busqueda del amor, y permite al autor mostrar o evocar diversos aspectos, como pinceladas, de la cultura japonesa; como por ejemplo el arte de Utamaro tatuando la espalda de las geishas, los templos de Kioto y los jardines Zen, el Japón moderno con sus aeropuertos y escaleras mecánicas, los ninjas, el bondage, o los grabados ukiyo-e -dibujos del mundo flotante buscador del placer- que en una de las secuencias se funden con los dos protagonistas reales de carne y hueso mientras hacen el amor.

Greenaway crea imágenes sutilmente iluminadas y sugerentemente sonorizadas, y consigue que unas caligrafías proyectadas sobre una pared o un cuerpo, o un poco de tinta que escapa por el desagüe de la bañera sean algo fascinante.

Pocas veces los cuerpos y las pieles se han mostrado tan sensuales como aquí. El vientre, el pecho, la espalda, la cara interna de los muslos, o cualquier otro sitio, es bueno para escribir como si se tratase de la página en blanco de un libro, y siempre que se tenga el arte caligráfico adecuado para hacerlo y la piel tenga la suavidad y la textura apropiada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
tolstoievska
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28 de junio de 2006
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Admito que algunos detalles técnicos pueden cansar: la superposición de imágenes, la casi ausencia de diálogos, la grandilocuencia que destilan algunos planos. Pero hay otros que son, simplemente, magistrales. Ewan Mc Gregor clamando "Use my body like the pages of a book. Of your book". Introduce la reflexión de que la vida no es más que un libro, una sucesión de páginas; un discurso, a fin de cuentas. Y como un libro, puede ser releído, y cada nueva lectura nos aportará nuevos puntos de vista. Es como el ejercicio de leer un libro y subrallar aquellas frases que nos atraen; en las siguientes lecturas, nos sorprenderemos por haber subrallado algunas cosas (¿esto?) y en cambio habernos saltado otras que en sucesivas relecturas nos parecerán increíbles. Eso es lo que introduce la película. Y el duelo, impresionante, entre la escritora y el editor, con cada sucesivo libro y las sorpresas que conlleva; "El libro del silencio" es algo que no puede dejar de maravillar al espectador.

En fin, cine inteligente en un envoltorio duro, no apto para cualquiera y susceptible de cansar enseguida; pero que haya que implicarse para llegar al mensaje lo magnifica.
Tetsuo
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11 de mayo de 2011
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es complicado para un occidental, comprender la magnitud de la pincelada en la caligrafía oriental. Atender, cuanto de importante es el pulso, o la orientación y el orden del trazo a la hora de escribir los kanas y kanjis. A diferencia de la caligrafía occidental, ciertas caligrafías orientales no son sólo texto escrito, sino que son una imagen. La máxima dificultad para un occidental a la hora de aprender estos idiomas no es pues, el aprender los kanjis de memoria, sino el interpretar el concepto visual que esconde lo escrito.

Transmutar todo esto al cine es sencillo si se conoce un poquito al director. Dice Greenaway que a pesar de los 100 años de historia de cine, aún hay una influencia notable de lo escrito en este arte. Algo sobre lo que estoy totalmente de acuerdo; pero añade “como creador de imágenes, no estoy interesado en ilustrar textos”; y en cambio, siempre existe un peso excesivo del diálogo en sus películas. Es recurrente que Greenaway confunda el poder visual del plano en un momento específico del metraje, con la capacidad que tenga un plano para que la escena pueda ser “leída.” De lo primero hay muchísimo en el cine de Greenaway -y aquellos que busquen un instante de magia podrán disfrutar con el cine del director-; de lo segundo el cine de Greenaway anda escaso. Como muestra sólo tenemos que acercarnos a "The pillow book", donde, por mucho que Greenaway propague su independencia del texto, encorseta todo el trabajo bajo una voz en off. Estos oxímorones también son marca de la casa.

"The Pillow book" es una constante en las obsesiones del galés: desnudos, muerte violenta, adulterio, numerología, conspiraciones y sexo. Todo ello, ofrecido a través de imágenes yuxtapuestas, un leitmotiv sin peso específico que ni ayuda a que avance la obra, ni crea una verdadera ruptura del lenguaje cinematográfico.

El máximo acierto viene cuando Greenaway usa la cámara y el plano como una herramienta para diferenciar cada cultura que aparece en la película. Si bien, es fácil encontrar ejemplos que recurran a la música para subrayar estos cambios -un elemento nada cinematográfico que también se puede escuchar en esta película-, en "The pillow book", observamos como el color y la toma, también cambian de manera evidente. Para retratar el mundo japonés, Greenaway usa el plano largo y estático. La altura de cámara se encuentra a la altura de la cintura, y la fotografía es en blanco y negro. Las tomas rodadas en Hong Kong son cortas, existe mucho montaje en la composición de una escena. Los colores son abundantes. Por último, podemos encontrar escenas de cámara en mano para tratar con los personajes europeos o lugares occidentalizados.

(Abróchense los cinturones porque esto continúa).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chagolate con churros
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27 de febrero de 2006
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si alguien no vio nunca una película de Greenaway debe saber que entrará a un mundo muy especial. El no filma cine convencional y creo que como pintor aficionado ha plasmado sus dos artes en una, creando un cine de características únicas. Cuando uno ve una palícula de él tiene un sello, como la firma del pintor al pie de la pintura.Los cuadros son cuadros más en sentido pictórico que cinematográficos.No es para describir, es para ver.Alguna personas se sienten decepcionadas o aburridas con el cine de Greenaway. Personalmente Escrito en el cuerpo junto con La tempestad creo que son los dos films que más me han gustado de él.Quizás porque en ambos lo visual está tan en primer plano, en el sentido de lo pictórico como antes decía.
Escrito en el cuerpo es un film con un guión sólido, expresado visualmente de una manera maravillosa. Lo he disfrutado muchísimo y si alguien ya vio filmes de él y quiere ver otra obra de arte que se meta en este mundo mágico que propone Greenaway y se dedique a recrear su vista.Hermosa.Bella.Mágica.No a todos les parecera igual.Recordar que no es cine convencional.
brynhild54
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